De fogón en fogón - Semanario Brecha

De fogón en fogón

La presentación de un sector al “costado” del Frente Amplio, aunque aliado a él, es la novedad en ciernes en el progresismo. De esa forma se evitarían depender de las actuales autoridades partidarias, así como de la disciplina que impone la orgánica frenteamplista. La ética y el combate a la corrupción son las principales líneas que definen a este sector impulsado por ex figuras del círculo de Astori.

La primera reunión del Grupo Ideas, el Fogón Artiguista, fue en Villa Soriano / Foto: Archivo Andrés Boero Madrid

El Grupo Ideas es una formación compuesta por varios militantes y referentes frenteamplistas (más algunas personas de otras colectividades políticas) que en sus primeros pasos pretende crear una organización de “izquierda y progresista” al margen de la orgánica del FA y por tanto no sujeta a sus autoridades ni a su disciplina. La idea, en un conglomerado variopinto, es que funcione de la misma forma que lo hizo el Encuentro Progresista (EP, formado entonces por la Alianza Progresista y el Pdc) cuando fue aliado del Frente.

Las elecciones de 2004 fueron ganadas por el EP-FA-Nueva Mayoría, es decir por tres sectores independientes en su funcionamiento. La Nueva Mayoría fue la fórmula que encontraron los dirigidos por Rafael Michelini para conformar un lema común con los otros dos agrupamientos. Con posterioridad al triunfo electoral, las dos formaciones aliadas se fusionaron en el FA. Por tanto, lo que pretenden hoy esas personalidades del Grupo Ideas (GI) es recorrer el camino inverso y ganar independencia. Los impulsores de este nuevo agrupamiento ya tuvieron su primera actividad pública, a la que denominaron Fogón Artiguista, el pasado 5 de noviembre en Villa Soriano. Los miembros más conocidos del GI son el periodista y publicista Esteban Valenti, Federico Arregui (hijo del ex diputado socialista Roque Arregui), Milton Ramírez y Selva Andreoli. También ha participado de reuniones, que se hacen en otros lugares del Interior y Montevideo, el ex ministro de Economía Fernando Lorenzo (quien resultara procesado sin prisión tras el affaire de Pluna) y algunos técnicos que en su momento integraron la Nueva Agenda Progresista (Nap), orientada en su momento por el actual director de la Opp, Álvaro García.

Algunas de las razones que motivan este agrupamiento han sido expuestas en una carta publicada en Uypress, en la cual se afirma que “muchos ciudadanos estamos hartos, otros directamente nos alejamos de la política, nos desinteresamos. Estamos hartos de la mentira instalada y reiterada. Hartos de la mano de yeso que en esta oportunidad abortó la comisión investigadora sobre los negocios con Venezuela y el funcionamiento del Fondes (…). Hartos de que nos subestimen con argumentos como ‘las investigadoras son el circo político que quiere instalar la oposición’. Hartos de que la crítica ‘le hace el juego a la derecha’. Hartos de la disciplina partidaria impuesta para ocultar e incluso por encima de la moral republicana”. Más adelante la misiva sostiene que con esa conducta el FA ha puesto en riesgo el proyecto progresista, y que “no hay mayoría de bancada, no hay aparato, no hay reglamento o estatuto que pueda obligar a un parlamentario a votar contra su moral y su decencia”.

Muchos de los integrantes del GI entienden que en las dos anteriores administraciones (y en particular en la última) hubo actos irregulares o negligencia que, o bien han favorecido a algunos o han afectado las finanzas públicas. Asimismo desconocen una orgánica frenteamplista que, a su entender, después de haber elegido como presidente a Javier Miranda, en lugar de potenciar los organismos de dirección, ha optado por integrarlos con figuras de la “cuarta línea” de dirigentes sectoriales.

