Sin la presencia de Vladímir Putin y Xi Jinping, la cumbre de los BRICS (sigla que alude a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los países fundadores) celebrada en Río de Janeiro el 6 y 7 de julio fue mucho menos ostentosa que la anterior, realizada en Kazán (Rusia). Si aquella se concentró en los deseos de un nuevo orden global, esta derrapó hacia el pragmatismo.
La declaración final, arduamente consensuada, destaca que el Sur global sigue desempeñando un papel central ante «el agravamiento de tensiones geopolíticas, la desaceleración económica, las rápidas transformaciones tecnológicas, las medidas proteccionistas y los desafíos migratorios». Defiende «un orden internacional más justo, sostenible, inclusivo, representativo y estable, basado en el derecho internacional», pero ya no me...
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