Lenin piensa en el qué hacer - Semanario Brecha

Lenin piensa en el qué hacer

Finalmente habrá segunda vuelta en Ecuador. El oficialismo se quedó a las puertas de una victoria en la primera, y la tendrá difícil para conservar el poder tras una década de gestión de Rafael Correa. Los dos candidatos que se opondrán el 2 de abril ya iniciaron contactos en vistas de forjar alianzas.

Lenín Moreno, el candidato de Alianza Pais, no llegó al 40 por ciento necesario para vencer en primera vuelta y se enfrentará con Guillermo Lasso, de la alianza Creo-Suma, en el balotaje del 2 de abril. El oficialismo llegaba al 39,35 por ciento, mientras que el aspirante opositor obtenía el 28,13 por ciento, más de 11 puntos por debajo, con el 99,2 por ciento de las mesas escrutadas.

El presidente Rafael Correa confirmó el miércoles 22 que habrá segunda vuelta y afirmó que volverán a ganar. El mandatario expresó: “Sería una catástrofe para el país la victoria de Lasso. Sus propuestas son imposibles, no va a poder lograr lo que propone y lo poco que pueda hacer implicaría que Ecuador quiebre en pocos meses, entonces en un año se estarían pidiendo elecciones anticipadas y tendré que volver a presentarme y vencerlos nuevamente”. Sin embargo, ratificó que está confiado en obtener una “victoria contundente”.

El escenario de cara a la segunda vuelta se le presenta, no obstante, difícil a la alianza gobernante: la derechista Cynthia Viteri, quien salió tercera con el 16 por ciento, ya declaró que apoyará a Lasso y el socialdemócrata Paco Moncayo, cuarto con el 6,7 por ciento, afirmó que no respaldará a ninguno de los dos candidatos, aunque en la campaña había asegurado que votaría al candidato de la oposición. Por ahora el único de los siete candidatos opositores que mostró mayor cercanía con Moreno que con Lasso fue Iván Espinel, sexto con el 3 por ciento. El miércoles ambos se reunieron en Guayaquil y Espinel dejó entrever que apoyaría al oficialismo, pero aclaró que el buró político de su partido lo definirá.

“Moreno requerirá el apoyo de sectores de la población de-sencantados con el proceso político de la ‘Revolución Ciudadana’ para vencer en la segunda vuelta. Lasso, por su parte, tiene un límite en la capacidad de conectar con los sectores populares, ya que lo recuerdan por la crisis financiera de 1999. Su fuerte sería aglutinar el voto de rechazo al actual gobierno”, explicó el economista y magíster en políticas públicas Andrés Mideros Mora.

Lasso fue uno de los banqueros que más se enriqueció en la crisis de 1999, que terminó con la dolarización de la economía ecuatoriana. Ese año él mismo fue superministro de Economía y Energía en el gobierno de Jamil Mahuad, y fue embajador itinerante en la presidencia de Lucio Gutiérrez, quien asumió con un discurso progresista y aliado con las organizaciones sociales en 2003, pero no tardó en virar y alinearse totalmente con Estados Unidos. Gutiérrez huyó en helicóptero en 2005 en medio de una rebelión popular.

Manuela Celi, magíster en estudios latinoamericanos, aseguró que “Lasso se beneficia del voto castigo a Correa y de sectores medios que asumen como propias las luchas por la baja de impuestos y ‘la libertad de expresión’, por ejemplo, y que además vieron su capacidad de consumo disminuida en estos últimos años”. Además, agregó: “hay una tendencia de debilitamiento de Alianza Pais en los últimos años; en las elecciones locales de 2014 perdieron la capital, Quito, y la tercera ciudad más poblada, Cuenca” (véase la pasada edición de Brecha). El oficialismo no gobierna ninguna de las tres ciudades con más habitantes del país, ya que la de mayor población, Guayaquil, es dirigida por Jaime Nebot, del Partido Social Cristiano, desde el año 2000. Los alcaldes de estas tres ciudades ya llamaron a votar por Lasso el 2 de abril.

“Moreno puede conseguir una ventaja si da señales contundentes para concretar la voluntad que ha expresado de enfrentar las denuncias de corrupción y si logra acercarse a los sectores que anteriormente se alejaron del actual gobierno y demandan cambios”, destacó Mideros Mora. El oficialismo perdió más de 18 puntos porcentuales entre la rotunda victoria de Correa en 2013, con el 57 por ciento, y la elección del pasado domingo. “Sabemos que la derecha va a poner toda la carne al asador y que el escenario se presenta complejo. Tenemos que tener más firmeza en visibilizar que Lasso es el pasado, representa a los que una década atrás caotizaban al país. El gobierno de la Revolución Ciudadana trajo estabilidad a un Ecuador que era ingobernable”, dijo José Egas, coordinador general de Alianza Pais, confiando en que Moreno vencerá.

