El inicio de esta película es de verdad sugerente: una voz masculina y otra femenina, que delatan en sus acentos a personas migrantes, intercambian comentarios sobre sus experiencias como deliveries de aplicaciones de comida en las calles montevideanas. Se chicanean y se divierten mientras los logos de apertura se suceden, sobre fondo negro, en la pantalla. «Lo que nosotros hacemos lo pueden hacer las mujeres», dice él, y ella le cuenta que hace tres años que está trabajando, que suele enfrentarse con los pichis de la calle, que arranca temprano y mete varias horas, pero que así son las deliveries, las «riders»: «Abnegadas, luchadoras, fuertes, guerreras». «Eso es lo que la gente quiere», contesta él, y vuelve a reír. De pronto, después de que la voz de la mujer rezuma esa simpatía tan «la...
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