“De izquierda, un poco sui géneris” - Semanario Brecha

“De izquierda, un poco sui géneris”

Darío Pérez se instaló como nunca en la escena nacional con sus fuertes críticas a la regulación de la venta del cannabis y ahora se perfila como un hombre que no descuida territorios. Se postula al Senado en acuerdo con el Partido Socialista, pero además aparece como el favorito para convertirse en intendente de Maldonado en 2015. Aquí la entrevista.

Darío Pérez - Foto Comunicación LFF.

Reivindica la franqueza y un discurso de fuerte impronta regionalista, que le guiña a Aparicio, Zapata y el Che. No oculta su decepción con Mujica, quien en los últimos tiempos fue muy elogioso con Óscar de los Santos: “Pensé que iba a hacer un gobierno de izquierda”, dispara. Por otro lado, también ensaya ciertos diferencias con su ex rival en la interna. Asegura que los empresarios necesitan “reglas claras” y que ha hablado con algunos para “que no se vayan” porque “habrá cambios en la región”.

—¿Cómo nace la Liga Federal Frenteamplista (Lff)?

—Tempranamente, vimos que el centralismo no entendía muy bien lo que ocurría en el Interior y que su discurso no hacía por desarrollarlo. Además, queríamos hacer crecer al FA desde una óptica diferente, en un momento en que era musculoso y grandote en Montevideo y su área metropolitana pero enclenque en el Interior. Primero nacimos como grupo departamental, fundamos Cabildo 1813, que tiene que ver con nuestro ideal federalista y con el sustento ideológico artiguista, adaptado al tiempo que vivimos. A medida que nos encontramos con otros grupos formados en Florida, Treinta y Tres y Rivera nos empezamos a conocer y ahí surgió la idea de la Lff como grupo nacional porque solos, como grupos departamentales, terminaríamos siempre siendo el furgón de cola de los grandes grupos nacionales y reproduciendo la misma lógica de poder y de centralidad.

—¿Cómo ve ahora al Frente Amplio fuera de Montevideo?

—Creo que ha ido creciendo y que no tiene techo. El Interior es una reserva de crecimiento en la medida que el FA valore a los compañeros y les vaya dando protagonismo. Al día de hoy puedo contar con los dedos de la mano los compañeros del Interior en el gobierno, sin importar a qué sector pertenezcan. En la medida que no tomen trascendencia, que no se hagan conocer y que no se forjen como hombres públicos o con manejo de la cosa pública siempre será difícil crecer en el interior en el país. Nos ha costado mucho hacernos conocer, para empezar porque los medios de comunicación de Montevideo no nos dan bolilla.

—¿En alguna medida la propia fuerza política obstaculiza ese crecimiento?

—Nos cuesta mucho ir apareciendo como una opción dentro del FA. Sin embargo, a pesar de todas esas dificultades, como sorpresa logramos tener un representante en la Mesa Nacional, lo cual hace unos años era impensable. Pero para ver el grado de discriminación que se ejerce hacia los grupos del Interior: cuando presentamos la candidatura a la presidencia del FA del diputado Sergio “Pato” Mier –que nació y vive en Treinta y Tres– de alguna manera el aparato del FA hizo que no pudiera presentarse porque no fue habilitado por el Plenario. Sabíamos que no iba a ganar y que no competía con otros, pero hasta esa posibilidad se nos negó. Así como era una cuestión simbólica para nosotros llevar a ese compañero, se ve que simbólicamente también nos dijeron “andá pa’la cucha, quedate por ahí”. El aparato del FA decidió eso. No encontramos una razón lógica por la que no pudiera correr alguien, genuinamente, del Interior.

—Pero habiendo tantos sectores en el Frente Amplio, ¿crear otro no es contribuir a la balcanización o atomización de la fuerza política?

— Y si tú no te sientes cómodo en otro lugar, ¿por qué no tienes derecho a establecer otra corriente de opinión? Las corrientes noson sólo ideológicas, también es sentirte humanamente bien.

—¿Y qué papel quiere jugar la Lff como sector nacional dentro del fa?

