La Gran Misa Salvaje reúne en un solo volumen los relatos eróticos de Marosa di Giorgio, una textualidad que habita espacios fantásticos en contigüidad con los referenciales, un infinito hipersexualizado que fusiona con total libertad lo visionario y lo real, una propuesta perturbadora y fascinante que desestabiliza las categorías binarias y las lógicas del pensamiento racionalista. «Yo no soy un ser para el sexo sino para el ensueño ardiente», dice Marosa, y nos transporta a ese lugar ambiguo y misterioso del imaginario erótico que singulariza su escritura. «Soy una protagonista en llamas», proclama con determinación en un conjuro que apela al pensamiento mítico, viaja en el tiempo y augura nuevas lecturas con variaciones y cruces hasta ahora inadvertidos por el sentido y la interpretación.
En su producción poética, que comienza en 1953 y es recopilada por primera vez en 1971 con el título Los papeles salvajes, siempre estuvo presente el erotismo. Pero durante los últimos 11 años de su vida, en nuevas prácticas de escritura que requirieron aproximaciones y técnicas narrativas, abrazó una intensidad extraordinaria: de ahí los relatos de Misales (1993) y Camino de las pedrerías (1997), su única novela, Reina Amelia (1999) y Rosa mística (2003),cuya última edición reúne 40 textos en la sección subtitulada Lumínile, a la que sigue la nouvelle que da título al volumen.
En el prefacio a La Gran Misa Salvaje, Luis Bravo recuerda que hasta el presente existían dos publicaciones que, con el subtítulo «relatos eróticos completos», compilaban tres de los cuatro libros mencionados, «pues en ambos casos se excluyó Reina Amelia».11 Por decisiones editoriales y cuestiones de subgénero literario, La Gran Misa Salvaje tampoco incluye esa novela –que para Marosa era igualmente «un largo poema» erótico–. Resulta paradojal, porque, según la autora, fue «la pastora de faunos», coprotagonista de Reina Amelia, el personaje que impulsó el comienzo de sus relatos eróticos. Como novedad, La Gran Misa Salvaje incorpora La flor de lis (2004), que apareció poco antes del fallecimiento de la poeta y hasta hoy había sido publicado en forma independiente. Señala Bravo que «los poemas en prosa» de este libro tematizan «una erótica sexual explícita, hasta entonces solo enunciada en los relatos», y por lo mismo cumple «el papel de una aleación en la que se combinan las propiedades de ambas vertientes».

«POR AQUÍ Y POR ALLÁ»
Pero con Marosa nada es simple o unívoco. Los recursos del lenguaje y los fines estéticos que distinguen la originalidad de su obra traspasan e incumplen el rigor de las categorías y las clasificaciones literarias. En las entrevistas que le hicieron encontró un espacio inmejorable para reflexionar sobre su obra y desarrollar sus ideas sobre la escritura. De ahí la pertinencia de acudir a algunas de sus declaraciones para iluminar ese hibridismo genérico textual, que, como el hibridismo genérico sexual, Marosa habita con poder infinito.

En el año 1995, cuando ya había publicado Misales, el crítico argentino Osvaldo Aguirre le pregunta: «¿Cómo llegaste al poema en prosa, la forma dominante en tus libros?». Marosa responde, desafiante o fastidiada: «No son en prosa, ¡son en poesía! Yo, aun en los relatos de Misales, escribo en poesía. Una novela, para ser realmente buena, debe a la vez funcionar como poema. Eso creo. ¿Por qué decís “en prosa”?».2 En 1997, cuando se publica Camino de las pedrerías, Aguirre insiste, interesado en saber qué une y qué separa a los poemas reunidos en Los papeles salvajes de los relatos eróticos. «Pienso o estoy segura –responde– que es el mismo mundo, mi mundo. Solo que allá, hasta Misales, la furia sexual estaba algo tamizada, mostrando su capullo, su rubí, por aquí y por allá. Ahora perdí los velos y cuento, descalza y desnuda, lo que se me aparece y se me desaparece. Me veo como la cronista y la protagonista, repito, a la vez, de una sexualidad salvaje y delicada, que no promete tener fin. Pero debo agregar que estos libros tienen también una fuerte raigambre, trama y dirección, mística. Aunque no lo parezca. Y aunque yo no me proponga cosa alguna más que contar lo que acontece. Hay algo inasible, de otros mundos, y de lo cual no se puede hablar.»3
EL PLACER FEMENINO
Acierta Bravo en la elección del título del libro, en el que advierte que «[…] resuena cierta justicia poética». «El aumentativo recoge, en parte, lo elegido por la poeta para una primera compilación de sus relatos (El Gran Ratón…), que no llegó a ver publicada; en Misa se replican los “misales paganos” con los que estrenó la vis erótica; Salvaje recoge la cualidad que ella misma dio a sus papeles-códices.» Bravo localiza la producción erótica de Marosa en una genealogía literaria, la pone en diálogo con la teoría, sugiere leerla en voz alta sin desatender lo performático (tan significativo para ambos autores), repasa sucesos históricos y culturales que atravesó Uruguay durante los años de producción de la escritora salteña.
Marginada de cualquier pacto de verosimilitud, la autosuficiencia de su obra y el tópico del erotismo, principalmente en su narrativa, hacen posible que los deseos circulen libremente y el cuerpo y el placer femeninos sean centrales en la proliferación de cópulas con varones y toda clase de animales, fauna, flora, minerales, objetos, voces, almas y hasta figuras celestiales. Como muestra, un botón: «No sé cómo cabía en el jardín. ¡Si era un planeta! Y, sin embargo, estaba ahí. Luego de un rato de mirarlo mucho, lo abracé, me quité el vestido, tiré la rosa, lo abracé, lo abrazaba, con mis brazos y piernas y pequeñas tetas. Lo besé muchas veces. Se me cayó algo del sexo, como un pimpollo, un huevo, se lo aplasté (con aroma a vida íntima), se lo refregué. El planeta levitó, subió un poco, salió del suelo. […] Íbamos en el cielo; él hacía ahora un rumor raro, como si fuera un hombre, como si fuera un animal, o Dios».
- Esos libros son: El Gran Ratón Dorado, el Gran Ratón de lilas. Relatos eróticos completos (El Cuenco de Plata, Buenos Aires, 2008) y Misa de amor. Relatos eróticos completos (WunderKammer, Girona, 2021). Bravo registra los motivos por los cuales Reina Amelia, «la gran ausente en esta gran misa erótica», siempre se publicó en solitario. ↩︎
- Osvaldo Aguirre: «Una monja un poco gitana», Diario de Poesía, 34, Buenos Aires, julio de 1995. ↩︎
- «Una sexualidad salvaje y delicada», El Litoral, suplemento de cultura, Santa Fe, 27-XII-97. ↩︎







