La izquierda social y partidaria frente a Nicaragua: Duro de roer - Semanario Brecha
La izquierda social y partidaria frente a Nicaragua

Duro de roer

La discusión sobre la crisis nicaragüense quedó en pausa en los organismos frenteamplistas luego de las sendas declaraciones del Foro de San Pablo y del Senado. En algunos sectores el tema sigue sobre la mesa, en otros prefieren dejarlo a un lado para evitar discrepancias. Como si fuesen excluyentes, algunos hacen hincapié en el imperialismo mientras otros critican abiertamente al gobierno de Daniel Ortega. En la central sindical el tema ni siquiera se ha tratado.

La izquierda social y partidaria frente a Nicaragua

La situación que se vive en Nicaragua es un tema arduo de procesar en algunos ámbitos de la izquierda que históricamente apoyaron la revolución sandinista. En la amplia coalición que es el Frente Amplio (FA) no hay una posición: ni en los sectores ni en la interna de algunos de ellos. En abril, la reforma que el gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, habían impulsado llevó a un estallido social que terminó con una brutal represión. El 27 de ese mes la mesa política del FA expresó en una declaración “su preocupación por los niveles de enfrentamiento que tuvieron lugar”, la “esperanza” de llegar a un diálogo, su solidaridad con “los familiares de las víctimas” y la necesidad de una investigación que permitiese identificar a los responsables de las “muertes acaecidas”.

Luego, en junio, varios sectores sacaron pronunciamientos propios. El sector de la senadora Constanza Moreira, Casa Grande, difundió una declaración muy crítica con el gobierno nicaragüense. El Nuevo Espacio, de Rafael Michelini, y el Partido Socialista divulgaron un comunicado que analizaba la situación de Argentina, Brasil, Colombia, Nicaragua y Venezuela. En éste el capital y Ortega iban de la mano: “condenamos la actitud del gobierno Ortega-Murillo que, aliado con sectores empresariales, sigue confirmando el rumbo de un régimen devenido en autocrático, personalista y de partido hegemónico”.

Entre tanto, el Proyecto Miramar, un grupo de militantes frenteamplistas no orgánicos, sostuvo: “Deberíamos haber protestado desde la primera muerte de un estudiante a manos de la represión gubernamental; sin embargo, callamos porque el gobierno era del Frente Sandinista de Liberación Nacional (Fsln), sin reconocer que el orteguismo nada guarda del sandinismo original. Pedimos al FA y a nuestro gobierno que actúen de inmediato bajo estas premisas para honrar esos principios que Ortega ha traicionado”. Pero el partido de gobierno en su conjunto guardó silencio.

José Mujica, desde la banca de senador que aún ocupaba en julio, afirmó sin tanta templanza que “quienes ayer fueron revolucionarios perdieron el sentido”, y sugirió que “en la vida hay momentos en los que hay que decir me voy”. Pero en el Mpp la diversidad de opiniones impide un pronunciamiento en bloque, y la decisión sobre el asunto es no hacer declaraciones a la prensa. Reflejo de esto es la respuesta del diputado emepepista Daniel Caggiani, que al ser consultado por Brecha, y pese a haber participado del Foro de San Pablo (Fsp), se limitó a contestar: “Paso”.

La asistencia al Fsp de una delegación del FA, que incluyó dirigentes de diversos sectores, reavivó las aguas. En La Habana se llegó a una declaración en la que, con respecto a Nicaragua, se rechazaba la “política intervencionista de Estados Unidos” que genera “violencia, destrucción y muerte mediante la manipulación y la acción desestabilizadora de los grupos terroristas de la derecha golpista” que entorpecen el “proceso de transformaciones sociales impulsado por el Fsln”. No había en esas líneas ninguna crítica al gobierno nicaragüense. De todas formas, hay coincidencias en filas oficialistas acerca de que la declaración hubiese cantado loas a la dirigencia actual de Nicaragua si no fuese porque el FA puso a discusión la crisis que atraviesa dicho país y logró bajar el tono de la proclama. Pese a ello, el presidente del FA, Javier Miranda, manifestó que lo resuelto en el Fsp no representaba el sentir de su fuerza política.

Mientras esta instancia se cerraba, el senador Pablo Mieres, del Partido Independiente, propuso en el Senado una declaración que pedía la renuncia de Ortega. El oficialismo hizo otra propuesta, votada por unanimidad y que, a contrapelo de la resolución del foro, exige al gobierno “el cese de la violencia” y no menciona las “maniobras imperialistas”. El tema volvió a tratarse entonces en la mesa política, en la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del FA (Carifa); se sucedieron explicaciones e intercambios, pero allí quedó estancado.