Desde hace tiempo existen cuestionamientos a la estructura frenteamplista, pero la aparición de algunas conductas cuestionables –como la negativa a habilitar las investigadoras parlamentarias (con la salvedad de Ancap), cosa que impulsaba el Frente cuando era oposición)– parece haber generado críticas a la ética de los gobernantes y cargos de confianza. El cercano ejemplo de Brasil en cuanto a lo ocurrido con el PT es mencionado como un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando gobernar es la meta, sin importar el precio.

Aunque las principales flechas están dirigidas al Frente (lo cual presupone que pelean por una identidad perdida, que pretenden recuperar), este nuevo agrupamiento tiene en su seno a quienes sostienen que se debe afirmar la organización, pero sin determinar de antemano alianzas a futuro, esperando ver cómo evolucionan los acontecimientos.

OTROS MOVIMIENTOS. Las dificultades del Frente Amplio para mantener su unidad de acción en Diputados, y la percepción que ha comenzado a instalarse de que un nuevo triunfo frenteamplista en 2019 (si es que ocurre) sería esta vez sin obtener la mayoría parlamentaria, ha abierto otros juegos. Y de acuerdo a esa idea que parece desarrollarse cada vez más, se ha optado en el FA por analizar lo instrumental más que lo sustantivo (eludiendo cuánto del desencanto surge del descontento de la gestión, cuánto de los problemas éticos y cuánto de un programa que suena agotado).

Pero sin importar la respuesta a esas interrogantes, los demás miembros del sistema político toman en cuenta esa realidad de pérdida de vigor de la coalición de centroizquierda. Por ejemplo, el Partido Independiente ha hecho una lectura de las dificultades internas del Frente, de sus distintas visiones y de la afinidad que puede tener con alguna de ellas. Así, trabaja para la creación de un espacio socialdemócrata, lo que lo transformaría en un interlocutor de un gobierno sin mayorías parlamentarias (cosa que puede ocurrirle a cualquier partido hoy opositor, en caso de ganar). Pablo Mieres, su principal referente, ha iniciado conversaciones con algunos dirigentes frenteamplistas, así como con el sector colorado liderado por Tabaré Viera. Y en las distintas actividades que ha organizado ya cuenta con la participación firme de algunos de los técnicos que conformaron la Nap (por ejemplo Gabriel Oddone y Fernando Filgueira).

Por otro lado, el empresario y ex candidato a la Intendencia de Montevideo por la Concertación, Edgardo Novick, inscribió esta semana su propia organización política: el Partido de la Gente. Novick logró conformar una bancada con dos desprendimientos del Partido Colorado (el senador Daniel Bianchi y el diputado Guillermo Facello) y uno de los blancos, el diputado por Canelones Daniel Peña. Su figura creció a partir de la votación de 2015 y recibió un espaldarazo del presidente Tabaré Vázquez cuando lo invitó a participar de las conversaciones tendientes a un acuerdo en las cuestiones de seguridad. De dichas reuniones participaron blancos, colorados, independientes, la Unidad Popular, pero el único independiente y sin partido en ese momento era Novick.

Vázquez también parece atarse a la lógica de las dificultades frenteamplistas para hacer uso de su mayoría parlamentaria, y da pie a quien ya demostró cierto grado de colaboración. Recuérdese que los ediles fieles al empresario votaron el Fondo Capital en la Junta de Montevideo, algo muy necesario para la gestión de Daniel Martínez. Y en oportunidad de la reciente interpelación al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, Bianchi no votó su censura, como sí lo hicieron blancos y colorados.

Según distintas encuestas, Novick ha logrado atraer la adhesión del 80 por ciento de los colorados y de un 15 por ciento de los blancos, pero muy poco del FA. Sin embargo, esa ola de empresarios (Mauricio Macri en Argentina, antes Sebastián Piñera en Chile, y el martes pasado Donald Trump en Estados Unidos) suele irrumpir cuando los partidos políticos se desgastan y desprestigian. Por eso es que muchos frenteamplistas temen que algunas cosas mal realizadas durante su gobierno y hoy en manos de la justicia contribuyan al descrédito de la política. De ahí el énfasis que, muchos en privado y otros en público, ponen en las cuestiones éticas.

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