Pálido homenaje - Semanario Brecha

Pálido homenaje

El galán irresistible, el latin lover del título, ha desparramado por el mundo su amor y su simiente logrando que su vida estuviera colmada de mujeres. Dos esposas, tres amantes (reconocidas), cinco hijas –una italiana, una francesa, una española, una sueca y una estadounidense–, y la sospecha de una sexta… no reconocida, por supuesto.

La película empieza con un montaje que es un recorrido por la carrera del actor Saverio Crispo (Francesco Scianna), que es un recorrido por media historia del cine italiano, desde las comedias, los spaghetti western y el posneorrealismo hasta el cine comprometido, el drama existencial, la coproducción con otros países europeos. Hay sin embargo algo en el cómo se muestra ese recorrido, que de por sí sería fenomenal, que es un algo reduccionista, caricaturesco, con un actor cuyo rostro no varía a lo largo de lo que se supone fueron una punta de años, y que hace que más que un homenaje –que es lo que la película afirma ser– ese montaje, si no una burla, parezca una versión desleída y simplificada de ese tamaño recorrido.

Y eso adelanta lo que será la película toda.1 La reunión, en su casa, de la primera esposa (Virna Lisi) y la primera hija (Angela Finocchiaro) del difunto actor, de cuyo fallecimiento se conmemoran diez años, con la segunda esposa (Marisa Paredes) y la segunda hija (Candela Peña), más la tercera hija (Valeria Bruni Tedeschi), la cuarta (Pihla Viitala) y la quinta (Nadeah Miranda), plantea no sólo un elenco internacional sino la versión exagerada y pretendidamente jocosa del galán irresistible, el latin lover del título, que ha desparramado por el mundo su amor y su simiente logrando que su vida estuviera colmada de mujeres. Dos esposas, tres amantes (reconocidas), cinco hijas –una italiana, una francesa, una española, una sueca y una estadounidense–, y la sospecha de una sexta… no reconocida, por supuesto. Según los diálogos el hombre fue irresistible e inolvidable, y sus mujeres no cesan hasta el hoy en que transcurre el filme de luchar por su preferencia, de celarlo post mortem compitiendo entre sí. Hay por ahí algunos hombres a su vez compitiendo con el fantasma pero sin mucho éxito, el enamorado oculto de la hija mayor, el marido infiel de la segunda, un doble de riesgo (Lluís Homar) con algún secreto picante para acercar la temática a la sensibilidad actual, y de paso poner en entredicho la supremacía viril del difunto. Pero los diálogos y las situaciones generadas carecen de gracia y de sutileza, el humor es forzado, y el tratamiento prácticamente de teatro filmado no ayuda a creerles a esas mujeres sus profundos sentimientos ni a la directora Cristina Comencini –hija de Luigi Comencini, él sí un eminente director de comedias italianas– su voluntad de homenaje a ese cine del que proviene. No deja de ser sintomático que la película tuviera cuatro nominaciones al David di Donatello, el Oscar peninsular, en las categorías de vestuario, maquillaje, peluquería… y a mejor actriz: Virna Lisi. Fue la última aparición de la otrora bellísima rubia en la pantalla –de hecho, no llegó a ver la película estrenada–, y su serena y chispeante elegancia puede imponerse, aun en este pálido homenaje a su figura mítica –la película está dedicada a ella– y al cine italiano. Una y otro hubieran merecido uno mejor.

  1. Italia, 2014.

 

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