Venezuela, al margen de los medios de comunicación - Semanario Brecha

Venezuela, al margen de los medios de comunicación

Vemos estado diez días en Venezuela, en un viaje pago por uruguayos exiliados escapando a la dictadura uruguaya, que han querido que alguien fuera testigo ocular de la realidad venezolana. Por supuesto, no se puede pretender que, en diez días, pueda conocerse cualquier realidad a fondo. Pero es posible ver lo más evidente.

Fuimos con la impresión dada por los medios de comunicación de que Venezuela está al borde de la guerra civil. Nada más lejos de la realidad. Cierto que no salimos de Caracas. También es cierto que no fuimos a la zona este de Caracas, que es algo así como Carrasco para Montevideo. Allí viven la clase media-alta y la clase alta. Es donde ocurren las manifestaciones violentas. La policía ha podido comprobar que hay grupos reclutados entre delincuentes, debidamente pagos, que son los verdaderos violentos. Usan armamento incendiario, cócteles molotov. También utilizan unos artefactos que arrojan un proyectil a unos cien metros y que, al caer, se incendian, incluso elementos con control remoto, con uno de los cuales quemaron a ocho policías, según los medios.

En el resto de Caracas, que recorrimos ampliamente, visitando los barrios, una paz absoluta.

La noche antes del día de la elección para la Asamblea Constituyente, Henrique Capriles, gobernador del estado de Miranda y opositor, dijo por televisión que, al otro día, iban a obstaculizar los accesos. También dijo lo mismo un diputado de la llamada oposición.

Caracas es una ciudad intrincada, no hay calles en damero. Son todas con curvas increíbles por la sinuosidad del terreno. Pero no ocurrió nada, sólo algunos pocos hechos puntuales en los barrios de la clase alta.

La elección transcurrió tranquila, con colas de tres cuadras que obligaron al Consejo Nacional Electoral a ampliar el horario, primero una hora y luego hasta casi la medianoche, para permitir que todos, los de las largas colas, pudieran votar.

Estoy en la militancia política desde 1946 y nunca he visto movilizaciones como las que tuvieron lugar en Caracas.

Tratando de intercambiar con la gente, recorrimos los barrios. En uno asistimos a la entrega de las llaves de la vivienda número 1.700.000. Piensan llegar a los 5 millones. Son bloques de viviendas que el gobierno construyó para trasladar a los habitantes de los cerros que están en zonas de alto riesgo de desplomarse, algo que ya ha ocurrido. Están en las laderas de los cerros y hay peligro de avalancha.

En otros barrios, siempre en los cerros, pudimos comprobar un alto grado de organización popular. Hay emprendimientos económicos organizados por lo que ellos llaman la “comunidad”. Vimos dos panaderías, una carnicería, una pollería, un taller de costura, una empacadora de azúcar, un taller mecánico en donde reparan desde autos hasta maquinaria pesada, una fábrica de bloques de cemento y, muy importante, un banco y una emisora de onda larga. Todo esto lo administran comunidades autónomas, pero cuentan con un organismo coordinador central. Una experiencia muy interesante de propiedad colectiva. Hace cuatro años que funcionan, sus precios son muy inferiores a los del mercado. Y en el caso del pan, el 50 por ciento del precio del mercado.

Cuentan con policlínicas barriales, con médico y enfermera residentes. En la mañana atienden a los usuarios y en la tarde recorren las viviendas realizando medicina preventiva. Esto es una copia del sistema de salud de Cuba. Incluso, al principio eran médicos voluntarios cubanos los que iniciaron el sistema, por el plan Barrio Adentro, promovido por el comandante Chávez.

Hay camiones-almacén del Estado que venden comestibles a menor precio. Rápidamente agotan el stock del día. Estos camiones van a los distintos barrios.

