Es negocio - Semanario Brecha

Es negocio

Para el funcionamiento de su IMAE cardiológico, el Hospital Militar lleva más de 15 millones de pesos desembolsados en una empresa administrada por el cirujano Mauricio Cassinelli y en la que participa su colega Gabriel Lorier. El dinero sale de una fundación vinculada al Militar a través de un convenio que fue observado por el Tribunal de Cuentas.

Imae cardiológico Hospital Militar / Foto: Juanjo Castell

Gracias a la instalación de un Imae cardiológico en el Hospital Militar, una empresa administrada por el cirujano Mauricio Cassinelli facturó más de 15 millones de pesos en menos de un año. El puzle que arman varios documentos en poder de Brecha desmiente el discurso repetido por varias autoridades del Ejecutivo que encabezaba José Mujica, que argumentaban una y otra vez que la apertura de un nuevo Imae buscaba evitar la fuga de dinero hacia el sector privado. Eso, a pesar de que Asse, el Fondo Nacional de Recursos (Fnr) y el Hospital de Clínicas (donde se encuentra el otro Imae cardiológico público) cuestionaban el proyecto.

El contrato al que accedió Brecha se firmó entre dos privados el 27 de agosto de 2014, de puño y letra de las autoridades de la empresa Caibarien Srl y la fundación Doctor Francisco Fernández Enciso, del Hospital Militar. Allí se establece que por cada cirugía cardíaca realizada en el nuevo Imae, la fundación abonará a la empresa el equivalente a un 35 por ciento del arancel que el Fnr paga por una cirugía cardíaca de adulto con circulación extracorpórea (la más cara de las intervenciones cardíacas, valuada por el Fnr en 2014 en 373.236 pesos). Esa cifra multiplicada por las 120 cirugías que alcanzará el Imae la semana que viene arroja que la fundación del Militar desembolsó 15.675.912 pesos más Iva en menos de un año de funcionamiento. El número de cirugías fue dado a Brecha por Gabriel Lorier, cirujano, sobrino del ex senador comunista Eduardo Lorier, y quien acompaña en el emprendimiento a Cassinelli desde el comienzo. Ambos habían sido nombrados el 30 de marzo de 2012 adscriptos del ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, para asesorarlo en la instalación del Imae, por lo que percibían un sueldo nominal de 42.672 pesos. Luego quedaron a cargo del proyecto. Y la forma en la que se hicieron con el negocio está plagada de zonas oscuras.

Por ejemplo, pocos meses después de que se aprobara la instalación del Imae el Ministerio de Defensa Nacional (Mdn) resolvió aumentar la transferencia de dinero que se hacía a la fundación Francisco Fernández Enciso, encargada hoy de pagar a la empresa de los cirujanos cardíacos. El Militar, que destinaba el 15 por ciento de su recaudación mensual en concepto de pago de tiques de medicamentos y análisis médicos, pasó a abonar el 70 por ciento de ese rubro. La resolución fue observada por el Tribunal de Cuentas, que entendió que “mediante la transferencia del 70 por ciento de lo recaudado y del suministro de un local para funcionamiento, previstos en el convenio a suscribir, indirectamente se eluden los procedimientos competitivos de compras que debería llevar a cabo el organismo público estatal para cumplir con los cometidos legalmente asignados”. Sin embargo, el ministro desoyó la observación y siguió adelante, como lo explicitó en una nueva resolución el 24 de julio de 2014, un mes antes de la firma del contrato. Finalmente, podría inferirse, se aseguró el monto para el pago a la empresa, o al menos una parte.

LO BARATO… Al contrario de lo que sucede con los de Imae cardiológicos privados y públicos, el Imae del Hospital Militar todavía no tiene cobertura del Fnr, lo que se traduce en que no recibe pacientes de otras instituciones, sólo puede atender a sus propios usuarios, y además el Fnr no se hace cargo del costo de las intervenciones. Antes de tener su propio Imae, el Militar derivaba a sus usuarios mayoritariamente a los institutos privados y debía pagar el 100 por ciento del arancel (el monto calculado por el Fnr sobre lo que, por todo concepto, cuesta realizar una intervención de este tipo). En ese contexto, parece un buen negocio pasar a abonar un 35 por ciento del arancel a Caibarien, empresa que con su nombre recuerda a la ciudad cubana. Sin embargo, el Hospital Militar no sólo paga ese monto, también destina sus instalaciones, realizó la inversión en tecnología y, al parecer, aporta los insumos y la mayor parte del personal. El propio contrato es vago y no establece con certeza qué aporta cada parte. Lo que sí está claro es que la institución realizó una inversión de cerca de un millón de dólares para equiparse y adaptar la planta física, según dijo públicamente Guido Manini Ríos, director de Sanidad Militar.

