«Diputados va a ser el epicentro de la disputa política» - Semanario Brecha
Con Sebastián Valdomir, futuro presidente de la Cámara de Representantes

«Diputados va a ser el epicentro de la disputa política»

Valdomir (MPP), que asumirá este sábado como presidente de la Cámara de Diputados, dijo que espera una oposición dura, pero reafirma el compromiso de buscar acuerdos en temas claves como infancia, seguridad pública y seguridad social. Aunque admite que en el FA existió un corrimiento hacia el centro, enfatiza que el norte de las negociaciones es el programa de la fuerza política. Por último, cree que es posible volver a fijar los 60 años como el límite de edad para jubilarse.

Magdalena Gutiérrez

—El próximo gobierno no tendrá mayoría parlamentaria en Diputados. ¿Cómo espera que se procese el debate legislativo?

—Esto marca un hecho inédito con relación a los anteriores tres gobiernos del Frente Amplio [FA], que siempre arrancaron con mayoría. Eso aseguraba una autonomía relativa: los primeros proyectos que enviara el Poder Ejecutivo iban a tener un tratamiento rápido. Ahora cambia. Creo que Diputados va a ser el epicentro de la disputa política entre la oposición y el oficialismo. Si cada bancada trae su agenda y no dialoga con los otros, no saldrá ningún proyecto de ley. Ahí se abren dos realidades: la necesidad de dialogar y la de ver cuál será el talante de la relación entre el oficialismo y la oposición. La oposición va a ser dura, como históricamente sucede en el Parlamento, pero vamos a ver si dentro de esa dialéctica entre gobierno y oposición se puede trabajar para sacar algunos proyectos sobre temas prioritarios, como infancia, seguridad pública, seguridad social, la caja de profesionales.

—¿El FA tiene capacidad de gobernar en un escenario sin mayorías?

—Sí. Tiene la iniciativa y la necesidad de promover discusiones que la última campaña electoral dejó abiertas. La última campaña fue de tono alto, duro, se discutieron muchos temas, quizás no con la profundidad que todos esperábamos. Quedaron abiertos temas de pobreza infantil, desigualdad y seguridad pública, la población le está mandando una señal al sistema político de que tenemos que ponernos de acuerdo sobre agendas mínimas.

—Desde la coalición multicolor se señala que el FA, en sus tres períodos de gobierno, tenía una actitud cerrada al diálogo: negociaba dentro de la fuerza política, pero no con la oposición.

—Eso va a cambiar. Estamos en un tiempo político diferente.

—El FA es «mano».

—Sí, la iniciativa la tiene el FA. Creo que habrá disposición de diálogo, espero que haya disposición de discutir los temas y acordar, como se dio en el contexto de la pandemia. El FA cuando asume [Luis] Lacalle Pou, en 2020, había perdido la costumbre de ser oposición, venía de tres períodos legislativos en los que casi siempre tuvo mayorías y una autonomía relativa en el Parlamento, lo que le permitía no tener que negociar. El FA tuvo que procesar ese pasaje a la oposición.

—Los analistas políticos vaticinan una negociación tema por tema. ¿Usted espera lo mismo?

—Sí, creo que será tema a tema, porque se van a dar movimientos variables. Quizás en algunos casos podemos encontrar puntos de acuerdo con los diputados de Cabildo Abierto [CA], en otros, con los legisladores del interior del Partido Nacional [PN] o con los del Partido Colorado [PC]. Será una geometría variable, cada tema va a suscitar o generar posibilidades de acuerdo diferentes. Eso implica mucha negociación, de agenda a agenda. Por ejemplo, el proyecto de eutanasia, que impulsó Ope Pasquet en esta legislatura y que el FA votó, no terminó aprobándose. Ahí hay una temática particular, importante pero específica, en la que podemos encontrar al FA y a una parte del PC impulsando un proyecto. De repente en otros temas, la composición de esa mayoría será distinta.

—¿Usted percibe que negociará con la coalición multicolor o partido a partido?

