La política del capaz que - Semanario Brecha
Orsi, Bukele y los presos de Domingo Arena

La política del capaz que

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En Uruguay existe una forma particular de comunicación presidencial, siempre a medio camino, como si cada frase necesitara un rato más de cocción antes de presentarse al público. No es un estilo basado en la claridad, sino más bien en la posibilidad. En ese espacio movedizo, entre lo dicho y lo que tal vez se quiso decir, tomó su forma un fenómeno que ya merece nombre propio: la orsificación del discurso.

La orsificación es un método, una manera de hablar por aproximación, que deja enunciados en un «remojo ideológico» mientras se define su sentido. No es un discurso que afirme, sino que insinúa. Propone pensar si acaso no habría algo para pensar, pero sin especificar qué. Como todo proceso incompleto, requiere acompañamiento técnico. Y ahí aparece la innovación comunicacional más artesanal –y eficiente– del progresismo criollo: el doctor compañero System™.

EL MOMENTO BUKELE

En la ya célebre entrevista con Búsqueda, cuando el presidente Yamandú Orsi señaló que «el ejemplo es [Nayib] Bukele», no dijo admirar a su par salvadoreño ni reivindicar sus políticas, sino apenas que su caso «sirve para pensar». Una frase elástica, con la ambigüedad suficiente como para admitir cualquier lectura: ¿crítica?, ¿advertencia?, ¿curiosidad sociológica?

Las frases ambiguas, sin embargo, tienen un problema: prenden igual. Y esta no fue la excepción. La oposición señaló coqueteos con la mano dura. Las redes se repartieron entre el estallido y la sátira. La militancia frenteamplista quedó en una posición yogui: inmóvil, respirando y esperando indicaciones. Fue entonces cuando se activó de manera automática el doctor compañero System™, esta vez trabajando a máxima potencia.

El doctor compañero System™ no opera como un spin doctor1 clásico, que manipula el discurso desde las sombras en carácter de profesional de la comunicación. Es más doméstico. Una tecnología afectiva de gestión del sentido público. Su arquitectura incluye tres módulos principales: El Pacha-Speech™, el ministro-Firewall™ y el VoceroSoft™.

Ante la frase de Bukele, el sistema parpadeó en rojo. El Pacha-Speech™ salió primero: con una apariencia que, en términos del Cuarteto de Nos, mezcla «la facha de un repetidor» con «la nota de un aprobado», el secretario de la Presidencia explicó que Orsi no había dicho lo que dijo, sino lo que en realidad había querido decir: una versión más completa y más compatible con la sensibilidad progresista.

Luego entró el ministro-Firewall™, Carlos Negro, recordando que observar un fenómeno no implica admirarlo ni replicarlo, que Uruguay no copia modelos y que la democracia no es negociable. El módulo bloqueó cualquier interpretación desviada antes de que pudiera propagarse.

Finalmente, el VoceroSoft™ ensambló el relato definitivo: Orsi no proponía nada. Estaba pensando en voz alta y abriendo un debate ciudadano. La frase que había provocado un cortocircuito pasó a ser presentada como un gesto pedagógico.

El episodio Bukele es un caso ejemplar para analizar la orsificación. El método funciona con base en tres principios. En primera instancia, la polisemia programada, enunciados capaces de significar varias cosas a la vez sin comprometerse con ninguna. En segundo lugar, la tautología progresista, con afirmaciones que suenan profundas, aunque digan lo evidente: «Hay que discutir», «la democracia es el camino», «Uruguay es Uruguay». Por último: la intención sin proposición. Se convoca al pensamiento sin presentar uno propio y se abre un debate sin posición inicial.

El problema no fue el contenido, sino la estructura; bueno, también el contenido, pero concentrémonos, por ahora, en la estructura, que demuestra que un presidente dijo algo que evidentemente todavía no está listo para ser dicho. Pero ahora existe un dispositivo que ¿podrá contrarrestar las confusiones que crezcan en el seno de la opinión pública?

EL MOMENTO DOMINGO ARENA

Hay episodios que dicen más por omisión que por declaración. La orsificación suele funcionar en los terrenos blandos de la política. Pero hay zonas donde la ambigüedad resulta un atajo peligroso. En temas vinculados a los crímenes de Estado, el silencio delata y la orsificación –como el pez– muere por la boca.

La escena ante la Suprema Corte de Justicia lo dejó en claro. En medio del eco todavía tibio del comentario sobre Bukele, Búsqueda dio a conocer ayer, jueves, que Orsi había hecho saber su preocupación por la salud de los militares presos en Domingo Arena por delitos de lesa humanidad. Una frase corta, casi un suspiro. Pero ¡qué suspiro!

Los ministros palparon sus bolsillos en búsqueda de una linterna mientras corría la gota gorda por sus espaldas; ¡ahora sí se les vino la noche! Nadie sabía si aquella inquietud insinuaba el ingreso a una discusión sobre beneficios penitenciarios o si era apenas un desliz humanitario peligrosamente mal ubicado.

Y entonces vino la segunda escena: el intento de acomodar la jugada. «Yo no manifesté preocupación ni nada, tan solo tenía un informe», dijo Orsi en televisión, como si el informe hubiera cobrado vida y pronunciado en voz alta aquello que él jamás dijo… aunque sí dijo. Los documentos no sienten preocupación, pero algunos políticos sí sienten la necesidad de atribuírsela para salir del paso.

No deberíamos desconocer que la orsificación tal vez tenga sus virtudes, pero últimamente elige mostrar sus falencias. Cuando se trata de crímenes de la dictadura, la frontera es nítida: o se sostiene la verdad histórica, o se la erosiona.

Pero lo novedoso del doctor compañero System™ es que también milita el capaz. Capaz que funciona. Capaz que no. Sus ingenieros tienen como misión principal acelerar sus tiempos, porque la reacción química de la opinión pública es cada vez más veloz y la ambigüedad –con esos espacios en blanco que deja a la intemperie– puede ser llenada por cualquiera. «¿Hay algún acuerdo con Cabildo Abierto con respecto a este punto para liberar a estas personas privadas de libertad?», preguntó un periodista en el informativo de las 12.00 y ¡bum! Explotó el doctor compañero System™.

Martina Molinari es estudiante avanzada de Comunicación en la Universidad de la República.

  1. En la jerga política anglosajona, unspin doctores un asesor político responsable de guiar la interpretación pública de un acontecimiento político. ↩︎

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