Ahora todo es metáfora. La gente dice que pone un disco, pero, que yo sepa, no pone nada en ningún lado. El 22 de setiembre de 1997, sin embargo, decenas de camiones dejaron los depósitos del sello One Little Indian y fueron llegando a las disquerías estratégicas de Londres. Dejaron cajas y cajas llenas con ejemplares de un álbum nuevo. Réplicas oficiales, con sus booklets y su disco compacto y su celofán, con fotografías intervenidas y con palabras impresas. Los camiones siguieron su camino hacia los suburbios y, poco a poco, alcanzaron ciudades como Birmingham o Liverpool o Mánchester. Como Dublín o Belfast o Cardiff. Incluso, como Edimburgo. Me pregunto qué cara habrán puesto los primeros empleados cuando cortaron el cartón con las tijeras y vieron el rostro de Björk mirándolos desde la...
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