—Creo que se puede negociar por separado. De hecho, muchas veces en la actual legislatura funcionó así. Había una postura de CA, otra del PN y del PC, incluso algún matiz del Partido Independiente. La coalición no era un todo homogéneo que funcionaba en forma aceitada. Funcionaba para los grandes proyectos del gobierno: la reforma jubilatoria, la Ley de Urgente Consideración, la ley de presupuesto, pero en temas más concretos afloraban las diferencias, incluso dentro de las propias bancadas. Hay posibilidades de negociar partido a partido.

—En el FA también hay matices sobre diversos temas, pero en este contexto se requiere una bancada abroquelada. ¿Cómo se procesarán los debates internos?

—La bancada del FA, sobre todo en Diputados, tiene el desafío de funcionar de manera óptima como bancada de gobierno. Tiene que haber disciplina y funcionamiento unitario, que se pone en tensión en cada momento, pero no puede estar en discusión que la bancada de gobierno responderá como tal. Vamos a tener que proteger mucho las diferentes voces e identidades que hay dentro de la bancada y del FA, proteger mucho el reglamento de funcionamiento de la bancada. La impronta que tenemos como Espacio 609 no es avasallar ni pasar por arriba de nadie, somos conscientes de que debemos lograr que la bancada funcione en forma cohesionada, que discuta los temas, que acuerde y luego salga a buscar los votos que faltan. Si vamos como un malón, donde cada uno marca matices o tendencias y se pierde la unidad de acción, lo que terminará siendo afectado es el gobierno del FA.

—Las bases programáticas del FA incluyen propuestas que requieren mayorías parlamentarias para aprobarse. ¿Cuál es el límite para negociar?

—Claramente, el programa es un límite. El programa marca el norte del gobierno. Vos no podés prender el señalero para un lado y doblar para el otro, porque eso afectaría al gobierno y al proyecto político. El programa marca una primera orientación clara. Lo que no sabíamos cuando lo escribimos era la composición parlamentaria y la fuerza que el FA y el gobierno tendrían en uno de los poderes del Estado. En esa dinámica entre lo que nos comprometimos ante la ciudadanía y lo que marca la correlación de fuerzas en el Parlamento es que vamos a tensionar la madurez del FA.

—¿Será difícil cumplir con todo el programa?

—Va a ser difícil, siempre es difícil. Me da la impresión de que algunas propuestas programáticas no vamos a poder alcanzarlas de primera, pero no significa que nos detengamos ahí. Vamos a seguir buscando conseguir las mayorías para ir en esa dirección.

—En una entrevista con El País, el diputado blanco Sebastián Andújar vaticinó que este será un período con muchas interpelaciones.

—Pienso que va a ser como dice Andújar, sobre todo en Diputados, porque es donde se pondrá a prueba la capacidad del FA para respaldar a sus ministros.

—La ley de presupuesto es uno de los grandes temas que abordará el Parlamento este año. En los anteriores gobiernos, el debate presupuestal ocasionó tensiones dentro del FA. ¿Es uno de los principales desafíos legislativos?

—Sin dudas, es uno de los principales ejes del trabajo del primer año. Vamos a una discusión presupuestal de nuevo signo. Vamos a tener que adaptar la metodología de elaboración del presupuesto a la composición que tenemos en Diputados, si no, es posible que se tranque la discusión. Vamos a tener que innovar en el proceso de negociación política.

—El equipo económico designado ha dado señales de un contexto de dificultades. ¿Puede afectar las promesas de asignación de recursos?

—Sin dudas, afecta.

—Desde el actual gobierno dicen que se está allanando el camino para un ajuste fiscal, para no cumplir con promesas electorales.