—Hemos hecho un acuerdo con el Partido Socialista buscando un equilibrio dentro del FA, porque nos pareció que la existencia de dos grandes bloques generaba tensiones y no era buena. Terminamos generando un tercer polo con el Partido Socialista, que nos da garantías de su trayectoria y su previsibilidad. Tiene gente muy honesta y nos sentimos cómodos haciendo esa alianza, que tuvo más de política y de simbólica. En los hechos, hicimos un sublema al Senado, cada uno va con el suyo. Y salvo en Treinta y Tres donde va la 4090, en el resto del país cada uno lanza su candidatura a diputado como mejor le parezca. Creo que como expresión más que nada de esa especie de tercer polo que busca generar un equilibrio. Porque puedes tener tres o cuatro diputados pero si no tienes un senador, políticamente, en Uruguay no puedes incidir con fuerza.

—¿En qué aspectos pretenden desarrollar esa incidencia?

—En la economía, por ejemplo, que es por donde se busca la justicia social y las posibilidades de la gente. Si los enunciados no se aterrizan en políticas que favorezcan a la población, es difícil. Queremos participar en el gobierno nacional, aumentando la descentralización y generando más recursos para el interior del país. Cuando el FA desarrolla un proyecto sucro-alcoholero en Bella Unión, está favoreciendo a todo el país. Va hacia la independencia energética y está haciendo que la gente se arraigue en el Interior. El cambio en la matriz productiva y energética que inició el FA ha permitido que la gente pueda quedarse en sus lugares. Esto es muy importante para departamentos como Maldonado, donde es continua la llegada de gente en busca de oportunidades, de trabajo o de estudios para sus hijos en la sede de la Universidad. En la medida que Uruguay se desarrolle, en Maldonado dejaremos de “correr la liebre” por la presión social que se da cuando el empleo depende del turismo y la construcción.

—¿Cuenta la Lff con una infraestructura suficiente para alcanzar esa aspiración?

—La mayor infraestructura que tenemos es el coraje y el corazón, porque pesos no tenemos. En Maldonado, donde nos hemos podido desarrollar mejor, hace cinco años que juntamos peso sobre peso de los compañeros con cargos de confianza o en el Legislativo, en mi caso. Tenemos una pobreza franciscana pero nos damos maña e idea.

—¿Cómo se definen desde el punto de vista ideológico?

—Somos de izquierda, un poco sui géneris. Somos una federación, nuestro secretario general es más bien administrativo. No tenemos un jefe. Somos como tribus que nos juntamos en un consejo, y más allá del tamaño que tenga cada tribu, los compañeros tienen libertad para decidir a nivel departamental. Tenemos algunas cosas en las que hacemos hincapié a nivel nacional que son una especie de sentimiento. Cuando nos encontramos y compartimos las dificultades que tenemos con el centralismo es como si nos hubiéramos conocido hace 20 años. Haciendo un recuento de lo que podrían ser las expresiones ideológicas de los compañeros del Interior, si fuera una encuesta y se presentara el espectro de la izquierda del uno al diez, capaz que estamos situados en el cuatro o el cinco. No pertenecemos a la izquierda radical pero tampoco pertenecemos a la izquierda que se acerca al centro.

—Usted admite que será cabeza de lista porque es el más conocido a nivel nacional. Pero aparece con grandes chances de ser el próximo intendente de Maldonado. ¿Cómo va a manejarse el Senado en tal caso?

—La equivocación está en pensar que el Senado es para una sola persona. El Senado es para la Lff. Pensamos fraccionarlo para que otros compañeros del Interior tengan posibilidades de darse a conocer y reclamar desde su región. Seguramente, si el pueblo me da la oportunidad de gobernar Maldonado, el primero que asumirá el Senado es un compañero de Artigas y luego será rotativo. Dos años uno y luego tres compañeros que estarán un año cada uno: probablemente haya uno de Canelones, luego uno de Rocha o uno de Treinta y Tres. También tenemos compañeros de Montevideo que trabajan por la Liga con mucho sacrificio, porque nuestro discurso es medio difícil de meter en lo que pueden ser los intereses de los montevideanos.

—¿Su polémica actitud respecto a la despenalización del aborto, pero sobre todo respecto la regulación del comercio del cannabis, fue una vía de llegar a ese protagonismo público que necesita la Lff para crecer?

