Comerse la pastilla - Semanario Brecha

Comerse la pastilla

En la era de Google, chequear está sobrevalorado. Excelsior levantó una nota del portal Music News Television publicada hace tres años por el Día de los Inocentes: Paul está muerto.

Periodismo del siglo XXI

Paul está muerto. Tom y John fueron amantes hace 30 años. Tabaré juró vengarse de una traición familiar de su adolescencia prohibiendo el tabaco. Y la lista sigue. Pero como tres es un lindo número, a él nos acotaremos.

¡Wikileaks confirmó que Paul McCartney efectivamente murió en 1966! Revuelo. Conmoción. Assange presentó el acta de defunción. Siguientes en la lista están Pie Grande y Nessie. La archiconocida leyenda urbana que data de la época de Revolver, informaba el diario mexicano Excelsior, era confirmada por Wikileaks. Medios como el ABC español, Diario Registrado de Argentina, Clarín y tantos otros se hicieron eco. Pero surgió un pequeño detalle: “Hay una historia ampliamente popular circulando sobre que hace poco publicamos documentos demostrando que Paul McCartney murió en 1966. No lo hicimos”. Un tuit de Wikileaks echó por tierra la confirmación que hacía real los sueños mojados de los creyentes con gorritos de aluminio cabeza de “Hershey’s Kiss. Number 9, number 9”. A no perder las esperanzas, la próxima sale.

Resultó que Excelsior levantó una nota del portal Music News Television publicada hace tres años por el Día de los Inocentes. Fue la web del diario El País de Madrid, Verne, la que se percató de este hecho, seguramente luego de complejísimos procesos investigativos. En la era de Google, chequear está sobrevalorado. Y hasta que Verne no se pronunció sobre el error, en ningún sitio se corrigió la noticia.

En la misma semana, el tabloide estadounidense Star Magazine publicó en su tapa la historia del romance entre Tom Cruise y John Travolta, hace 30 años. Integrantes ambos de la Iglesia de la Cienciología, al parecer se conocieron en los años ochenta y entonces floreció el amor. La noticia ocupó minutos en televisión, ríos de tinta y megabytes. La revista Star es eso, un tabloide que no tiene mucha credibilidad y cuyas otras notas de tapa son del tipo de Jennifer Aniston declarando estar embarazada de gemelos –ya la embarazaron más de cinco veces y Aniston sigue sin descendencia– o el marido de una de las Kardashian engañándola con el resto de sus hermanas, embarazando a la menor. ¿Conclusión? No habría muchas noticias para dar.

Finalmente, y en la versión vernácula del triunfo del me-como-la-pastilla, saboteamos al Primer Mundo, a la mismísima madre patria. Sí, pasa hasta en las mejores familias. En medio del candor de nuestras elecciones, el diario español El Mundo publicó un artículo sobre el candidato Tabaré Vázquez. El diario aseguraba que un episodio en la adolescencia lo había marcado a fuego. “Fue vendedor de cigarrillos de contrabando en un modesto puesto de su tío. Al morir éste, su primo lo dejó en la estacada, sin puesto ni cigarrillos que vender, a lo que Vázquez habría respondido diciendo que algún día sería presidente de Uruguay y se vengaría impidiendo que la gente pudiera fumar ni debajo de la cama.” La fuente de esta información era el artículo “La biografía prohibida de Tabaré Vázquez”, publicado por Emiliano Tuala en su blog Etcétera. En ese artículo también aprendemos que Tabaré es fan del reggaetón, fundador de la Corriente Anti Pucho-Libertad (Cap-L) y que, en 2008, 91 por ciento de los uruguayos consideraban que es mejor tomarse un litro de flit que fumarse un Nevada. Ahora la nota de El Mundo está corregida, pero sobrevive en algunas capturas de pantalla. Qué gran invento el ciberespacio, no más dinero gastado en corrector ni en fe de erratas.
Las máquinas no llegaron al punto de tener una autonomía maquiavélica. Pero puede ser que seamos nosotros quienes las estamos dejando ganar y les entregamos nuestro cerebro antes de que nos lo pidan, sin objeción alguna. Y eso que nuestros padres nos advirtieron que no aceptáramos nada de extraños. O miren lo que casi le pasa a Caperucita Roja. Aunque siempre me ofuscó lo muy estúpida que fue Caperucita por no darse cuenta de que lo que tenía enfrente era el lobo disfrazado de la abuela, y no su abuela. ¡Era muy obvio, carajo mierda!, parafraseando a una filósofa contemporánea.

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