Es cierto que la emergente figura del intendente José Luis Falero significó un quiebre en tierras josefinas, porque del estilo marcial y autocrático de “Juan”, se pasó a un empresario joven, emprendedor, con capacidad de negociar (“Falero por lo menos nos registra, para Chiruchi no existíamos”, llegó a comentar un alto jerarca del gobierno frenteamplista) y de darle espacio a las figuras de su entorno (algo antes impensable).
Pero esto no implica una superación de las habituales prácticas clientelistas que han distinguido en el pasado a la gente de la histórica lista 22; muy por el contrario, han tenido un fuerte impulso en este tiempo. Por ejemplo: si bien no hay más cargos públicos para repartir, sí hay puestos laborales en las empresas que se instalan en el departamento, a las que se entra más fácil con la tarjetita del político blanco que sin ella. A la hora de contratar personal, la Intendencia ha sido muy selectiva, y pareciera que en San José no hay votantes del fa que sepan dirigir el tránsito, ya que la mayoría de los inspectores contratados en el período pasaron por comités nacionalistas en las departamentales de 2010.
Para los dirigentes también hay lugar. El encargado de la Junta Local de Ciudad del Plata, al pasar esa ciudad a ser municipio perdió su lugar, pero nació la Agencia de Desarrollo, que lo tiene como principal, y a una ex candidata a alcaldesa como segunda. Otra ex candidata a alcaldesa en Ciudad del Plata logró su nuevo puesto de trabajo pegada al alcalde frenteamplista (¿contralor?), y en Libertad un ex candidato y además concejal, junto a un ex edil colorado, consiguieron trabajo en el municipio. Incluso nació una tan maravillosa Dirección de Eventos para que un “cantor” pudiera tener su lugar.
Falero le dio un nuevo impulso a otra práctica de los blancos de San José: copar las organizaciones sociales con su gente, incluido el propio fútbol (técnicos y dirigentes son dirigentes blancos o funcionarios de la Intendencia). Al igual que en las mejores épocas de “Juan”, hay referentes en todos los ámbitos sociales del departamento, y tienen línea directa con el intendente. Una llamada –ahora a José Luis–, y todo se puede solucionar. Todas estas prácticas tienen el espíritu moderno y la sonrisa que los tiempos imponen, pero son las mismas que le han brindado la hegemonía cultural e ideológica en el departamento a la fracción herrerista del Partido Nacional.
SUÉLTAME PASADO. El tema que desvela a la dirigencia del partido hoy es el futuro del diputado Alberto Casas (de la lista 22 y representante del ala más chiruchista por estos tiempos), que por acuerdos preelectorales no debería ser candidato y tendría que ceder su lugar a Ruben Aníbal Bacigalupe, el elegido por Falero y ganador de la interna herrerista en junio. Es que si Casas pierde sus fueros podrá ser llamado por la justicia a responder por los cuestionamientos a su gestión en ose hasta 2003, y ni viejos ni nuevos dirigentes quieren que ello suceda, porque, de última, todos están en el mismo barco.
Las opciones pasan por encontrarle un buen lugar en las listas de Lacalle Pou al Senado, que le asegure tener la protección de los fueros o permitirle competir con Bacigalupe por la diputación. Nada asegura que gane, pero por lo menos podría competir. El sábado Casas daría a conocer cuál sería el camino elegido para intentar mantener sus fueros; hay una charla pendiente con Lacalle Pou.
Lo concreto es que esta situación tiene paralizada toda la campaña del herrerismo josefino (no hay cartelería porque no se sabe cómo será la lista a Diputados), que no puede dejar de ser lo que ha sido, a pesar de los gestos renovadores de su emergente dirigencia, que tampoco puede disimular los cuestionamientos al delfín de Falero, Bacigalupe (un hombre con muchos años en la Junta Departamental, que hasta en la propia interna genera dudas por su desempeño en la actividad privada y en la gestión del club hípico de la capital).