—La verdad, con la más absoluta sinceridad, quien pensó eso no me conoce. En el caso del aborto es un tema personal, que tiene que ver con mi filosofía de vida, con mi profesión y mi sistema de creencias. En el caso de la marihuana, más allá de que haya votado, sostengo que es una ley marihuano-burguesa que no va a cumplir con el cometido que se propone el presidente. No afectará la base económica del narcotráfico porque el Estado no puede regular al mercado, de la misma manera que entran cigarros paraguayos, yerba y alcohol.

—¿Entonces por qué lo votó, o por qué dio tanta vuelta antes de dar ese voto decisivo? ¿Por qué no se levantó de su banca y dejó que votara su suplente, como hizo con la despenalización del aborto?

—En el tema del aborto tuve una opción. En esta no podía y no quería repetir esa opción, porque son circunstancias diferentes de encare del problema. Yo en este caso perdí olímpicamente dentro del FA, quedé en la más absoluta minoría. Ahora, alguna vez que he podido ganar dentro del FA, me gusta que los demás lo cumplan.

—¿Lo dice porque condicionó su voto?

—No, no. Yo fui negociando. Ya que al principio era tan espantosa la ley, consideramos agregarle los puntos en que se juega el asunto. Como la educación, que está a medio cumplir y que cuando venga Tabaré seguramente cumplirá; los centros de tratamiento para población con más de mil habitantes y campañas públicas que hablen sobre el riesgo de las adicciones.

—En esa negociación a la que hace referencia, ¿nunca se incluyó algún tipo de apoyo a su candidatura a la Intendencia de Maldonado como contrapartida?

—Que se dijera eso me cayó pesado. A la prueba está que en lo nacional no vamos con el grupo del presidente ni en el sublema del grupo del presidente (José Mujica). La gente que dijo esas pelotudeces es porque no me conoce.

—Sin embargo, en algún momento usted buscó acuerdos con el Grupo de los Ocho, el sublema del que participa el Mpp.

—Nosotros intentamos que de alguna manera Raúl (Sendic) pudiera liderar un cuarto polo pero él y su grupo tomaron otra decisión. Lo veíamos también como una cuestión de equilibrio entre los sectores, eso no se dio y seguimos buscando esa posibilidad porque era importante para el FA y porque, políticamente, no se daban las condiciones para que pudiéramos estar juntos. Desde el punto de vista programático coincidimos en bastantes puntos con los compañeros del “sublema grande” pero también tenemos afinidades con el ps en cuanto a la visión y a la ejecución de las cosas de gobierno.

—A propósito de programas, su postura contraria al aborto y a la regulación de la marihuana, ¿no se topa con los postulados del “país de derechos”, con las libertades individuales y el derecho de género que postula el Frente Amplio y particularmente el ps?

—Está todo bien con el tema de los derechos individuales. Pero no puedes hacer que la gente pierda la percepción del riesgo, que haya gurises que piensen que la marihuana es buena cuando sé que no lo es. Así se siente el rey de la marihuana enfrente a relatarme sus bondades, no me va a convencer. Y no me voy a callar ni quiero hacerlo. Después de mis hijos, lo que más amo es la libertad, lo que pasa es que mucha gente piensa igual y no habla. El examen de lo “políticamente correcto” lo perdí varias veces en mi carrera política.

—Tomó decisiones o se expidió en base a convicciones contrarias a las de su fuerza política. ¿Cuál es el riesgo de que también imponga ese criterio sobre los lineamientos de programa si llega a ser intendente?

—El FA tiene un programa de gobierno y lo vamos a tener a nivel departamental; estamos trabajando en eso y nos vamos a apegar a ese programa. Pero también hay improntas y elecciones en un gobernante. Por ejemplo, para mí el segundo tramo de la perimetral (Portezuelo-La Barra) no era necesario y el compañero Óscar de los Santos creyó que sí. Para mí genera muy poco trabajo y si hubiéramos volcado esos millones en otro sentido, habríamos generado empleos. Es una visión absolutamente razonada, que no me salió del hígado sino de la cabeza. Para nosotros el buque insignia de la campaña anterior era la vivienda, y para el compañero De los Santos seguía siendo la perimetral. Son visiones diferentes y la gente tiene la posibilidad de optar por eso.

—¿Qué modelo de desarrollo propone en tanto candidato a la Intendencia?

