El precio a pagar - Semanario Brecha

El precio a pagar

El doloroso ritual japonés conocido como yubitsume –literalmente: acortamiento de dedo– es una práctica llevada a cabo por los yakuza, la mafia japonesa, cuando uno de sus miembros comete una ofensa hacia uno de sus superiores, o viola alguno de los códigos de la organización. La forma de expresar el arrepentimiento implica entonces la autoamputación de una sección del dedo meñique de la mano izquierda. A medida que se cometen sucesivas faltas se procede entonces a cortarse otra sección del dedo, hasta la próxima articulación. Si ya no quedan secciones que cortar, el arrepentido pasa a cortarse las del meñique de la mano derecha, y cuando ya no le quedan meñiques comienza con los anulares.

Se dice que el ritual tiene sus orígenes en los antiguos bakuto, jugadores itinerantes dedicados a lucrar mediante las apuestas. Conforme fueron organizándose y adquiriendo poder, los bakuto comenzaron a utilizar elaborados métodos de usura: cuando un perdedor no podía pagar su apuesta, se consideraba que la amputación de su dedo podía servir como medio alternativo de pago. La importancia del dedo meñique era fundamental en el Japón feudal, ya que con él se apretaba más fuerte la empuñadura de una espada (o katana); así, un contrincante que no tuviera su dedo meñique correría con desventaja en la contienda.

Un estudio gubernamental del año 1993 señalaba que el 45 por ciento de los yakuza tenían algún dedo cortado, y un 15 por ciento había hecho el ritual al menos dos veces. Hoy la práctica está en desuso y, a nivel general, las ofensas son pagadas con penas económicas o con la expulsión de la organización.

El periódico británico The Guardian reporta con detalle el trabajo en una empresa de prótesis, especializada en la reconstrucción de dedos para yakuzas “rehabilitados” que desean integrarse a la sociedad sin cargar con esa señal. El artículo se centra en el departamento de arte de la empresa Kawamura Gishi, único en Japón especializado en el diseño detallado de dedos de repuesto. Por algo más de 2 mil dólares se obtiene un dedo acorde a las medidas, curvatura, color de piel (con unos 20 colores distintos se logran más de mil tonalidades distintas), forma de las uñas del requirente; y estas terminaciones son colocadas en lo que queda del dedo como si fuesen tapas de lapicera.

La condición para que el cliente sea aceptado es demostrar cabalmente que ha abandonado la organización, y para eso es necesaria una confirmación por parte de la policía de Osaka. La especialista consultada señala: “No acepto dinero extra de gente que quiera saltarse esa exigencia. He tenido quejas de gángsteres a los que no les gustó cómo se veía su nuevo dedo, pero yo no hago caso de sus amenazas, incluso si vienen y empiezan a tirarme todos los muebles. Afortunadamente eso no sucede a menudo, y la policía me protege”.

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