—El gobierno de Lacalle no se fue y ya está haciendo oposición; lo hemos visto durante todo el mes de enero, ya se sienten fuera del gobierno. No lo dicen solo los economistas del FA, sino también el economista Javier de Haedo: el desacople entre la realidad, las proyecciones fiscales y los objetivos del gobierno es flagrante. Te dicen que el déficit es parecido, pero el PBI es más grande. O sea, el déficit neto es mayor que en 2019, el nivel de endeudamiento es mayor; además, en 2024 hubo remisiones, sobre todo del Banco República y de las empresas públicas a Rentas Generales, que marcan números fuera de lo común para que el déficit no sea peor. Todo ese escenario condiciona al gobierno futuro. No quedan dudas de que al equipo de [Azucena] Arbeleche –que supuestamente era clase A– en materia fiscal se le escapó la tortuga de manera notoria.

—En ese contexto, ¿cómo sobrellevarán los cuestionamientos sobre el incremento del gasto?

—Lo perjudicial es incumplir las promesas que le hicimos a la ciudadanía, lo perjudicial es que temas que sufrieron el recorte sistemático durante el gobierno de la coalición no tengan ahora un segundo tiempo, una revancha, una recuperación. Obviamente sabemos las restricciones fiscales que vamos a heredar. Nuestra estrategia, y así lo ha anunciado el equipo económico, es instalar una nueva etapa de crecimiento y desarrollo, con tasas de crecimiento mayores a las de los últimos años. Eso puede ser fácil de decir y difícil de concretar, pero es el norte hacia el que vamos. El FA ya se comprometió a no aumentar impuestos, pero eso no quiere decir que no se redistribuya la carga fiscal entre lo que ya existe. Vamos a tener que discutir, por ejemplo, si algunas exoneraciones fiscales que no encadenan con la economía, que no generan mayor cantidad de puestos de trabajo ni salarios de calidad tienen que seguir. Esa es la discusión que se viene en materia de política macroeconómica para los próximos dos años. No hay temas vedados ni tabú.

—Y estarán también quienes van a presionar con que eso puede impactar sobre los niveles de inversión.

—Yo creo que lo que más afecta los niveles de inversión es lo que sucedió con Conexión Ganadera. Uruguay no se distingue por tener petróleo, se distingue por ser uno de los países con mayor productividad agropecuaria. En pocos meses tuvimos tres episodios con la captación de ahorro para la actividad agropecuaria y mirá como terminó… Eso sí afecta la inversión.

—El gobierno electo anunció que se convocará a «un amplio, democrático y genuino diálogo social» sobre seguridad social. ¿Qué posibilidades hay de modificar la reciente reforma?

—Hay que ver a qué nos lleva el diálogo social.

—¿Es posible fijar nuevamente la edad de retiro en 60 años?

—Sí, es posible. Cuando discutimos en el Parlamento la reforma jubilatoria de [Rodolfo] Saldain y de Lacalle, señalamos que aumentar al barrer la edad [de retiro] a 65 años era un error, porque afectaba enormemente a algunos sectores de trabajadores que no iban a poder jubilarse por causal común. Hubo un aumento al barrer de la edad, cuando debió estudiarse caso a caso. Hay que volver atrás eso; vamos al objetivo de volver a los 60 años para jubilarse.

—¿La existencia de las administradoras de fondos de ahorro previsional [AFAP] es un tema laudado después del plebiscito de octubre de 2024?

—Por ahora, sí. El sistema de seguridad social, en conjunto, está en tensión en todo el mundo, cruje. Igualmente, hablar de las AFAP en Uruguay es un error. En Uruguay hay una AFAP que es pública, que es propiedad del Estado uruguayo y que tiene la mayor parte del mercado, y hay otras que son privadas, extranjeras, que tienen una cuota de mercado menor. Hay que hablar del sistema de ahorro individual, que es el concepto sobre el que funcionan las AFAP, pero después tenés realidades diferentes.

—Desde el actual oficialismo se habla de una radicalización del FA, con la primacía del Movimiento de Participación Popular [MPP] y del Partido Comunista de Uruguay [PCU]. ¿Qué responde a esa afirmación?

