¿Se puede ser izquierda, gobernar, y seguir siendo izquierda? - Semanario Brecha

¿Se puede ser izquierda, gobernar, y seguir siendo izquierda?

¿Es posible construir un gobierno de izquierda en un contexto capitalista globalizado?, ¿es posible construir una democracia más participativa con las reglas de juego existentes, o hay que inventar otras? Estas y otras preguntas intentan ser respondidas en este dosier, del que participan especialistas e intelectuales latinoamericanos.

En los últimos años las distintas izquierdas latinoamericanas asumieron responsabilidades de gobierno. Hijas de los fracasados intentos socialistas, y pragmáticas a la hora de enfrentarse a “la realidad de gobernar”, fueron revalorizando las instituciones democráticas y al mismo tiempo se alejaron de la base social que las llevó al poder. Las desilusiones que generaron estos gobiernos autodenominados progresistas en América Latina fueron quedando en evidencia, así como las limitaciones para cumplir con la tarea que persiguieron durante décadas: hacer un mundo más justo y solidario. Pero ¿es posible construir un gobierno de izquierda en un contexto capitalista globalizado?

Si bien no sería adecuado decir que estos gobiernos no hicieron nada diferente a los neoliberales que pulularon en la zona, está claro que no pudieron modificar en casi nada las bases del sistema: la desigualdad apenas mejoró (América Latina sigue siendo la región más desigual), y no han encontrado la forma de avanzar en la redistribución de la riqueza ni en ponerle freno al enriquecimiento desmesurado.

Por otra parte, el crecimiento económico registrado en casi toda la región se ha dado a caballo de los commodities. Esta ola de buenos precios para las materias primas empujó a los gobiernos a promover políticas extractivistas. ¿Es posible un desarrollo económico que considere la protección de los recursos naturales no renovables y el derecho a un ambiente más saludable?

Otro de los rasgos identitarios de las izquierdas que fue mutando en el ejercicio del poder es la relación con la protesta social. Si bien buena parte de esos gobiernos llegaron precedidos de protestas y manifestaciones sociales, una vez instalados no promovieron la participación ciudadana en las decisiones políticas, e incluso se sienten incómodos cuando los movimientos sociales toman las calles para manifestar sus discrepancias o evidenciar sus reivindicaciones. ¿Es posible construir una democracia más participativa con las reglas de juego existentes, o hay que inventar otras?

Estas y otras preguntas intentan ser respondidas en este dosier, del que participan especialistas e intelectuales latinoamericanos.

Artículos dentro del Especial:

Artículos relacionados