Once de abril de 1831. A orillas del arroyo Salsipuedes, en el límite de los actuales departamentos de Paysandú y Tacuarembó, centenares de indígenas se reúnen convocados por el general Fructuoso Rivera con motivo de ser invitados a una supuesta campaña militar contra el sur de Brasil. Guerreros, mujeres y niños de la nación charrúa, como era su costumbre, acompañan a los caciques, que asisten al lugar confiados en la vieja amistad que los unía a don Frutos. Mientras comen y beben, cuando nadie lo espera, un revólver traicionero dispara la señal de la muerte: acompañado por miles de hombres que aguardaban la orden, se inicia el exterminio.
Ciento noventa y cuatro años después, el sábado 27 de setiembre, sobre un cartel que reza «40 años de democracia», en la calle Andrés Martínez Trueba de...
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