—Eso es… [Pausa.] No sé si llamarlo un disparate o un cliché. Decir que el FA está radical porque hay más diputados del MPP o del PCU es un lugar común, uno de los tantos que se ensayaron en la campaña electoral. El propio gobierno lo hizo, un absurdo. El FA discute sus temas en sus plenarios, en su congreso –donde se elaboró el programa–, en la Mesa Política. En ningún caso planteó temas de cambio estructural de la sociedad uruguaya. Lo que pasa es que vendía decir que el FA se radicalizó. No se condice con la realidad.

—Que el FA no proponga cambios estructurales supone, desde otras visiones, que la fuerza política se corrió hacia el centro.

—Y es cierto.

—¿El MPP también se corrió hacia el centro?

—No hacia el centro ideológico. Ahí hay dos discusiones. Para no eludir el tema, el MPP ocupa un lugar de centro en el FA, pero no es el centro ideológico entre posiciones más extremas y posiciones más socialdemócratas. Ese gradiente no es el que está planteado. El MPP asume que es una bancada mayoritaria y que tiene una responsabilidad de mantener a toda la tribu unida. Si quisiéramos llevarnos la pelota y controlar todo el partido, lo que haríamos sería que la gente se fuera alejando, y no queremos que eso pase. Queremos un FA más unido y más grande. Queremos incorporar más gente al FA, gente que no tiene una visión nativa de izquierda, pero que puede sumarse a una agenda de cambios. Un nuevo gobierno del herrerismo, de la coalición sería letal para la sociedad uruguaya. Pero no es el centro ideológico. Nosotros tenemos muy claro cuáles son nuestras definiciones ideológicas. Después hay un debate más macro, que se está dando en Europa, en Argentina, también en Brasil, donde las visiones antisistémicas tienen una fuerte connotación de derecha. Quienes están cuestionando hoy el sistema democrático son los Bolsonaro, los Milei, los Abascal, los Meloni. Gente que quiere romper el concepto del estado de bienestar y lo que está proponiendo es una ruptura total del pacto social y un Estado que les asegure –como estamos viendo con [Donald] Trump– a los multimillonarios la posibilidad de acceder al gobierno.

—¿Usted considera que esos discursos están permeando en dirigentes de la coalición multicolor?

—Sí, son poquitos, pero alguno hay. A medida que se va radicalizando el debate político, la dinámica lleva a que siempre tengan que tirar un disparate más grande. Hoy estamos viendo en la campaña de Montevideo la idea de cerrar TV Ciudad, cerrar un medio de comunicación, cuando en realidad deberíamos discutir otras cosas. Va permeando en el sentido de que aparecen alegatos contra la agenda de igualdad, la agenda de género, contra temáticas relacionadas con la educación sexual o la posibilidad de aplicar sistemas tributarios diferentes según el nivel socioeconómico, como el debate sobre el IVA personalizado.

—Con algunos que cuestionan esa agenda de derechos deberán negociar votos en el Parlamento.

—Sí, pero si el eje para poner arriba de la mesa es desmantelar algo que nosotros hicimos durante nuestro gobierno, no habrá negociación posible. Todos sabemos dónde estamos parados. Eso no sería negociar de buena fe. ¿No lograron desmantelar muchas cosas durante su gobierno y van a querer que lo desmantelemos nosotros? Eso es una chicana y tirar el «palo en la rueda» porque sabés que no habrá posibilidades de acuerdo. Sería inaudito que pretendieran concretar parte de su agenda ideológica, posdemocrática en algunos casos, en un gobierno del FA. 

Artículos relacionados

Con Ricardo Gil Iribarne, asesor en lavado de activos del próximo gobierno, exsecretario antilavado y expresidente de la JUTEP

«El juego a la derecha se lo hacen los corruptos de izquierda o los que se hacen los distraídos»

Edición 2046 Suscriptores
Horas clave para las candidaturas del FA en Montevideo

El subibaja

Edición 2045 Suscriptores
Se firmó el contrato por el proyecto Neptuno

La pelota en cancha del FA

Edición 2044 Suscriptores
Con Verónica Piñeiro, precandidata por el FA a la IM

De ciencias básicas y comités de base

Acento Suscriptores
El FA y su incomodidad frente a la Venezuela de Nicolás Maduro

La permanente