La coalición en el poder asegura que cuenta con encuestas que dicen que Moreno obtendrá entre el 58 y el 62 por ciento, pero la campaña de Lasso está convencida de que el 60 por ciento que no respaldó al gobierno en la primera vuelta tampoco lo hará en la segunda. Celi destaca que los votos nulos (7 por ciento), blancos (2,7 por ciento) y el ausentismo del 18 por ciento pesarán en el balotaje: “Va a haber dos ofertas que representan tendencias ideológicas muy marcadas, pero en la polarización sería continuismo u oposición. Eso va a empujar a quienes se ausentaron, votaron nulo o blanco a posicionarse de una manera estratégica”.

El partido del gobierno ecuatoriano fue elegido como primera fuerza política en los 11 comicios que se realizaron desde que Correa asumió el poder, en 2007. El 2 de abril enfrentará su más ardua prueba, y una primera derrota implicará la pérdida del cargo más importante: el Poder Ejecutivo.

(Tomado de Página 12, Buenos Aires, por convenio.)

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Izquierdas

Por Pablo Pozzolo

La semiderrota de Lenin Moreno motivó comentarios variados en el espectro de la progresía latinoamericana. El sociólogo argentino Artemio López escribió en Página 12 que “en líneas generales Lenin Moreno y su estrategia de campaña sucumbieron en el altar del ‘ciudadano independiente y moderado’, esa construcción sin fundamento teórico que al decir de la ‘consultoría creativa’ resulta siempre decisor fundamental en las elecciones y cuyo intento de captación produjo y produce estragos sobre las dirigencias de los populismos regionales cuando llega la inexorable hora de elegir candidatos que sucedan a los líderes fundadores”.

En ese afán de conquistar al centro, asegura López, Moreno se distanció demasiado de Rafael Correa y mimetizó en ciertos momentos de la campaña sus posturas con sectores de la oposición. Cuando se dio cuenta de que esa estrategia lo llevaba a la derrota, giró hacia Correa, pero era demasiado tarde, y el mal de la “moderación” ya había operado. En resumen, escribe, se hicieron evidentes fuertes “tensiones internas entre ‘correístas’ y ‘morenistas’” que debilitaron al oficialismo.

En un editorial del martes 22, el diario mexicano La Jornada destacó por su lado la existencia de “desavenencias” entre el gobierno y organizaciones e individuos a su izquierda, “por el respaldo de Correa a los sectores extractivistas, que generó un malestar inocultable en pueblos indígenas y movimientos ambientalistas”.

Pero para explicar el resultado del domingo tanto López como La Jornada ponen el acento en lo que el diario mexicano llama “el golpeteo oligárquico” al que fue sometido el Ejecutivo de Correa. “Está en juego la continuación del programa progresista que en una década disminuyó en forma decisiva la desigualdad y la pobreza en Ecuador, redistribuyó el poder político, acotó la capacidad de los poderes fácticos –especialmente, los de la prensa empresarial– para incidir a trasmano en procesos institucionales, recuperó el ejercicio de la soberanía nacional e insertó al país en el más ambicioso proceso de integración regional que haya tenido lugar en la historia de América Latina tras su independencia”, remarcó La Jornada. “Si Alianza Pais llegara a perder la presidencia ecuatoriana, mucho de lo ganado en años recientes en el subcontinente se perdería, y Venezuela y Bolivia quedarían como únicos exponentes del giro social, soberanista y latinoamericanista que se vivió en Sudamérica hasta el año pasado. Ello sería especialmente trágico en momentos en que la Casa Blanca experimenta una regresión hacia las maneras más brutales y abiertamente colonialistas en su relación con las naciones situadas al sur del Río Bravo”, agregó.

Para López, la matriz conceptual que anima al contrincante de Moreno en la segunda vuelta, Guillermo Lasso, es la misma que anima a Mauricio Macri o a Henrique Capriles, y que tanto promueven los “medios hegemónicos pro mercado en toda la región”: “estigmatizar por ‘autoritarismo’, ‘corrupción’, ‘despilfarro’ a los oficialismos. Como contraparte, la palabra que más resuena y de hecho conformó un eje medular también de la campaña del banquero Lasso –paradójicamente el gran defensor del statu quo en Ecuador– fue ‘cambio’”.

Ni López ni La Jornada abogan por ese cambio, que promueven, sí, aunque en otro sentido que La-sso o Viteri, algunos sectores de izquierda en ruptura con el correísmo, que denuncian las “imposturas” de un gobierno al que consideran como “neoliberal bajo ropaje socializante” (véase nota de Alberto Acosta en la última edición de Brecha). El comportamiento de estos sectores en la segunda vuelta, algunos de los cuales respaldaron a Paco Moncayo en la primera, no está para nada claro.

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Paraísos fiscales

El domingo los ecuatorianos debían pronunciarse, en paralelo a las elecciones generales, sobre la siguiente pregunta, formulada a iniciativa del presidente Correa: “¿está usted de acuerdo en que, para desempeñar una dignidad de elección popular o para ser servidor público se establezca como prohibición tener bienes o capitales de cualquier naturaleza en paraísos fiscales?”. Ganó el Sí.

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