Un coñazo - Semanario Brecha

Un coñazo

Las chicas de la “Hermandad del Coño Insumiso” destacan en las marchas feministas y en las concentraciones contra los recortes sociales del gobierno español.

El gran coño

Existen desde hace algo más de un año, y a partir de entonces se han hecho notar, primero en marchas feministas y después en concentraciones contra los recortes en los programas sociales del gobierno español o los ataques a los derechos de los trabajadores. Se reúnen bajo el nombre de Hermandad del Coño Insumiso, un colectivo de asociaciones que funcionan sobre todo en las grandes ciudades del reino. La primera manifestación pública que realizaron fue el 8 de marzo del año pasado, en el Día Internacional de la Mujer, cuando marcharon por ciudades de la muy católica Andalucía una semana antes de la Semana Santa, encabezadas por la representación en cartón o en plástico de una vagina. Estaba entonces en el candelero el proyecto del gobierno de Mariano Rajoy para limitar la ley que autoriza el aborto, se acababan de conocer cifras espeluznantes sobre el nivel de violencia doméstica en España, y en Rusia la ofensiva moralizante de Vladimir Putin se había concretado en la condena a prisión de las Pussy Riot. “En la gran procesión del Santo Chumino Rebelde –anunciaba la Hermandad en su primer manifiesto– le diremos a la Iglesia Católica, al Foro de la Familia, a los Pro Vida, a la derechona, la conservaduría, y las fuerzas vivas del poder y sus grupos afines que el aborto es un derecho y que podemos reapropiarnos de sus términos, discursos y prácticas, y darles la vuelta hasta la subversión cuando nos dé la gana. (…) Nos encomendamos a Nuestra Sagrada Violencia para combatir la violencia machista. (…) La Virgen Riot se nos ha aparecido y nos ha dicho: ‘Machete al machote y autodefensa feminista’.”

También tenían palabras para las “feministas institucionales”: “les decimos que no todo es aborto y violencia machista, que no somos víctimas, tutorizadas, sensibles, protegidas sino sujetos políticos con voz, agentes de cambio, empoderadas, fuertes, libres, y así queremos que se nos trate y se nos represente”. Y reivindicaban que a las mujeres se les reconociera su “trabajo oculto”: “le decimos al gobierno del pp que estamos hasta el coño de tantos cojones, que no vamos a tolerar que se nos recorten nuestros derechos fundamentales y que seguimos invisibilizadas en nuestro trabajo de cuidados, crianza y afectos, del que nos hacemos cargo en un 96 por ciento de los hogares, generando el 50 por ciento del pbi del país”. Al manifiesto lo recorrían gritos de guerra poderosos como imprecaciones religiosas: “Ave vagina putísima”, “¡Himen!”, “¡La virgen María ya se hizo feminista!”.

El “gran coño rebelde” marchó ese año en Sevilla, en Málaga, volvió a hacerlo en 2014 en esas ciudades y en otras de España, se hizo presente en manifestaciones sindicales. No lo dejaron, en cambio, participar en la “procesión atea” convocada para la última Semana Santa en Madrid, prohibida por cuarta vez consecutiva por el gobierno de la ciudad. Una legisladora del pp dijo que la Hermandad “merecería ser declarada ilegal” y sus integrantes detenidas, mientras el Ministerio del Interior encontró en otros grupos –como la Congregación de la Cruel Inquisición, la Congregación de la Santa Pedofilia o la Cofradía del Papa del Santo Latrocinio, todos formados para denunciar los abusos en la Iglesia– la “inspiración provocadora” de la Hermandad. Cofradías católicas, las verdaderas, invocaron la nueva ley de seguridad ciudadana para reclamar la prohibición de las procesiones, “por constituir una ofensa o ultraje a España, sus instituciones, símbolos, himnos o emblemas”.
“Estas hermanas han provocado un alboroto de proporciones, merecen todo nuestro respeto”, dijo sonriente hace algunas semanas una integrante del Comando Sur de Tías Empoderadas con Tetas Armadas, teta, un grupillo “feminista y anticapitalista” que el año pasado hizo conocer su “primer comunicado público”. Se las puede ver en Internet a esas cuatro “tías” sentadas cual etarras, tras una mesa y encapuchadas, levantándose al unísono al terminar la lectura del texto. Con el puño en alto y el coño al aire.

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