Sol y documentales - Semanario Brecha
Festival Internacional Piriápolis de Película 2024

Sol y documentales

El pasado fin de semana Maldonado se vistió de cine para la 21ª edición de uno de los festivales más lindos de Uruguay. Aunque el hermoso clima veraniego atentó contra la asistencia del público, más de 3 mil espectadores asistieron, con entrada libre y gratuita, a una programación variada que incluyó alrededor de 90 trabajos de 15 países.

Fotograma del documental Blue Note Records: Beyond The Notes

Fue un festival plagado de momentos importantes, entre los que se destacaron la proyección de La tregua como película de apertura –a 50 años de su estreno– y el festejo de los 20 años de Whisky, celebrado con la presencia de Fernando Epstein y Mirella Pascual. Entre los filmes uruguayos recientes, importa destacar La ciudad de Plef, de Sofía Remedi Avelino, sobre la vida del joven artista Felipe Cabral; la comedia dramática Agarrame fuerte, de Ana Guevara y Leticia Jorge;1 la animación Becho, o la extraordinaria aparición de La Cumparsita, de José Infantozzi, que toma como inspiración la vida de Gerardo Mattos Rodríguez; y Bajo la luz, interesante documental musical que cuenta la historia de Popo Romano. Todas estas películas están teniendo funciones o se estrenarán próximamente en salas, así que pronto serán comentadas en este semanario.

Otro título que estuvo en el festival y pudo verse, además, en Cinemateca Uruguaya, fue Continuará…, de Fermín Rivera y Emiliano Penelas. Se trata de un documental sobre la muerte del formato fílmico en Argentina y en el mundo. Con perseverancia y lucidez, Penelas alterna variadas imágenes vinculadas al descarte de cintas, a cierres de laboratorios y de salas, con entrevistas a diferentes personajes vinculados al fílmico –Fernando Martín Peña, Serge Bromberg, Andrés Denegri, Paula Pellejero, Frank Roumen, Claudio Arditi y otros– entre los que se encuentran cinéfilos, coleccionistas, proyectoristas, artistas visuales, directores de museos y vendedores que siguen apostando a ese formato, hoy casi obsoleto, para realizar su trabajo. Pero el tratamiento de la temática no es solo nostálgico: muestra importantes argumentos por los cuales no es tan sencillo asumir que el fílmico es plausible de ser reemplazado por los formatos digitales, ya que, en gran medida, la pérdida del analógico implica dejar morir una forma de arte precisa, única, dependiente de una técnica particular y que, al abandonar su materialidad, se transforma necesariamente en otra cosa. Resulta sorprendente escuchar, por ejemplo, cuánto más efímero y difícil de conservar
es el audiovisual digital, lo que supone efectos bastante espeluznantes en torno a la conservación de la memoria cinemática de nuestras sociedades, o constatar cómo la precoz asunción de que filmar en digital «es más barato», y por eso más democrático, hizo que la industria generara una dependencia tecnológica enorme con los dueños de los softwares y los códigos con los que los archivos digitales pueden leerse, a quienes los creadores, distribuidores y exhibidores quedan atados de por vida.

Otro documental argentino realmente valioso y conmovedor es el que se detiene en la figura de Osvaldo Pugliese, ese músico de tango que, de tan popular, se transformó en estampita. San Pugliese, de Maximiliano Abel Acosta, Santiago Nacif Cabrera y Lola Winer, elabora un retrato significativo que narra, entre las voces de sus familiares y de varios músicos que tocaron con él o que lo veneran, las distintas aristas de la vida de uno de los comunistas más queridos de la historia del país vecino. La película se sirve, también, de un gran acopio de material de archivo, y es una preciosura ir siguiendo las aventuras de la orquesta típica de Pugliese por el mundo. Además, en todo su trayecto como artista, es posible reconocer una coherencia ética y estética que, al día de hoy, sirve como invitación para reflexionar acerca de las urgencias de una cultura popular latinoamericana que, demasiado a menudo, parece ceder casi sin resistencia a los embates del capitalismo globalizador, ese sistema experto en borrar y expropiar la diversidad de nuestras memorias locales.

En ese sentido, es importante destacar la película La vieja canción, documental uruguayo dirigido por un colectivo de mujeres jóvenes llamado Acción Colectiva, integrado por Florencia Martínez, Mariana Wainstein, Paula Rodríguez, Julia Somma, Belén Schneider, Ketty Ánalfer y María Irisity. La vieja canción cuenta la historia de los fusilados de Soca, nombre con el cual se conoce el asesinato de Graciela Estefanell Guidali, Héctor Brum Cornelius y su esposa María de los Ángeles Corbo Aguirregaray (embarazada de seis meses y medio), Floreal García Larrosa y su esposa Mirtha Yolanda Hernández, cinco integrantes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. El secuestro y el fusilamiento fueron llevados a cabo en 1974 por los militares, a poco más de un año de comenzada la última dictadura uruguaya. A través del testimonio de varios familiares –el material está coproducido por Crysol– y del único testigo vivo del episodio, el también militante Julio Abreu, la película reconstruye el contexto histórico y los detalles del traslado de las víctimas a Uruguay desde Argentina, en el marco del Plan Cóndor, y de su fusilamiento en la localidad de Soca, ubicada a 50 quilómetros de Montevideo. La culminación de esta película llevó diez años y ese caudal de trabajo es notorio, porque la organización de los materiales es muy pertinente, así como el retrato de los diversos testimonios, tan valiosos como emotivos. Ojalá encuentre pronto un espacio de exhibición en salas.

Finalmente, quisiera mencionar la presencia del director de la Escuela Brasileña del Audiovisual, Sérgio Assis, y de Mónica Trigo, programadora del Festival de Cinema de Xerém. Ambos, acompañados por Bruno Santiago, estudiante de la escuela y realizador, presentaron cortometrajes producidos en el marco de una formación que se realiza en la Baixada Fluminense, una de las zonas más pobres y discriminadas del estado de Río de Janeiro.2 La calidad de los cortometrajes mostró que la escuela brinda a los jóvenes de esa zona una formación muy eficiente, ya que producen audiovisuales únicos que demuestran que nadie es capaz de contar las historias de los jóvenes pobres mejor que ellos mismos. En solo seis meses, los estudiantes logran finalizar trabajos que, en su mayoría, dan cuenta de realidades de fraternidad, lucha y verdadera pasión artística, características que nunca aparecen en los retratos de esas poblaciones llevados adelante por producciones mainstream. Lo que resultó un poco triste fue la presentación realizada por el crítico de cine que seleccionó el festival para esa tarea. Su participación estuvo llena de comentarios desatinados, nada informados y poco respetuosos. Cortometrajes de tan inmenso valor histórico, cultural y político hubieran merecido una presentación más decorosa. 

  1. En este número de Brecha hay un extenso comentario sobre Agarrame fuerte, escrito por Juan Recuero.
    ↩︎
  2. Puede encontrarse más información sobre la escuela y sus proyectos en ebav.org.br. ↩︎

Artículos relacionados

Cultura Suscriptores
Claudio Caldini en Montevideo

Hacer pensar a las imágenes

Cultura Suscriptores
A 50 años del estreno de La tregua

Un aniversario para recordar

Cultura Suscriptores
Edgardo Cozarinsky (1939-2024)

El espectro de una mirada

Cultura Suscriptores
Estreno latinoamericano: El viento que arrasa

En el nombre del padre