En los dos años que lleva recorriendo oficinas en busca de los documentos necesarios para solicitar la ciudadanía española, Tania asegura haberse «llenado de canas». El proceso ha sido una odisea constante. «Yo tenía el pelo negrísimo, sin una cana, y ahora vivo a base de tintes», dijo a Brecha, mientras esperaba a las afueras de un bufete internacional de La Habana para recoger certificaciones de nacimiento legalizadas. Había llegado al amanecer desde un pequeño pueblo de la provincia de Villa Clara, a casi 300 quilómetros de distancia. «Estos viajes de ida y vuelta dejan un gasto tremendo, pero son la única forma de resolver. Si los mismos papeles los solicitara desde mi municipio, ni con tres prórrogas de la “ley de los bisnietos” me alcanzaba para tenerlos a tiempo», ironizó. De tener ...
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