Drogas duras - Semanario Brecha

Drogas duras

Una nota de El País de Madrid titulada: “Desconectar de Facebook aumenta el bienestar, según un estudio”. Como copete, la autora agregaba: “Un informe demuestra que, en sólo una semana, las personas que dejan de utilizar la red social tienen niveles más altos de felicidad”.

Hace pocos días vi que un contacto de Facebook publicó en su muro algo así como: “Hola a todos, para mi cumpleaños me voy a regalar una vida sin más Facebook. No me busquen más por acá”. En su momento me pareció raro y quizá desacertado considerar que el cerrarse a sí mismo una puerta pudiera considerarse un “regalo”, pero ayer vi un titular que parecía darle la razón: se trataba de una nota de El País de Madrid titulada: “Desconectar de Facebook aumenta el bienestar, según un estudio”. Como copete, la autora agregaba: “Un informe demuestra que, en sólo una semana, las personas que dejan de utilizar la red social tienen niveles más altos de felicidad”.

Si bien este tipo de “estudios” son los que suelen ser bien recibidos en las redes sociales y no deberían obtener a priori nuestra credibilidad, la aproximación en este caso parece seria, así como los datos recabados. El estudio fue llevado adelante por la asociación danesa independiente Happiness Research, un think tank (es decir, de esas instituciones formadas por expertos para reflexionar sobre temáticas específicas) abocado a aportar elementos al debate público sobre “las causas y efectos de la felicidad humana”, con la idea de colaborar en la elaboración de políticas que mejoren la calidad de vida.

La cuestión es que los encargados de la investigación monitorearon a 1.095 usuarios de Facebook; a la mitad se les pidió que no se conectasen a la red social durante siete días, y la otra mitad continuó utilizándola como siempre. En ese lapso de una semana se midió el estado de ánimo de cada uno de los participantes, considerando variables como la tristeza, la preocupación, el enfado, el entusiasmo y el sentimiento de soledad y depresión.

Según los investigadores, las diferencias fueron manifiestas: quienes habían abandonado la red social señalaron sentirse más felices y menos tristes y solos. En concreto, reconocieron haber aumentado la interacción cara a cara con otras personas, haber ganado mayor poder de concentración y quedar con la sensación de haber perdido menos el tiempo.

Lo que da una pauta de fiabilidad del estudio es que los mismos expertos advierten sobre sus propias limitaciones, ya que reconocieron que los propios participantes se presentaron voluntariamente, lo que puede interpretarse como una predisposición a abandonar la red social. De todos modos, fueron derivados aleatoriamente a uno u otro grupo y las conclusiones del trabajo coinciden con lo que algunos expertos habían comentado anteriormente: que usualmente las personas tienden a publicar sólo las cosas buenas que les suceden, proyectando una vida idílica, y que esto lleva a una falsa representación, un falso espejo que puede generar frustración en quienes revisan asiduamente esta clase de publicaciones.

Pero uno de los datos más interesantes de la investigación fue impredecible: 13 por ciento de los usuarios que no debían conectarse en la semana no pudo aguantarse e hizo “trampa”, ingresando a la red social a pesar de la prescripción. Esto da la pauta de que quizá sea cierto que Facebook es una adicción con todas las letras, una sumamente difícil de abandonar. Quién sabe, a lo mejor dar ese doloroso paso hacia la rehabilitación pueda traer inesperados resultados positivos.

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