El festival de cine de Punta del Este viene mejorando año a año en muchos aspectos, sobre todo en lo que se refiere a la construcción y la afirmación de su identidad como evento dentro del mapa audiovisual de la región. Porque si bien es cierto que el entorno puntaesteño siempre aportó un marco original a sus diversas instancias, esa singularidad no se notaba tanto en lo que respecta a la curaduría de las funciones; sin embargo, tanto en la programación como en las actividades que la rodearon –mesas redondas en torno a temas novedosos, presentaciones informadas, instancias de Q&A1–, este año fue notorio que el equipo de organización tuvo la voluntad de delinear esa personalidad festivalera y garantizar al público una experiencia cultural que trascendiera el mero acto de ir al cine.
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