Dos de las tres protagonistas femeninas de esta película* son estudiantes universitarias que ejercen la prostitución de manera más o menos encubierta, tomando ciertos cuidados, evitando caer en las redes de los tratantes de blancas y bajo el manto psicológico de una coartada moral difícil de rebatir: “nada malo me sucederá”, “la paso bien”, “ninguno de mis principios está peligrando”. Lo hacen para ganar buen dinero, financiar sus estudios, sentirse autosuficientes y colaborar con sus familias (que de esto nada deben sospechar, pero igual sospechan) en su manutención. Ambas muchachas son jóvenes, hermosas, frescas, decididas. Una (Joanna Kulig) es una polaca rubia, grande, atrevida y voluptuosamente sexuada que está liada con un hombre rico que ha puesto un elegante apartamento a su dispos...
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