Es la primera vez que se decreta la ley marcial desde 1980, cuando, durante la dictadura de Chun Doo-hwan y con el apoyo de Estados Unidos, el gobierno masacró a cientos de personas en la ciudad de Gwangju. El martes 3 en la noche, el actual presidente, Yoon Suk-yeol, se presentó ante los medios televisivos y declaró: «Para salvaguardar una Corea del Sur liberal de las amenazas de las fuerzas comunistas norcoreanas y eliminar los elementos antiestatales […] por la presente declaro la ley marcial de emergencia». La estrategia de dar un autogolpe de Estado a altas horas buscaba que la oposición no pudiese reaccionar. Sin embargo, no se precisó mucho tiempo para que se congregaran miles de personas en contra de la medida tomada y que la Asamblea Nacional, que quedaba disuelta con la ley marcial, se reuniera de todos modos.
La pregunta siempre es ¿por qué? ¿Por qué, en este caso, Yoon decide declarar la ley marcial, disolver la Asamblea Nacional, entregar su poder a las fuerzas militares y habilitarlos a tomar el control sobre los medios de comunicación? Puede que el caso tenga que ver con las incontables controversias de su gobierno. Controversias que arrastra desde su campaña electoral, aunque ganara las elecciones con una diferencia de 247.077 votos por encima del candidato del Partido Demócrata, Lee Jae-myung. Yoon forma parte del Partido del Poder Popular, partido conservador y principal opositor del gobierno de Moon Jae-in, su predecesor.
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El expresidente Moon se manifestó en su cuenta de X: «La democracia de Corea se encuentra en el borde. La Asamblea Nacional debe actuar con rapidez para proteger la democracia de su caída. La gente debe reunirse para darle vida a la democracia y fuerza a la legislatura para que funcione adecuadamente».
Mientras tanto, el diputado Kim Min-seok, miembro del principal partido opositor, dijo a la prensa: «En diciembre de 2024, a las 10.27 de la noche, el presidente Yoon declaró la ley marcial. Esta declaración es ilegal y constituye un acto criminal que viola la Constitución y otras leyes». Según el artículo 77 de la carta magna, el presidente puede proclamar la ley marcial «cuando sea necesario hacer frente a una necesidad militar o mantener la seguridad y el orden públicos mediante la movilización de las fuerzas militares en tiempo de guerra, conflicto armado o emergencia nacional similar».
La razón que dio Yoon parece relacionarse, más que nada, con un intento de restaurar el miedo a la marea roja del comunismo y a Corea del Norte. No obstante, para proclamar la ley marcial, el presidente debe reunirse con el gabinete y anunciarlo a la Asamblea Nacional. Nada de esto fue así, por lo que se pareció más a una tentativa para no perder su poder que a un miedo real y una amenaza latente. «Es por eso que la ley marcial de emergencia es inválida e ilegal, y el presidente debe ser responsabilizado. Es ilegal que las fuerzas de la ley marcial entren a la Asamblea Nacional. Demandamos su levantamiento inmediato», expresó el diputado demócrata Kim a la prensa.
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A pesar de haber ganado las elecciones de 2022 con tal diferencia, durante la ejecución de su mandato, todo fue en declive para Yoon. Según las últimas encuestas, la aprobación del gobierno está en un 25 por ciento. Y es que parece que el presidente no es santo de devoción de nadie: además de estar siendo investigado por la oposición por casos de corrupción suyos y de la primera dama, Yoon aumentó la carga horaria de trabajo semanal de 52 horas a 69, se pronunció en contra de las protestas policiales que se sucedieron cuando intentó crear una oficina de supervisión de esa fuerza y culpó al movimiento feminista por la baja natalidad del país.
Otra de las controversias más grandes de su mandato recae en su relación con Japón. Desde 1910 hasta 1945, toda la península de Corea estuvo dominada por el Imperio japonés. Hasta el día de hoy no ha habido un pedido de disculpas por parte de Japón por sus numerosos crímenes como potencia ocupante, y es un tema que toca las fibras más sensibles de la población surcoreana. En 2018, bajo el gobierno de Moon Jae-in, diputados oficialistas llegaron a comparar la bandera del sol naciente del Imperio japonés con la esvástica. Sin embargo, Yoon, en su ambición de unir lazos con Japón en pos de un posible enfrentamiento con la Corea del Norte de Kim Jong-un, dejó que un barco de la fuerza marítima japonesa flameara esa bandera mientras llegaba al puerto de la ciudad surcoreana de Busan.
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Helicópteros y manifestantes esperaban afuera de una Asamblea Nacional autoconvocada por la oposición, a la vez que las fuerzas militares intentaban romper los vidrios para entrar y detener a los diputados, como indica la ley marcial. El presidente del Partido Demócrata hizo un vivo en Instagram mostrando cómo saltaba las rejas para adentrarse en el parlamento. Solo así pudo entrar. La principal cautela de Yoon de proclamar la ley marcial por la noche fue para no permitir que los parlamentarios estuvieran dentro y pudieran oponerse. No obstante, treparon muros y saltaron rejas, ayudados por los manifestantes.
Dentro del recinto, para que las fuerzas militares no entraran, debieron armar barricadas con los muebles que encontraban. «No abandonaremos el recinto de la Asamblea hasta que el presidente declare el fin de la ley marcial», declaró el líder del Partido Demócrata. Los 190 miembros que se reunieron votaron unánimemente a favor de levantar la medida. Necesitaban una votación mínima de 150. Todo esto fue televisado por la cadena MBC, cuyas cámaras hacían un acercamiento extravagante y necesario al rostro de los legisladores para que se pudiera ver quiénes estaban en la reunión y habían votado a favor.
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Del otro lado, las calles estaban ocupadas por tanques. Las ventanas estaban tapadas por las fuerzas militares, que no podían permitir que la Asamblea Nacional se reuniera. Pero los opositores no se detuvieron. Mientras, afuera algunos manifestantes se enfrentaban a los militares, como la vocera del Partido Demócrata Ahn Gwi-ryeong, que en videos se ve cómo agarra el rifle de uno de ellos al grito de «¿no te da vergüenza?».
Así, en la madrugada del 4 de diciembre, los militares se retiraron del parlamento y Yoon levantó la ley marcial. El autogolpe de Estado duró tan solo 2 horas y 48 minutos. Sin embargo, fue suficiente para que la multitud siguiera de pie, fuera del predio de la Asamblea Nacional, flameando banderas y cambiando su canto al unísono de «fuera la ley marcial», por «fuera Yoon Suk-yeol».
Las heridas de las guerras y las dictaduras no se cierran. Corea del Sur tiene dos heridas muy abiertas. Yoon les echó sal. Los recuerdos del siglo atroz que fue para Corea del Sur el siglo pasado mantienen a los manifestantes en la calle, exigiendo la renuncia del presidente. El líder del Partido Demócrata, a su vez, anunció que «todos los soldados que sigan reforzando la decisión de la ley marcial serán juzgados por traición», y agregó que «habrá consecuencias por sus acciones; tribunales y prisiones los esperan».
El futuro del presidente pende de un hilo. Mientras que el Partido Demócrata le dio 48 horas para renunciar o comenzarán con acciones legales, la Confederación Coreana de Sindicatos llamó a una huelga general indefinida, demandando su renuncia inmediata. Incluso varios líderes del oficialismo le han dado la espalda. Muchos estiman que no hay manera de que Yoon recupere el respeto de los políticos nacionales e internacionales, o de la misma población del país.