En su entorno picaban las balas: un día sí y otro también se ventilaban casos de corrupción que salpicaban a varios de sus colaboradores más estrechos, pero a él lo protegían, y él se reiteraba en explicaciones –a menudo inverosímiles con solo aplicar el sentido común– para salir inmune. No era raro que lo lograra. Al comienzo se habló de casos aislados, y fue esa una de las líneas que privilegiaron sus colaboradores en su defensa: que eran pocas las manzanas podridas y que sacándolas del cajón el resto permanecería impecable. Cuando los casos llegaron a ser legión y los involucrados en ellos, a repetirse, les fue más difícil, a él y a los suyos, machacar en ese sentido, pero igual lo siguieron haciendo. No importaba tampoco que comenzara a quedar claro que lo denunciado se trataba de una ...
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