—Maldonado tiene que cambiar su matriz productiva, no depender estrictamente ni del turismo ni de la construcción, y para eso hay que hacer políticas proactivas. Además, tenemos que hacer valer lo que aportamos al Pbi a nivel nacional con nuestra economía departamental. Eso no se tiene en cuenta, por ejemplo, en la cantidad de policías per cápita asignados al departamento, ni en las partidas que se da a las cooperativas para comprar tierras, que acá son más caras. La idea del gobierno central es que en Maldonado se tira manteca al techo. Hay que tener en cuenta las dificultades del sector empresarial para mantenerse abierto todo el año, generar condiciones para que se desarrollen emprendimientos independientes del mes al que se reduce la temporada, y maximizar el dinero de los contribuyentes.

—En las últimas semanas tomó contacto con empresarios de Brasil y Argentina, procurando captar inversiones. ¿Qué les propone?

—No es que los empresarios requieran tratamiento especial, pero hay que buscar una fórmula para tratarlos de forma más amigable, rápida y práctica. Un inversor que propone generar mil puestos de trabajo no puede estar dos años esperando una decisión del gobierno departamental. Los empresarios quieren reglas claras, que se les han dado pero tienen que ser más claras todavía. No se puede tener ambigüedades, es sí o no. Les he pedido a algunos que no se vayan, primero, porque habrá cambios en la región. Creo que cualquiera de los presidenciables de Argentina que llegue no va a afectarnos como nos afectó el actual gobierno. He tratado de que comprendan que el acuerdo de intercambio de información tributaria es una cuestión más psicológica que real, y también les he asegurado que, de alguna manera, los trámites no van a dormir eternamente.

—Teniendo en cuenta lo que decía sobre la necesidad de agilizar proyectos, ¿instrumentaría cambios en la Dirección General de Planeamiento?

—Sí, el área de Planeamiento requiere cambios.

—¿Está pensando en algún equipo en particular? Porque sus cuadros parecen concentrados en vivienda, deportes y obras…

—Mi gobierno, en caso de que llegue, será gobierno del FA, por lo tanto habrá compañeros de todos los sectores.

—¿Pondría en su gabinete a gente del Partido Nacional o del Partido Colorado?

—Si hubiera algún Pelé lo pongo, cualquier selección se lo querría llevar.

—Siendo una dirección tan relevante, ¿dónde está su director de Planeamiento?

—No está a la vista, lo cual no quiere decir que no lo esté pensando.

—¿Saldrá de la izquierda?

—Esperemos que sí, pienso que sí.

—Respecto a su relación con los empresarios, desde la Junta Departamental se sugirió que un reconocimiento impulsado por una edila de su sector al argentino Alejandro Bulgheroni era una contrapartida por al aporte económico que el millonario realiza para su candidatura…

—Yo también le hago un reconocimiento, ahora mismo. Estoy dispuesto a defender ese tipo de emprendimientos productivos, que invierten millones y millones de dólares en este departamento, con trabajo todo el año y muy buenos sueldos. No quiero uno de esos emprendimientos, quiero diez.

—A propósito de la financiación de su campaña, circulan versiones de que Daniel Costa, ex director nacionalista de Antel, es un fuerte colaborador.

—Daniel Costa ha comprado algunas mesas (en eventos de recaudación) como han comprado otros empresarios. Los empresarios son empresarios. Yo fui a una cena del Partido Socialista y vi empresarios. Supongo que cuando viene Pedro Bordaberry o Lacalle Pou también están. Las campañas electorales son cada vez más caras y más sofisticadas. O te quedas atrás, con una bandera en una esquina y yendo barrio por barrio –lo cual igual seguimos haciendo– o tratas de acompasarte. Que yo sepa aquí nadie plantea una revolución extraña. Yo critico al capitalismo, lo considero un sistema injusto, generador de pobreza, guerra, miseria y agresión a la madre tierra, pero en ese mar tenemos que navegar. Podemos hacer como los compañeros de la izquierda radical que critican y critican pero mientras tanto la gente la pasa mal, o puedes pretender doblegar, o redistribuir la riqueza para que más gente pase mejor.

—¿Ese es parte del aprendizaje que le dejaron sus anteriores campañas? Días atrás admitió que si hubiera gobernado antes, sus votantes no estarían orgullosos de usted. Ahora se siente maduro…

—Claro. Es como Lacalle Pou al que ahora veo verde cotorra. Cuando ves la diferencia de experiencia y éxito obtenido por Tabaré Vázquez sobre el resto de los candidatos, ningún uruguayo debería dudar a quién votar. La primera vez que fui candidato único del FA, a los 38 años, no quería serlo y con el paso del tiempo me doy cuenta de que no estaba preparado para eso. En cada elección aprendes mucho. Es como que te vas sazonando.