El presidente de la Carifa, José Bayardi, dijo a Brecha que esta comisión no ha vuelto a manifestarse porque es un órgano asesor de la dirección, y la mesa política no le ha pedido que lo haga. Opina que si bien “hay posiciones en un extremo y en el otro”, hay lugar para una “posición en común”. Considera también que aunque unos meses atrás parecía ser la oposición nicaragüense la que trancaba el diálogo, “hoy el que no quiere negociar es el gobierno”. A esta altura nadie niega la represión ejercida por la administración de Ortega. La diferencia está quizás en el orden del relato: mientras unos empiezan por la crítica a su gobierno, otros arrancan por el mal del imperialismo.

El senador comunista Juan Castillo dijo a Brecha que aunque entienden que “la acción del gobierno para reprimir la movilización se fue de cauce”, a su sector se lo asocia “erróneamente” más con la resolución del Fsp que con la “posición propia del partido”. De todas maneras, abonando esta supuesta mala interpretación, reflexionó: “En Cuba se dieron cita representantes de 44 países y 112 organizaciones distintas de izquierda. ¿Son todos unos zapallos, empezando por Nicolás Maduro, Salvador Sánchez Cerén, Evo Morales, (Miguel) Díaz-Canel, Raúl Castro? ¿Nos comimos todos la pastilla? ¿No será que atrás hay algo distinto a lo que la mercantilización de la información nos quiere pasar? Dentro de 20 años vamos a leer los documentos desclasificados de la Cia que dirán cómo operó en Nicaragua para que sucediera lo que sucedió”. Y cerró: “Yo con uñas y dientes defiendo los proyectos políticos de izquierda en curso, todos perfectibles”.

En el FA a nadie le sorprende no llegar a un acuerdo. Todos saben de su “unidad en la diversidad”, en palabras de Castillo. Por su parte, Michelini aclaró que “las discusiones de los temas internacionales siempre hay que ponerlas entre paréntesis”, porque “si hay algo en lo que el FA nunca intentó en ese aspecto es tener unanimidades”. El senador recordó que es una coalición que nació con estas diferencias, a las que ejemplificó con las discusiones entre parlamentarios del Frente acerca de la “primavera de Praga”.

SILENCIO SEPULCRAL. En el Pit-cnt, donde las diferencias por Venezuela son notorias, la situación de Nicaragua no se ha discutido en la Mesa Representativa ni en el Secretariado Ejecutivo. Tampoco en la Secretaría de Relaciones Internacionales. El presidente de la central sindical, Fernando Pereira, expresó a Brecha que el tema no ha sido tratado porque “cuando los procesos revolucionarios de América Latina tienen dificultades o son dolorosos a nadie le gusta tocarse la herida”. Aquí parecen repetirse los planteos en términos dicotómicos: “Algunos testimonios se posicionan en que es una dictadura, y algunos en que hay que entender el proceso nicaragüense, que está sometido a una fuerte presión estadounidense por un posible canal”. A su vez, dentro de la corriente a la que pertenece Pereira, Articulación, también hay discrepancias: “Esto quiebra a todos por algún lado”. Por su parte, el presidente del sindicato de la bebida y uno de los creadores de la orientación sindical En Lucha, Fernando Ferreira, anticipó que con respecto a Venezuela existen opiniones distintas, y que “este tema de Nicaragua va a disparar también puntos de vista contradictorios”. Ferreira dijo a Brecha que con los consejos de salarios, la negociación del sector público y la rendición de cuentas se “enfrascaron más en lo de entre casa que en la discusión internacional”. El secretario de Relaciones Internacionales de la central, Fernando Gambera, explicó que su secretaría tampoco planteó el tema porque estuvieron con “la situación de Brasil, Argentina, en el medio la conferencia de la Oit y el congreso”. Aunque conoce las dificultades, Pereira concluyó: “Más tarde o más temprano va a haber que tratarlo”.

La Feuu y la Unen

En la última semana de agosto visitó Montevideo la Caravana de Solidaridad por Nicaragua en su recorrida por diversos países de América Latina con la finalidad de “denunciar las violaciones de derechos humanos y crear redes internacionales de solidaridad” con el país centroamericano, según explicaron las diversas organizaciones de la sociedad civil que la apoyaron en Uruguay (Fesur, Amnistía, Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos y Cotidiano Mujer).

Una representante de la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia –uno de los cinco movimientos estudiantiles de Nicaragua que conforman la Coalición Universitaria que representa a los estudiantes en el Diálogo Nacional–; un delegado del Movimiento Madres de Abril, formado por madres y familiares de las personas asesinadas por el régimen en Nicaragua, y una representante del Movimiento Nacional Ambientalista Frente a la Minería Industrial formaron parte de la delegación que busca “instancias y encuentros con movimientos sociales, organizaciones pares y gobiernos, para intentar trasmitir la situación” nicaragüense.

