La Diada es la fiesta nacional catalana, y para esta edición los independentistas convocaron a formar una V de la victoria con una cadena humana que unió los 11 quilómetros que separan a las dos principales calles de Barcelona. Lo que pretenden es que el gobierno catalán mantenga la convocatoria al referéndum aun si el Tribunal Constitucional (instalado en Madrid), como se prevé, lo declara ilegal.
El sondeo escocés, difundido el fin de semana pasado por el Sunday Times, dio 51 por ciento al sí y 49 al no. La diferencia está dentro del margen de error, pero marca una tendencia creciente de los votos en favor de la independencia, que hasta hace unos meses era claramente minoritaria. Ante ella el gobierno británico, que carece de estrategia para el caso de que el sí gane en el referéndum, ofreció ampliar las potestades autonómicas de Escocia si se rechaza la independencia. Lo hizo el canciller George Osborne, pero no dio detalle alguno de en qué consistirían esos mayores poderes. El cambio de tendencia en favor del sí se dio después del debate del 5 de agosto entre los responsables de las dos campañas, el separatista Alex Salmond, líder del Partido Nacional Escocés, y el ministro y dirigente unionista Alistair Darling. Los laboristas escoceses acusan a los gobernantes conservadores de ser responsables del avance del sí por la política de austeridad y de recortes en los programas sociales practicada no sólo en Edimburgo sino también en Londres. Es precisamente entre los laboristas que ha ganado espacio el sí: 35 por ciento de ellos se declaran favorables actualmente a la independencia, contra 7 por ciento de los conservadores y 16 de los liberales-demócratas, socios de los tories en el gobierno. El líder del Partido Nacional dijo a los laboristas que la independencia es la posibilidad que tienen de ejercer el poder en Escocia, donde los conservadores gobiernan gracias a los votos que obtienen en Inglaterra.
Por otro lado, la campaña unionista está provocando rechazo incluso entre sus propios partidarios, al estar basada casi que exclusivamente en inspirar miedo en caso de que gane el sí. El propio Ed Miliband, líder del laborismo, dijo el fin de semana que si ganaran los independentistas el jueves próximo Inglaterra se vería obligada a poner guardias armados en las fronteras entre los dos países.
A unos 1.700 quilómetros de Edimburgo, la Asamblea Nacional Catalana acelera las movilizaciones para obligar a que el gobierno de Artur Mas convoque de todas maneras al referéndum previsto para el 9 de noviembre, al que el Ejecutivo español de Mariano Rajoy considera ilegal. Un sondeo realizado la semana pasada da cuenta de que la mayoría de los catalanes serían partidarios de respetar la decisión del Tribunal Constitucional respecto de la legitimidad de la consulta. Los separatistas consideran que “las cosas de los catalanes deben decidirse en Barcelona y no en Madrid”. En la concentración de la Diada de ayer jueves los vértices de la V formada por los centenares de miles de personas que coparon las calles de la capital catalana estaban ocupados por jóvenes que el 9 de noviembre, el día previsto para el referéndum, tendrán 16 años, la edad mínima para poder votar.