Las fuentes consultadas por Brecha indicaron que Caibarien sólo aporta el equipo técnico, compuesto por los cirujanos y un coordinador de Cti. El propio Lorier confirmó a este semanario que por el momento el hospital es el que tiene contratados a los enfermeros, aunque dijo que la empresa tiene “mucho personal” y sin explicitar demasiado habló de cardiólogos e intensivistas. Antes de perder la compostura por las preguntas de Brecha, e indicar qué temas deberían ocupar al semanario, Lorier dijo que algunos especialistas, “que son conocidos en el ambiente y que los habíamos traído nosotros, están dejando otros Imae” para ser “funcionarios del Militar”.

Pero el punto es que, de ser cierto que el Militar pone todo menos el equipo técnico, el porcentaje que destina al pago de los médicos estaría inflado, según dijeron diversas fuentes consultadas por Brecha. De esa forma, a diferencia de lo que podría parecer a primera vista, se trataría de un “mal negocio”. El caso más similar con el que se podría establecer una comparación sería el del Imae del Hospital Americano, donde se destina al equipo técnico un 15 por ciento del arancel, menos de la mitad de lo que cobra Caibarien por el servicio.

Sin embargo, fuentes del semanario señalaron que, aunque es posible, es poco probable que el hospital esté ahorrando con respecto a cuando carecía de Imae propio: para eso todos los gastos que está realizando el hospital por cirugía, exceptuando el pago a la empresa, no podrían superar el 65 por ciento de lo que se calcula que cuesta una cirugía cardíaca de adultos. Lorier dijo a Brecha, seguramente en alusión al ahorro que estaría haciendo el hospital, aunque se negó a aclararlo, que ya se recuperó la inversión de “700 mil dólares” y se “va a dar una ganancia neta de 1.200.000 dólares, que lo pueden destinar a balas, chocolatines o lo que fuera”.

Lorier aludió también al negocio que perdieron otras empresas médicas privadas, ahora molestas por la existencia de este Imae. Y eso, por dos motivos: primero, porque al contratar a través de la fundación se obvió el proceso licitatorio, al que se podría haber presentado cualquier otra empresa, y, segundo, porque se apostó a un modelo de tercerización que no existe en ningún otro Imae público, dado que es una empresa privada la que gestiona el instituto, algo que una fuente de este semanario definió como “un Imae privado que funciona en el sector público”.

Así las cosas, parece olvidada aquella idea de combatir la “mercantilización de la medicina”, impulsada por médicos “bandidos que se han apoderado del templo, a los que habría que correr a latigazos”, según dijo Fernández Huidobro en octubre de 2013 a Código País (Canal 12), mientras defendía un proyecto que terminaría con aquella situación en que “todas las cirugías cardíacas están privatizadas”.

SALE CARO. En esta etapa el Militar tiene una nueva meta, la última para consolidar su proyecto: recibir pacientes de otras instituciones. Para ello debe lograr que el Fnr financie esas intervenciones. El Fondo, sin embargo, ya había anticipado desde sus ámbitos técnicos que la instalación de un nuevo Imae en Montevideo era contraproducente y, en cambio, era necesario uno al norte del Río Negro (véase recuadro).

En ese contexto, antes del que el Fnr se expidiera, el Militar retiró su pedido de formularse como Imae independiente y realizó una nueva propuesta: hacer un convenio con Asse y el Hospital de Clínicas para convertirse en una especie de “sucursal” del hospital universitario. En ese esquema, el Clínicas sería la central y sus sucursales el Militar y el todavía no habilitado Imae del Hospital de Tacuarembó. Es que, si bien luego de “mucho esfuerzo” –como señaló el ex vicepresidente de Asse Enrique Soto– Tacuarembó logró la habilitación del presidente Mujica, el Imae no fue aprobado por el Ministerio de Salud Pública durante el período de Susana Muñiz, por lo que su participación en el trío propuesto sigue en stand by.

