Han aparecido bastantes imágenes en relación con la música. En general remiten a algunos paisajes un poco intrincados, que tienen que ver con viajes de ruta o lugares como bosques o campos. Pero nunca son imágenes concretas, sino que están vinculadas a sensaciones o paisajes de lo íntimo, más conceptuales.» Así se expresan acerca de su trabajo las integrantes de Deforma, una banda uruguaya que apareció hace poco y que, como la enorme mayoría de la música independiente actual, llegó primero por las redes, acompañada de imágenes. En 2022 la banda lanzó su primer trabajo –un EP de dos canciones titulado madre/deforma– y ahora apareció eso que está ahí es un puente, su disco debut. En ambos casos, el trabajo visual se sostiene por sí solo: en el primero, un dibujo de un ser –que parece humano– se encuentra deformado; en este, un cuadrado de color rojo intenso sirve de fondo para un collage que emula retazos de algo antiguo: ¿cuerda?, ¿cartón?, ¿papel de diario?
«Tres de nosotras nos conocimos en la Facultad de Artes, y por recomendación de un amigo en común se sumó Luisa en batería. Empezamos a juntarnos a finales de 2019. Lo visual forma parte de lo que hacemos de manera no tan directa o explícita, pero es un sentido que tiene un lugar importante al pensar las canciones, sus atmósferas y contextos.» Así que, conociendo sus procedencias, cobra aún más sentido ese primer contacto visual que, al atraparnos, abre paso al devenir de un sonido llevado a cabo por Pilar González en voz y guitarra, Katty Gancharov en teclados, Luisa Camps en batería y percusión, y Juliana Dansilio en teclados y coros.
El primer impacto es el de un rock alternativo con reminiscencias a bandas de los noventa o, bueno, ya que estamos en este país, a la línea de otras bandas del colectivo Feel de Agua, al cual pertenecen. Pero, a la par, ya notamos sus particularidades: temas con varias secciones, que a veces se diferencian por su densidad musical y otras por sus arreglos; mucho contrapunto y diálogo entre instrumentos; suma delicadeza y fineza en los arreglos; pasajes instrumentales muy particulares, a veces inesperados. La música tiene una frescura y una fluidez que llaman la atención, porque las canciones pueden empezar en territorios que nos resultan familiares y, de la nada, un arreglo o sección rompe todo y a la vez fluye con lo anterior, como si algo que fuera consciente, medido o premeditado dejara lugar a la espontaneidad, o como si supieran que planear algo no solo se trata de definir lo que debe suceder, sino también de ceder lugar para que pasen otras cosas. «Componemos en los ensayos de una manera algo intuitiva. Nos gusta mucho ensayar, y ahí vamos improvisando y armando las canciones con base en cosas que trae alguna o de lo que surge en el momento. No tenemos un método claro. Una vez que armamos las canciones y van tomando forma, sí las establecemos más fijas para, por ejemplo, tocarlas en vivo o trabajarlas en las grabaciones. Pero es bastante libre y siempre surge naturalmente la improvisación en ese espacio íntimo nuestro que es el ensayo. Eso también es parte de cómo van cambiando o apareciendo nuevos arreglos para cosas que, igual, ya son canciones armadas.»
Algunas características de la banda que pueden encontrarse en aquel primer lanzamiento vuelven a aparecer aquí, pero, sin duda, con mayor madurez y profundidad: guitarras que constantemente oscilan entre rasgueos, arpegios y melodías muy cantables; teclados que ambientan el paisaje, pero siempre aportando disrupciones que enriquecen la narrativa; baterías que, hasta en el ritmo más clásico, agregan detalles para darle un giro a la cosa; voces de ensueño que siempre están al borde de quebrarse, sobre todo cuando hacen un desliz al final de algunas frases, pero que, en realidad, nunca llegan a hacerlo, lo cual refuerza la construcción de una atmósfera onírica. «Desde el EP hasta este disco, lo que más sentimos que cambió es la confianza en lo que hacemos, porque nos vamos conociendo cada vez más en eso que estamos creando, en la manera en que lo tocamos, en la relación de cada una con el instrumento y cómo eso se traduce en la postura que tenemos al estar tocando, ya sea en vivo o para las ideas que surgen en las grabaciones. La escucha y la recepción de las personas que nos conocen son importantes y también, con base en eso, aparecen más ganas de compartir lo que estamos haciendo.»
Este primer LP de la banda es sumamente sólido. Hay un montón de momentos llamativos que hacen del disco algo diferente de otros trabajos de la escena uruguaya de los últimos años. Nombro algunos ejemplos: los tremendos arreglos de guitarra en «planeta», los teclados en «la ruta», que, aunque no hacen nada que pretenda llamar la atención, establecen la sonoridad que construye el paisaje de la canción. Otros momentos destacados suceden por cómo están armados los temas. «estupideces» empieza de una manera y repentinamente, gracias a la batería, pasa a tener un giro entre algo de rock clásico de los setenta y el new wave de los ochenta, como si se mezclaran Fleetwood Mac y Talking Heads. Algo llamativo y particular es la aparición de saxos de la mano de Chivi en un par de temas: en «frío afuera», que por el contexto y la forma en que se toca logra una hermosa conexión con el disco Fade de Yo La Tengo, y también en «música», tema que, por la sonoridad, nos hace recordar al primer minimalismo de Philip Glass. Vale aclarar que nombrar estas referencias de ninguna manera significa que ellas las toman o imitan, son meras conexiones. Y si alguien las señalara como modelos, en realidad lo valioso es el abanico heterogéneo que logra la banda. Una cosa más sobre «música»: hay algo de enfatizar lo rítmico que no es para nada habitual en este estilo. Y la cosa no queda ahí, porque luego pasa a algo más electrónico… es un disco en el que la música va mutando, se transforma y pasa por diferentes paisajes, incluso creando partes netamente instrumentales que le dan un giro mágico a la música, como esa marcha que se escucha en el medio de «fumando» o el inesperado pasaje instrumental que suena en «por qué», que es el momento más hermoso y emocional del disco.
Deforma acaba de empezar su viaje. Al escuchar su primer disco, cabe preguntarse a dónde llevará las cosas el grupo de aquí en más, sobre todo sabiendo que sus integrantes confiesan que hasta la música que ya han compuesto sigue teniendo cambios a lo largo del tiempo. La banda se suma a una creciente lista de artistas que están apareciendo y logran, muy de a poco, llenar nuestra música de nuevos enfoques. Pero, como dicen las integrantes de Deforma, «no pensamos tanto en que somos una banda de mujeres. Somos amigas que nos juntamos a tocar porque nos gusta lo que pasa en ese momento compartido. Si esta manera de hacer las cosas tiene que ver con ser mujeres o no, no lo sabemos».