En la semana que a los beodos de siempre les gusta vestirse de verde, pintarse la cara color esperanza, realizar avistamientos de leprechauns y buscar tréboles de cuatro hojas, Irlanda pareció considerar que todo eso era para blanditos y decidió ir un paso más allá y ponerse –por decirlo de algún modo– experimental: el éxtasis, los hongos alucinógenos y cien drogas más se declararon legales por veinticuatro horas. Pero, como en todo asunto que involucre abogados, hay que leer la letra pequeña.
Ocurrió que un vacío legal dejó al país en una nebulosa en cuanto al marco regulador de drogas. De pronto, sólo su posesión fue legal, pero seguía siendo ilegal vender, proveer, importar o exportar. Otras drogas como la heroína, cocaína y marihuana nunca dejaron de estar prohibidas.
Todo comenzó cuando Stanislav Bederev, un lituano que se encontraba en medio de un juicio por posesión de metilmetcatinona –droga de fácil acceso online, similar a la cocaína o el éxtasis–, retrucó que la ley de uso indebido de drogas de 1977 era inconstitucional, por violación del Artículo 15, porque las modificaciones que se le hicieron fueron hechas sin consultar al Oireachtas, el parlamento irlandés.
Mientras que en ese momento la Corte Suprema falló a favor del Estado, el Tribunal de Apelaciones revocó ese veredicto, declarando inconstitucional a la ley de 1977, legalizando la metilmetcatinona y, automáticamente, otras drogas. Si bien esta sanción podría impactar en unos pocos casos que están siendo estudiados bajo la ley de 1977, no lo hace en casos ya cerrados.
David Kenny, profesor asistente de derecho en el Trinity College de Dublin, consultado por The Journal, declaró que del total de cinco veces que se usó el Artículo 15 para invalidar leyes desde 1979, cuatro fueron a partir de 2011. “¿Los jueces son más propensos a acordar con esto, o los abogados están más al tanto y están probando su suerte con argumentos secundarios?”, se preguntó.
El gobierno patinó. Sabían desde hacía meses que este escenario era probable; la oposición lo sabía desde hace una semana. La emergencia psicoactiva desató la desesperación en las autoridades irlandesas, que necesitaban sacar una ley de apuro para contrarrestar la situación. Sin embargo, la nueva ley de emergencia no podía entrar en efecto hasta –¡qué coincidencia!– 24 horas después de firmada.
“No teníamos manera de saber lo que el Tribunal iba a decidir hoy, pero nos preparamos para esta posibilidad”, dijo en un comunicado de prensa el ministro de Salud irlandés, Leo Varadkar. “Mi objetivo como ministro de Salud es proteger la salud pública y es por eso que vamos a llevar esta ley de emergencia”, declaró a los periodistas.
El sitio web Vice News publicó un artículo donde la periodista Roisin Kiberd cubría una fiesta que se hizo en Dublín en honor a las 24 horas de legalidad. Nada fuera de lo común en cualquier otra fiesta. El gobierno irlandés, que hasta el año 2010 llegó a experimentar con la posibilidad de vender hongos y pastillas en head-shops, batalla con el espíritu de un pueblo que vanagloria el reventón. Según Kiberd, “hoy, como siempre, Irlanda tiene una tendencia a reverenciar la autodestrucción como un acto creativo”. Las drogas como las metanfetaminas van en aumento en las calles irlandesas. Uno de los organizadores del evento le comentó que hicieron la fiesta porque “decidimos que debíamos recordarles a todos que las cosas iban a estar bien”. Las 24 horas pasaron y el mundo sigue girando. El quid de la cuestión puede que no esté en los vacíos legales ni en improbables olas masivas espontáneas de consumo.