Comicidad de la tragedia – Semanario Brecha
Libros. Cuentos de Pablo Silva Olazábal

Comicidad de la tragedia

El extraño caso del enigma Gardel y otros cuentos, de Pablo Silva Olazábal. Astromulo, Montevideo, 2024. 167 págs.

«La auténtica realidad siempre es poco realista», dice la primera página del libro en un epígrafe que cita a Franz Kafka. Precisamente, todos los relatos de este volumen implican esa misma extraña cualidad: la de un realismo que por momentos se desvanece. En la contratapa de la edición de Astromulo, Gerardo Ciancio destaca la cercanía de estos cuentos con autores como Mario Levrero, Enrique Estrázulas, Jorge Luis Borges o el propio Kafka. Silva Olazábal, que ha leído seguramente bien a todos ellos, imprime al libro un estilo, sin embargo, muy propio y reconocible. El libro abre con un prefacio –en realidad, es un correo electrónico que el editor, Mariano González, le envía al propio Silva Olazábal–, en el que se destacan cuatro elementos compositivos: el narrador en primera persona, el misterio, el tono humorístico y cierto «realismo limítrofe». Todos ellos, en mayor o menor medida, componen los relatos y dan unidad al volumen.

«El extraño caso del enigma Gardel» presenta a Silva, un periodista cultural, enfrascado en ciertas investigaciones en torno a la muerte de Carlos Gardel –que, muy al estilo del «William Wilson» de Edgar Allan Poe, habría tenido que lidiar con una doble personalidad–. El cuento mezcla datos fácticos y comprobables con una ficción que nos invita a co-investigar junto con el protagonista, consultar qué tanto hay de verdad en las referencias citadas e incluso cuánto hay de real –o de descabellado– en la «teoría de los dos Gardeles»: […] él quería ir más allá. Lo inalcanzable: París, Hollywood, Madrid… Y lo quería habiendo nacido en Valle Edén, Tacuarembó. Y lo logró. Pero para eso debió ser otro, debió desarrollar a otro, ¿entiende?».

En «Aquel balde blanco», Silva nos traslada a Piriápolis y nos coloca en la piel de un joven obligado a visitar a unos familiares que le vienen resultando cada vez más ajenos: es el cuento más breve del volumen y seguramente el que concentra más misterio. El protagonista no solo no encontrará a nadie al llegar, sino que se topará con un balde blanco dado vuelta justo al costado de un aljibe. ¿Para qué?

El tercer cuento, «El Aleph de Suárez» es, quizás, el menos realista del conjunto. Un grupo de amigos experimenta la inmensidad del universo al mirar el fondo de una lata de yerba. Lo real se desvanece para dar paso a experiencias que están bastante lejos de lo que cotidianamente se deja apresar por los sentidos: «En un momento de exultación, declaró que en ocasiones le dolía intensamente el azul o, enfebrecido, que no saben cuántos celos me provocaba lo liso, o peor aún: ninguno de ustedes conoce la esfericidad del orgasmo…».

En «Siempre se está tejiendo», cuarto relato del libro exquisitamente narrado, un suceso tan prosaico como un partido de fútbol playero termina por dar lugar a una tragedia y a una culpa que será cargada –con responsabilidad o sin ella– hasta el fin. «El destino no termina ni empieza nunca», se nos revela. Silva Olazábal se las ingenia para narrar la tristeza a través de una simple anécdota y consigue colocar al lector en la piel de un viejo solitario al que solo le queda el fantasma de un picadito en la arena.

El libro se cierra con dos relatos independientes, pero relacionados entre sí: «Los tres enemigos» y «La firma y el mensaje». En ambos, los problemas de los personajes no son ajenos a los que podría tener cualquier lector: la lucha perdida contra el capitalismo, el exceso de burocracia, la falta de empatía y la segura derrota de los que menos fuerza pueden hacer. La obra toda es una invitación a especular sobre las desgracias cotidianas del ser humano. Un libro que propone atravesar el umbral de la realidad para proyectar un más allá, al que también le caben el humor y la ironía. Y es que como dice uno de los personajes: «Así es la vida: no hay nada más cómico que la tragedia humana».

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