Preguntadas las gentes sobre la escasez de productos de primera necesidad, respondieron que hay una escasez que obliga a largas colas, pero también dicen que la oferta no ha variado: es la misma de siempre. Pero ha cambiado la demanda. Ha aumentado el poder adquisitivo de sectores de la población que antes no podían adquirir ciertos productos, y eso repercute en una escasez relativa.

Los carteles de “Tenemos hambre” que figuran en muchas fotos que publican los medios son precisamente de la zona donde no hay escasez, que es la de clase media-alta. Todos los comercios que vimos tenían mercaderías; eso sí, a altos precios. En donde realmente existe una verdadera escasez es en el ramo de los medicamentos. Pero ahí intervienen los laboratorios, en manos de los llamados opositores, que boicotean la oferta.

Pudimos visitar la universidad militar, en donde estudian los cadetes. Estuvimos reunidos alrededor de una hora con un general y varios coroneles del plantel docente. O fueron grandes actores o están muy convencidos del proceso político-social de Venezuela, porque salimos convencidos de que apoyan profundamente el proceso. Con esa cabeza es que forman a los estudiantes para oficiales. Por otra parte, los siete profesores eran también egresados de universidades civiles con diferentes carreras.

La llamada oposición quiso organizar un paro del transporte, pero fracasó. Hay transporte privado y gubernamental. Del privado, muy pocos acataron. Y el transporte público circuló sin problema.

Encontramos más estructurados orgánicamente a los grupos políticos chicos, algunos integrados al Polo Patriótico. Del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) no pudimos visitar ningún organismo. Una crítica repetida por varios grupos chicos es que el Psuv está demasiado “pegado” al gobierno. Esto fue reconocido por algunos integrantes del gobierno. Nosotros advertimos que Gorbachov, en su informe al Comité Central de la ex Unión Soviética, dijo que el Partido Comunista no había establecido una distancia con el gobierno, lo cual no le permitió analizar con objetividad la gestión de sus integrantes. Reconocieron que es un tema a analizar.

Pudimos constatar mucho fervor en la gente, pero también, a nuestro juicio, pocas ideas políticas.

Internamente el proceso que llaman socialista, pero que preferimos llamar experimento político-social, no corre peligro. La llamada oposición no tiene fuerza para derrocar al gobierno. Quedó demostrado por la imposibilidad de impedir la votación para la Asamblea Constituyente. Otra cosa es el peligro exterior. No puede ser casualidad la actitud mayoritaria de los países latinoamericanos en contra de Venezuela. Hace acordar a lo ocurrido con Cuba hace años.

Oímos al señor Larrañaga, en un reportaje, referirse a la dictadura en Venezuela. Quienes pagaron mi pasaje tuvieron que exiliarse de la dictadura uruguaya. De los que manifiestan con violencia, ¿cuántos han tenido que exiliarse por la dictadura de Maduro? Ninguno. Están todos los que fueron golpistas. Y que no mataron a Chávez por milagro. Tenía razón Chávez para estar con la Biblia en la mano: por milagro no lo mataron. Los únicos exiliados son los golpistas Carmona y el general González González.

La llamada oposición no es oposición. En Uruguay tenemos oposición al gobierno frenteamplista. Están haciendo todo tipo de tramoyas para desprestigiar al gobierno tratando de ganar en las próximas elecciones. En Venezuela eso no les interesa, ni les interesa el diálogo, como quedó demostrado cuando desestimaron la propuesta del mismo papa. Quieren derrocar al gobierno para retomar el control de la renta petrolera. Y son instrumento del imperialismo yanqui, al que le interesan las riquezas que posee Venezuela, que no son sólo petróleo, tiene bauxita, hierro, carbón, oro, coltan, esmeraldas, torio, etcétera…

Los países latinoamericanos, con gobiernos sin solvencia moral, atrevidamente quieren incidir en las actitudes de un pueblo soberano. Tenemos que lamentar que el gobierno uruguayo no tenga una postura digna de respeto hacia el pueblo hermano de Venezuela.

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