La que iba cantando volvió - Semanario Brecha

La que iba cantando volvió

Inaugurar una sala de espectáculos a los fondos del teatro Solís parece un gesto cercano a creerse Napoleón, pero en grupo. La Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay reabrió ayer, en su sede, la Sala Camacuá,1 que cobijará, como en los tiempos de retorno del exilio, buena música uruguaya. El productor Gustavo Colman, gestor del espacio, amplía detalles.

¿Qué los impulsó a asumir este riesgo “en las barbas” del Solís?

—Esa cercanía es fortaleza, no debilidad. Que aumentará cuando se sume al entorno el complejo cultural que abrirá en el edificio del ex Mercado Central y que ofrecerá desde boliches –el bar Fun Fun, por ejemplo, que vuelve a su primera ubicación– hasta salas de Cinemateca.

Igual, en algún momento alguien habrá subrayado que están a pasos de uno de los teatros más importantes de la región.

—Lo que tiene el Solís no lo tendremos nosotros, pero mañana quizás él sí tenga algo de lo nuestro, porque procuraremos ampliar oportunidades para músicos emergentes. Esos artistas calificados que este país, por fortuna, sigue produciendo, y que actúan en bares y pubs, sin acceso a una sala.

—¡En qué basaron la propuesta de reapertura?

—En la experiencia adquirida por quienes estuvimos gestionando la programación de la Sala Vaz Ferreira, de la Biblioteca Nacional, hasta mediados de este año. Esa actividad fue cancelada por decisión de las respectivas autoridades, lo que obligó a dejar sin efecto más de cuarenta actuaciones que estaban agendadas e intentaremos transferir a la Camacuá. Ambas salas fueron diseñadas específicamente para música.

El arquitecto de la Camacuá fue Conrado Silva.

—Sí, un visionario que la dotó de una acústica perfecta y la recubrió con madera de cedro. Recuperamos las butacas rotas, instalamos nueva moquete y la equipamos con luces y sonido. Después de que nos cesaron en la Vaz Ferreira, el alcalde del Municipio B, Carlos Varela, que tiene a la Ciudad Vieja como un área prioritaria de su programa de gobierno, me preguntó si no me interesaba hacer algo en la ex sala de Aebu, que llevaba una década cerrada; de inmediato respondí que sí y coordinamos una reunión con el sindicato. Nos pidieron un proyecto, lo aprobaron y con gran esfuerzo pudimos concretar la recuperación en dos meses. Destaco la actitud de apertura y compromiso con este proyecto del gremio de empleados bancarios, que venía coordinando con la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación la remodelación de su histórica sede, diseñada por el arquitecto Rafael Lorente, y el involucramiento, también, de la Asociación Uruguaya de Músicos (Audem), que nos permite darle contenido.

¿Cuánto costará la entrada?

—Como te decía, haremos hincapié en el trabajo del artista y su digna remuneración. Si ponemos un precio bajo, entre los beneficios dos por uno, invitaciones e impuestos, el artista termina casi pagando por actuar; el costo promedio de nuestras entradas será de 300 pesos, que es el mínimo indispensable para asegurarle honorarios, repito, dignos. Hay un preconcepto que asocia público masivo y precios bajos, cuyos problemas se evidencian cuando vienen artistas de fama mundial y pagamos sumas siderales para verlos; no critico eso, está muy bien, por algo son grandes, pero entonces también valoremos, y paguemos, a los grandes propios.

¿Qué capacidad tiene la sala y qué beneficios prevé?

—Doscientas sesenta butacas, los socios de Aebu tendrán un cupo de entradas por función, y a los artistas les ofrecemos lo que denominamos una presentación amigable: diseño e impresión de 100 afiches, tamaño A3, que irán a los lugares que frecuentan.

¿Cómo balancearán la promoción de emergentes con la entrada a un precio que muchos considerarán excesivo?

—En la Vaz Ferreira trabajamos con esos precios y nunca representaron un obstáculo. Queremos educar a la gente en la valoración del artista, y la puntualidad. Comenzaremos en hora, sin posibilidad de ingreso posterior.

En tren de educar a la gente, ¿qué harán con los celulares?

—Pedir que los apaguen.

Hace años que eso no funciona; y además están los que atienden llamadas.

—Bueno, quizás afecten más al teatro que a géneros como el rock y el pop.

Hablás de educar a la gente y respetar al artista. ¿No merece, el artista, ser escuchado sin interferencias?

—Obvio que sí, pero no sé cómo resolver lo de los celulares sin apelar a medidas autoritarias.

Podés solicitar, con suma simpatía, que dejen sus celulares en recepción, numerarlos y devolverlos a la salida.

—Podría ser.
1. www.aebu.org, en facebook Sala Camacuá.

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