En ese tren, los integrantes de la Caravana buscaron un encuentro con la Federación de Estudiantes Universitarios de Uruguay (Feuu) que nunca se concretó. La organización local de la Caravana envió un correo electrónico el 12 de agosto a los miembros del secretariado ejecutivo de la Feuu, en el que brindaban información sobre su visita y solicitaban la reunión. La respuesta de la Feuu, que llegó vía Whatsapp pocos días después, expresaba que la postura de esa gremial no iba “en la línea del planteo que tienen las organizaciones que firman la carta”, aunque la mesa ejecutiva había resuelto tener una reunión “con los compañeros que vengan y con ustedes” para trasladar esa postura.

La “carta” de la Caravana presenta una visión de las causas de la actual explosión social, surgida de la indignación acumulada frente al gobierno de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, quienes “destruyeron la institucionalidad democrática y la independencia de (los) poderes del Estado”, sustituyéndolas por un “régimen totalitario, absolutista y nepotista” que incluye una alianza con el gran capital “en detrimento de los más empobrecidos”, sucesivos fraudes electorales para perpetuarse en el poder y el arrebato de “derechos sexuales y reproductivos a las mujeres”. La situación que generó las primeras “protestas pacíficas de las y los estudiantes universitarios”, continúan, fue la reforma inconsulta del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (Inss), que vino seguida de una represión desmedida y violenta.

De acuerdo a los organizadores de la Caravana, nunca tuvieron de la Feuu una “respuesta concreta” cuando intentaron agendar la reunión. La secretaria de relaciones internacionales de la organización estudiantil uruguaya, Daniela de Polsi, explicó a Brecha: “La Feuu no iba apoyar a la Caravana, por la posición que había tomado, pero sí solicitábamos una reunión para trasladar la postura, que no se pudo concretar por cuestiones de agenda, pero la disposición sí estuvo”.

A principios de agosto la Feuu había emitido una declaración titulada “Nos duele Nicaragua. Nos duelen los muertos, todos los muertos de Nicaragua”, y a ella se remitió De Polsi. La postura de la Feuu, explicó, se centró en “el escenario de crisis que hay en Nicaragua, haciendo énfasis en respetar la autodeterminación de los pueblos” y “en que no haya una injerencia por parte del imperialismo”. Esta injerencia, según la vocera estudiantil, existe hoy en Nicaragua, “financiando organizaciones y grupos que se plantean como apolíticos y que están fogoneando todas estas movilizaciones”. “Hay muchas de estas manifestaciones que son genuinas”, pero el grado de violencia y de conflicto social “está siendo fogoneado por grupos financiados por el imperialismo”. “No dejamos de ser críticos con el gobierno de Nicaragua”, dice De Polsi, en línea con la declaración de la Feuu, que también denuncia “los retrocesos en los derechos de las mujeres y otros colectivos sociales postergados, las alianzas políticas con sectores del empresariado y las denuncias de corrupción”.

La dirigente estudiantil recordó que la Feuu es parte de la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (Oclae), que nuclea a todos los estudiantes y organizaciones a nivel continental y a través de la cual se relaciona regionalmente, “aunque no estamos cerrados a articular con otras organizaciones”. Con relación a la Caravana se preguntó: “No sabemos de dónde son, cuáles son sus posturas ideológicas y desde dónde se paran”, y hasta que no sepamos eso “no podemos tomar posición”.

Rosario Bohorquez Palacios, estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan), dirigente de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (Unen) y miembro del secretariado ejecutivo de la Oclae, aseguró que el vínculo de su organización con la Feuu es fluido. A mediados de julio la Unen envió un pronunciamiento a las distintas federaciones nacionales que integran la Oclae –la Feuu incluida–, en el que es posible reconocer conceptos manejados en la declaración de la Feuu.

En el documento, la Unen se declara como “la única organización legalmente constituida para representar los intereses de los estudiantes de Nicaragua”. Expresan, también, que “grupos malintencionados han llevado a cabo una campaña de manipulación y mentiras a través de las redes sociales y algunos medios de comunicación a nivel nacional e internacional” que dio origen a protestas y malestar en cierto sector de la población, incluida una gran cantidad de estudiantes. El pronunciamiento afirma que se tomaron las universidades públicas, “convirtiéndolas en trincheras de batalla y en centros de operaciones para el delito, robo, tráfico ilegal de drogas, terrorismo y crimen organizado”. El documento finaliza afirmando que “la solución del conflicto en Nicaragua es competencia únicamente del pueblo nicaragüense”. Bohorquez ahonda en esta visión afirmando que estos “seudomovimientos estudiantiles”, como el que formó parte de la Caravana, “no tienen estatutos, sus dirigentes no fueron elegidos y no representan a nadie”.

Alejandro Ferrari

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