La máquina de excluir - Semanario Brecha

La máquina de excluir

Ya se conocen los nominados a los Oscar y poco demoraron en hacerse oír las observaciones sobre las carencias, los olvidos, las grandes exclusiones que supuso la selección. El director Spike Lee estuvo haciendo el ruido militante que lo caracteriza señalando que, por segundo año consecutivo, entre los 20 competidores en las categorías a mejor actor no hay ni un solo negro nominado. Es por esa razón que, a pesar de que hay una estatuilla honorífica reservada para él, en señal de repudio declaró que no asistirá a la 88ª gala. A partir de ello Chris Rock, que va a estar oficiando como maestro de ceremonias, calificó a los Oscar como “premios de apuestas para blancos”

Pero si bien la discriminación en este sentido es una realidad, hay otra que quizá sea igual de grave o peor y que caracteriza a la ceremonia desde siempre. Como los Oscar son galardones que la industria da para premiarse a sí misma, se puede afirmar con certeza que las películas y las figuras allí presentadas son un fiel reflejo de la producción hollywoodense en su conjunto, y entre las nominadas a mejor película (incluyendo mejor largometraje de animación) no hay ninguna directora mujer. Sólo pasando a las categorías no propiamente hollywoodenses –mejor documental y mejor película extranjera– puede encontrarse dos mujeres directoras, la de Mustang y What Happened, Miss Simone?, respectivamente.

La Unión Americana de Libertades Civiles (Aclu, por sus siglas en inglés) denunció esta situación el año pasado, y pidió al gobierno estadounidense actuar “contra la exclusión generalizada de las directoras mujeres”. Según sus palabras, contra “un patrón sistemático de discriminación y exclusión” por parte de la industria del entretenimiento. Como menciona la asociación, no se trata de que no haya mujeres calificadas interesadas en dirigir grandes películas, sino que existe una clara voluntad discriminatoria por parte de los productores y ejecutivos a cargo de los grandes proyectos. Un estudio reciente del Instituto Sundance y Women in Film detalla que las mujeres directoras se han desempeñado en menos del 5 por ciento de las películas más importantes de las últimas dos décadas. Pero cerca de la mitad de los estudiantes de las escuelas de cine son mujeres.

La dirección no es el único rubro señalado con esta carencia. Según un estudio de Celluloid Ceiling, en otras áreas la correlación es aun peor. En 2013, en el departamento de efectos especiales, dos de cada cien trabajadores del sector fueron mujeres. En la dirección de fotografía sólo un 3 por ciento lo fue.

Esta ausencia de mujeres en puestos clave no sólo ocurre detrás de cámaras sino que es claro que en los contenidos que esa mayoría de artistas hombres genera hay una discriminación similar. Un estudio de la Universidad Estatal de San Diego señala que en 2014 sólo un 12 por ciento de las películas contó con una protagonista femenina, y que el porcentaje viene decreciendo en la última década. Otro medidor muy interesante, aunque no lo suficientemente aplicado, es el llamado “test de Bechdel”, sistema utilizado para medir la brecha de género en manifestaciones artísticas actuales, como el cine, series, cómics, obras de teatro y otros, y supone un interesante e ilustrativo medidor de esta tendencia.

Una película aprueba el test si, primero, aparecen al menos dos personajes femeninos, cada uno de ellos con un nombre definido. Segundo, si estos dos personajes hablan el uno al otro en algún momento del metraje y, tercero, si en esa conversación el tema central no es un hombre.

A primera vista el test puede parecer poco relevante, pero lo interesante es cómo la amplísima mayoría de las películas hollywoodenses (tanto las buenas como las que no lo son) no cumplen con estos tres sencillos requisitos. Y si se aplican las mismas reglas a la inversa –que sean hombres los que conversen entre ellos, y no acerca de una mujer–, prácticamente todas las películas sí aprueban el test. Aplicando esta sencilla regla a los grandes clásicos, o incluso a nuestras películas favoritas, podremos comprender cabalmente hasta qué punto la mujer también es discriminada en las pantallas.

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