Esa fusión –en la que cada golpe de cuerda decide una sílaba y cada inflexión vocal recompone el sentido– explica por qué la obra de Osiris, junto con la de Serafín J. García y Wenceslao Varela, marca el cierre de una etapa de la gauchesca y, a la vez, inaugura otra: la posgauchesca. El término fue acuñado por Pablo Rocca para nombrar la reescritura crítica del campo, del paisano y de su lenguaje. En Osiris, la canción-obra integra poema, composición, ejecución guitarrística y puesta en voz en una unidad orgánica de contrapunto. La muestra más clara está en «Como yo lo siento». El texto desarma el tópico del campo como valor de cambio y lo restituye como valor de experiencia. La identidad se enuncia con léxico vegetal y mineral, no en títulos de propiedad. Sobre esa semántica, la guitarra ...
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