—¿Aprendió a dominar su carácter? Usted mismo ha reconocido que es complicado y, tradicionalmente, se lo define como cascarrabias e impulsivo.

—Lo de cascarrabias ya casi es una historia. Aprendí que puedo decir lo mismo dos o tres tonos más bajo y pudiendo entrar en la cabeza del otro. Pero no voy a dejar de ser franco, aunque en política la franqueza y la sinceridad pagan mal. En política hay gente elíptica en su hablar y en su accionar, hay mucha fallutería. En la izquierda está el problema de que cada vez que no estás de acuerdo con algo te tildan de traidor, de porquería. Cuando no tienen nada con qué ensuciarte, te dicen que sos soberbio, que tienes cara de culo, que sos loco, excéntrico, rebelde o anarquista.

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Decepcionado con Mujica
“Pensé que iba a hacer un gobierno de izquierda”

—Su agrupación fue la primera en proponer a Mujica como presidente. Sin embargo, con el tiempo el presidente fue inclinándose hacia el ex intendente De los Santos. ¿Cómo tomó ese hecho?

—Son cosas de la vida. No sé por qué derivó hacia ese lado, pero de repente hay cantidad de cosas que yo no he compartido con el presidente. De todas maneras creo que en la vida hay que ser agradecido y quien se juega por ti debería tener algún tipo de consideración. Pero cuando nos jugamos por el actual presidente lo hicimos desprendidos de todo. Fue porque consideramos que iba a hacer un gobierno de izquierda, entre las dos opciones que teníamos, y que iba a tener determinados énfasis que no tuvo.

—¿En qué aspectos se siente decepcionado?

—En que se iba a hacer más y se iba a conversar menos. Aunque hemos mejorado enormemente, cuando me para gente por la calle porque la están desalojando o porque no tienen trabajo, no hay chapas de filosofía ni comen palabras. También creo que cuando se ven fallas hay que actuar con firmeza. En educación, por ejemplo, generamos uno de los mejores presupuestos de la historia, pero si en los centros educativos falta algo es porque no se ejecutó bien. Creo que ahí debió cambiar de jugadores, más allá de las presiones políticas de un grupo que no quiere cambiar a fulano. Y si sabes de algo que no está muy del todo bien, no puedes salir después a decir que te habías enterado pero nada… ¡Actúa!

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Frankenstein, el catecismo y la jubilación

—Las encuestas lo perfilan como el próximo intendente de Maldonado, pero también lo daban como holgado ganador en 2005, cuando terminó perdiendo con De los Santos, tal vez por mostrarse demasiado crítico. ¿Cómo piensa pararse ahora con respecto a la interna del fa?

—Esto lo decidimos entre unos cuantos, pero tengo que llevar la bandera: yo no voy a ser Frankenstein ni me voy a disfrazar para llegar al gobierno departamental: vamos a decir lo que tengamos que decir, con la perspectiva y la visión que tenemos del departamento. A esta altura de nuestras vidas, algunos gustos nos queremos hacer: por lo menos decir lo que pensamos y sentimos, sin calcular. Es cierto, en una de las elecciones me pasaron como parado y en la otra era muy difícil derrotar al incumbent (en inglés, el titular de un cargo). Pero yo fui al catecismo y una de las figuras más extraordinarias que existen en la Biblia es la de David, que es un poco como la Lff. Sin embargo, eso te da fuerza y lo que tienes que tener es coraje y ver la perspectiva histórica. Si se hubiera entregado en la primera, nunca hubiera llegado. De eso hay muchos ejemplos históricos, dentro y fuera de Uruguay. Aparicio Saravia intentó como tres veces para poder llegar al voto secreto y a la representación proporcional. Le pasó a Leandro Gómez en Paysandú, y aunque murió dejó la semilla de lo que es la soberanía nacional; lo mismo les pasó a Fidel y al Che Guevara en Cuba. Uno no solamente lucha por llegar sino por dejar banderas y plantar semillas. Ya no me acuerdo si voy por cuarta o quinta vez a la Intendencia, pero espero no jubilarme de candidato.

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