El presupuesto participativo (PP) como política de cogestión de los recursos públicos se presupone una herramienta clave en el mejoramiento de la calidad de vida urbana y de consolidación de los lazos sociales. Y por tanto, se constituye como una herramienta que posibilita mejorar los niveles de bienestar urbano, es decir que crea posibilidades de luchar por las condiciones urbanas. Considerando que la ciudad excede la dimensión material, los flujos relacionales –los vínculos entre ciudadanos y territorios– representan una dimensión constitutiva de ella, que incluso tiene mayor potencial de invención o creación que la primera.
En ese sentido, la implementación del PP en las tres experiencias que analizamos revela sus límites en términos de redistribución de los bienes públicos, y por t...
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