El 23 de diciembre Cristina Fernández publicó el siguiente mensaje en Twitter:
Mágico fue recibir a Iair Tawil, 1er ahijado presidencial de nuestra historia que profesa la fe judía. pic.twitter.com/18eNPR5kXv
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) December 23, 2014
Después, para profundizar en su experiencia, escribió:
Es una familia muy especial. Tienen como paz, alegría y mucho amor. No es común. Buena vibra. http://t.co/QILUC11xR4
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) December 23, 2014
En 1907 una pareja de inmigrantes de la zona del Volga solicitó al presidente argentino Figueroa Alcorta que apadrinara a su séptimo hijo varón, siguiendo una supuesta tradición de la Rusia zarista. La protección de la mayor autoridad del país lo salvaría de convertirse en lobisón. La tradición se formalizó en la tercera presidencia de Perón, con el decreto 848, que además amplió el alcance para incluir a la séptima hija mujer (que podría convertirse en bruja). El decreto se hizo ley, se fue modificando y ampliando y afianzando. A tal punto que Cristina Fernández ha amadrinado, no personalmente, a unas 700 personas, todos séptimos hijos. En general, un edecán se hace presente en el momento del bautismo y le entrega a la familia, en nombre de la presidencia, la medalla, el diploma y la constancia de la pensión asistencial hasta los 18 años. En este caso particular, tal vez porque era el primer judío en la historia argentina en acogerse a la ley, Cristina le dedicó casi una hora en la Casa Rosada, donde además encendieron la séptima vela de Januca. Esta es la fiesta judía de las luminarias en la que se celebra el triunfo de los macabeos contra las tropas del sirio Antíoco IV Epífanes, de la dinastía seléucida, que habían invadido Jerusalén y quitado muchos de los derechos religiosos a los judíos, allá por el segundo siglo antes de la Era Común.
La noticia dio vuelta al mundo, titulares como los que muestra la imagen se sucedieron, “La presidenta de Argentina adopta a un joven judío como ahijado para evitar que se convierta en hombre lobo”. Muchos medios en español usaron también la palabra “adoptar” incorrectamente. La ley argentina 20.843, que se llama justamente “padrinazgo presidencial”, lo instituye para los séptimos hijos o hijas de una familia de “argentinos nativos”. Esta ley fue modificada en 2002. En la hoja membretada de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, donde reza que “Las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur son argentinas”, se deja constancia de la modificación a la versión anterior de 1974 para asegurar que “todo aquel ciudadano argentino que no pertenezca a la Iglesia Católica, pero que profese una religión reconocida por el Estado argentino y esté debidamente registrada en la Secretaría de Culto de la Nación (…) y que reconozca un rito de iniciación similar al bautismo, con el nombramiento de un padrino, podrá solicitar los beneficios que otorga la ley”.
Este año, más temprano, la presidenta argentina había amadrinado por primera vez a un niño del movimiento evangélico. Cuando Iair Tawil nació, en 1993, sus padres se habían puesto en contacto con la Casa Rosada, pero se les informó que la ley no los amparaba, por ser judíos. No deja de ser curioso que esta ley siga vigente, es tan llamativo como que un muchacho judío ortodoxo solicite el madrinazgo de una mujer que además no es judía.
Pero más curioso es el caso de Gastón Castillo, hijo del desaparecido Roberto Castillo, que tuvo de padrino nada más y nada menos que a Videla. A Roberto lo desaparecieron 11 meses antes del bautismo de Gastón, y su madre, cándidamente, soñaba que el reconocimiento la ayudaría a ubicar a su marido y por eso solicitó el padrinazgo presidencial. Nada sirvió, sin embargo. Sus restos fueron recuperados en 2009. Gastón todavía tenía de padrino al asesino de su padre. El muchacho se puso en contacto con la Iglesia para explicar que no quería seguir siendo ahijado de Videla pero tampoco quería dejar de pertenecer al catolicismo (una posibilidad era la apostasía), no tuvo mucho éxito así que en setiembre de 2010, con su abogado, intimaron al cardenal Bergoglio “en modo respetuoso y católicamente fundamentado” para que anulara el acta bautismal. Bergoglio fue muy expeditivo, en 24 horas se resolvió todo y Gastón pudo sacar a Videla de su vida.