Consultado sobre este acuerdo, Lorier opinó que “los mismos que nunca dejaron desarrollar al Clínicas fueron los que levantaron la ola de que íbamos a matarlo”, y agregó que se pidió que desde el Militar “no se abarcara a todos los enfermos (del sector público) y se dejara un porcentaje para el Clínicas. Se dijo que sí, que por supuesto. Pero no dan abasto, no pueden. Hay que reconocer que han trabajado pero, claro, hay un volumen de enfermos enorme que no atienden”. Desde otro ángulo, el ex vicepresidente de Asse aclaró que durante su administración se intentó potenciar al Clínicas a partir de un convenio “para generar un polo de desarrollo cardiovascular” y que “los pacientes de Asse se atendieran ahí. Después surgió lo del Hospital Militar, pero nosotros no tuvimos nada que ver con eso, se dio con el respaldo del Msp de la doctora Muñiz y del Mdn”. En la misma línea, explicó que en el momento de concretar el acuerdo “había intereses encontrados: por un lado nosotros coincidíamos con el Clínicas y la Facultad de Medicina, y por otro lado estaba el Militar. Fue difícil de sintetizar. Hubo avances pero no se llegó a un texto definitivo”. En ese marco y por el momento, Asse es la única que no ha firmado el preacuerdo. En caso de que se concrete, ahora que la correlación de fuerzas en Asse cambió, el Clínicas recibiría el dinero del Fnr y lo repartiría entre los Imae del Militar, el del Hospital de Tacuarembó y el propio, según la cantidad de intervenciones realizadas en cada uno de ellos.
Lo último que se manejó, a fines del año pasado, en la comisión del Fnr donde estaban representadas las tres instituciones, es que el Militar accedería a que el Clínicas realice los cateterismos y angioplastias a cambio de que se repartan 50 y 50 las cirugías cardíacas que llegan al sector público desde el wsur del Río Negro. Ahí, más allá de encuentros o distancias, también hay otra disyuntiva: “El paciente tiene derecho a elegir el Imae al que va. Hay pacientes que no conocen el ambiente y confían en lo que les dice el médico, eso pasa en la mayoría de las situaciones. Pero para un convenio de este tipo hay que tener claro que no se puede derivar todos los pacientes al Clínicas o al Militar, porque el paciente puede elegir”, explicó Soto.

Sea como sea que se resuelva ese embrollo, lograr mayor cantidad de pacientes y cobrar por ellos el arancel del Fnr es el objetivo del Militar, lo que también le permitiría a la empresa recibir la tajada del 35 por ciento. Desde hace unos meses esta es la maraña que al Militar le queda por desenredar.

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Una cosa no quita la otra

Los resultados técnicos

Varias fuentes consultadas por Brecha señalaron que los resultados técnicos que arroja hasta el momento el Imae del Hospital Militar son buenos. En esa línea se expresó Lorier, quien considera que eso es lo único relevante periodísticamente: “Es la primera vez en 30 años que los pacientes públicos no mueren como moscas”, “por primera vez en la historia del Fnr un Imae público sustenta los mejores resultados del país”.

Pero una cosa no quita la otra, y los buenos resultados no vuelven más transparentes las formas.

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Más es menos, pero menos no es más

Todos en Montevideo

Técnicos de diferentes instituciones de la salud manifestaron en 2013 que era contraproducente abrir un nuevo Imae cardiológico en Montevideo. Es contraproducente, siguen manifestando.
El Fnr, consultado por las autoridades, elaboró un informe en julio de 2013 en el que se sostenía que, “según la literatura científica” y “en un sistema como el uruguayo”, “deben esperarse aproximadamente 650 cirugías cardíacas por millón de habitantes por año, cifra que, por otra parte, es la que se alcanzó en los últimos cinco años”. Esos datos y la constatación de que los centros que arrojan mejores resultados son los que hacen al menos 250 cirugías al año y poseen un primer cirujano que opera al menos en 125 casos, llevan a los técnicos del Fondo a concluir que el sistema montevideano ya estaba saturado y que un Imae más podía generar un descenso en la calidad de los servicios.

En la misma línea, recientemente el ex vicepresidente de Asse Enrique Soto sostuvo a Brecha que su “idea era que si Uruguay iba a generar un nuevo Imae que fuera en el Interior. Se están creando demasiados en Montevideo y si tenemos en cuenta que es una enfermedad en la que son importantes los tiempos, que el estimado en el que se tiene que resolver es entre 90 minutos y dos horas, lo lógico hubiera sido que se invirtiera en Tacuarembó o al norte del Río Negro”.
En 2013 había seis Imae cardiológicos en Montevideo, al que se le sumó el del Militar. En el Interior sigue sin haber ninguno.

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