Elecciones en Guatemala: Un voto contra la corrupción - Semanario Brecha
Elecciones en Guatemala

Un voto contra la corrupción

Las elecciones generales del domingo pasado en Guatemala le dieron la victoria a James Morales, del Frente de Convergencia Nación (FCN), un partido creado por retirados militares. Las movilizaciones bajo banderas anticorrupción, que llevaron a la caída del ex presidente Otto Pérez Molina, corren el riesgo de no desembocar en nada demasiado nuevo.

Le bastó a Morales presentarse como “ni corrupto ni ladrón” para ganar una elección en la que obtuvo el respaldo de uno de cada cuatro electores. Detrás de él se ubicaron la ex primera dama Sandra Torres, representante de la Unidad Nacional de la Esperanza, identificada como socialdemócrata, y Manuel Baldizón, presidenciable del partido Líder. Hoy viernes debería saberse quién de ellos se ubica en segundo lugar y disputa con Morales la segunda vuelta electoral, a fines de octubre. Semanas antes, los sondeos de opinión situaban a los tres partidos en los primeros lugares, pero en distinto orden. Baldizón se perfilaba como favorito, pero las investigaciones presentadas en los últimos meses por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público (MP) alteraron el panorama electoral, perjudicando al oficialismo por las implicaciones de la ex vicepresidenta Roxana Baldetti y el ex presidente Otto Pérez Molina en una trama de corrupción conocida cono La Línea. Acorralado, Pérez Molina renunció a su cargo tres días antes de las elecciones y fue detenido. A Pérez Molina se lo acusa también de haber recibido, en 1993, un soborno por 1,5 millones de dólares para proteger en Guatemala al capo narco mexicano Joaquín “el Chapo” Guzmán. El descubrimiento de este hecho se dio por accidente, en el marco de investigaciones para esclarecer la muerte del religioso mexicano Juan Jesús Posadas Ocampo a manos del narcotráfico.

Los hallazgos de la CICIG y el MP también revelaron que el candidato vicepresidencial del partido Líder, Edgar Barquín –ex presidente de la banca central– , su hermano Manuel y Jaime Martínez Loayza, ambos diputados, están involucrados en una red de lavado de dinero. Hay solicitud de antejuicio en su contra por asociación ilícita, lavado y financiamiento electoral ilícito.

Virgilio Álvarez, analista y miembro de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, considera que el resultado de la primera vuelta es consecuencia de las movilizaciones anticorrupción que tuvieron lugar en las últimas semanas en Guatemala con eje en la Plaza de la Constitución, el lugar que convocó principalmente a representantes de la clase media urbana durante cuatro meses cada sábado desde el pasado mayo. Las marchas, dice Álvarez, “despertaron una actitud anti partidos políticos”. Por primera vez, diversos sectores salieron a la calle y se unieron en manifestaciones pacíficas en un país que se encuentra entre los más violentos del mundo. El 27 de agosto fueron 200 mil las personas que participaron en manifestaciones en todo el país.

DE LAS REDES SOCIALES A LA CALLE. Gabriel Wer es integrante del movimiento creado a partir de esa primera muestra de rechazo a la corrupción expresada en las redes sociales. Todo partió de una mujer “indignada”, Ana Lucía Mendizábal, una empresaria de 53 años ajena a cualquier militancia política, que en mayo pasado, harta de tener que desayunar, almorzar y cenar con nuevos hechos de corrupción, lanzó un mensaje por Facebook: “a ver si esta vez hacemos algo”. Mendizábal creó entonces #Renuncia Ya para organizar una manifestación pública en la que se exigiera la salida de la entonces vicepresidenta Baldetti. En tres horas se habían sumado a la convocatoria unas 2 mil personas, y 24 horas más tarde unas 7 mil habían confirmado su participación. En las redes se fueron acordando las reglas de la iniciativa: que fuera una manifestación pacífica, sin micrófonos, sin marcha posterior. No todos los manifestantes querían en ese momento la partida de Otto Pérez Molina porque aducían que había que proteger la institucionalidad del Estado. Pero poco a poco comenzó a crecer la demanda de una depuración del sistema político en su conjunto que fue llegando al entorno del presidente y luego al propio mandatario.

Fueron los jóvenes los que tomaron la delantera. Para un país como éste, donde 70 por ciento de sus 15 millones de habitantes tienen menos de 35 años, no es raro, pero la juventud guatemalteca estaba desmovilizada. Edgar Pereira, coordinador del Observatorio Electoral de la Convergencia Nacional para la Reforma Política, sostiene que en estos meses “la juventud descubrió que puede incidir y exigir cambios. Es gente que creció ajena al conflicto armado de las décadas anteriores, está inmersa en una dinámica nueva y tiene una forma distinta de ver las cosas. En la Convergencia trabajamos con muchachos de 18 a 26 años, de las comunidades. Pese a los grados de pobreza y precariedad, todos tienen acceso a la tecnología por medio de un teléfono móvil o Internet. Las movilizaciones son un triunfo de la interacción en redes sociales, prensa, radio, televisión y blogs”.

EL EJÉRCITO ENTRE BAMBALINAS. El próximo parlamento guatemalteco será más variado. Por primera vez habrá diputados de la Convergencia de Pueblos de Occidente, una alianza de movimientos sociales e indígenas. Pero globalmente habrá un neto predominio de las fuerzas de derecha. Alejandro Balsells, abogado constitucionalista integrante del movimiento Semilla, un grupo de reflexión que reúne a académicos progresistas, interpreta el resultado de las elecciones como reflejo de una sociedad terriblemente conservadora. Mientras no se modifiquen las leyes electorales, que apañan el financiamiento irregular de los partidos y favorecen de hecho a las formaciones tradicionales, se dará un proceso electoral que no genera elecciones competitivas, piensa. Bernardo Arévalo, otro miembro del grupo Semilla, sostiene a su vez que es probable que la nueva etapa que está viviendo el país no suponga cambios radicales. Esta es, de todas maneras, “la primera crisis política de la que el ejército de Guatemala está ausente. Desde su creación, en 1871, el ejército ha sido actor de la política nacional y ha figurado prominentemente en todas y cada una de sus crisis políticas”, apuntó.

Sin embargo, el partido FCN Nación, que patrocina al candidato ganador de la primera vuelta, fue creado por la Asociación de Veteranos Militares, y la mano derecha de Jimmy Morales es el ahora diputado electo Edgar Justino Ovalle Maldonado, un ex oficial de operaciones a quien documentos desclasificados vinculan con las masacres y desapariciones ocurridas durante el conflicto armado. Ovalle Maldonado formó parte de la Fuerza de Tarea Ixchil, comandada por Otto Pérez Molina, cuando el presidente era el genocida Efraín Ríos Montt.

El dirigente del FCN no tiene un plan de gobierno. Prometió que continuará respaldando las investigaciones sobre corrupción del MP y de la CICIG, pero poco más se sabe de sus propuestas, con la salvedad de que rechaza el aborto y el matrimonio igualitario. La habilidad del candidato, según Álvarez, estuvo en “esconder la organización a la que pertenece” y presentarse por lo que es, un cómico y pequeño empresario con estudios en ciencias políticas. La población lo conoce mejor como Neto, el personaje de un programa de comedia en la televisión abierta con la que alcanzó gran repercusión mediática. Morales deberá igualmente negociar con otras fuerzas para tener respaldo parlamentario: su partido obtuvo sólo 11 de los 158 escaños en el Congreso.

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