A poco más de un año de que Santiago Feliú realizara su último concierto en Uruguay, otro pilar de la misma promoción de trovadores retorna a estas tierras. Después de dos años, el cubano Carlos Varela llega en esta ocasión de la mano del cantautor mexicano Alejandro Filio, como parte de un recorrido por el sur que incluye también a Chile y Argentina. Ambos, que comparten escenario por vez primera, vienen a presentar recientes producciones en una única función en la Sala Zitarrosa:1 Se trata de sentir, de Filio, y el CD-Dvd Carlos Varela en vivo-Concierto 30 aniversario. El primero significa un cambio en el habitual esquema del compositor y su guitarra, al cual Filio se ha mantenido fiel durante toda su trayectoria. Ahora acopla sonoridades provenientes de otros instrumentos, aunque sus letras mantienen la intención de alejarse de lo simple. Por su parte, el fonograma del cubano recoge los dos espectáculos que ofreciera el año pasado en La Habana para celebrar sus tres décadas de vida artística. Este repaso de su obra cuenta con la participación de figuras como Jackson Browne, Iván Lins, Eduardo Cabra, Juan Formell, X Alfonso, entre otras notables figuras de la escena insular e internacional.
Formado en el seno de lo que fue el Movimiento de la Nueva Trova, Carlos Varela se da a conocer a inicios de los ochenta, cuando un emergente grupo de jóvenes asume la canción como continuidad de la forma planteada por los fundadores y, a la vez, como ruptura necesaria de la tradición iniciada, intención esta que los lleva por derroteros ideoestéticos distintos a los de sus predecesores y a marcar entre sí diferencias que se acentúan con el paso del tiempo. Los llamados “trovadores de la herejía” o “generación de los topos”, conformada además por el ya mencionado Feliú, Frank Delgado y Gerardo Alfonso, marcan el comienzo de una nueva etapa dentro del mítico movimiento, pero al margen de los medios y la difusión oficial. Bajo la etiqueta de “artistas problemáticos”, sus canciones se ven confinadas durante esos años a peñas y conciertos, por asumir una crítica al dogmatismo y el amurallamiento imperantes desde el decenio anterior y reflejar una realidad matizada por notables conflictos. Aun así, la conexión con el público hace que muchísima gente incorpore a su banda sonora temas como “Miami, luces y sombras”, de Frank Delgado, “Metamorfosis”, de Feliú, y “Jalisko Park”, de Varela. Aquella marginación inicial impregnaría la creación de estos trovadores con el siempre atractivo encanto de lo prohibido, halo que aún hoy, amén de la legitimación alcanzada, los acompaña.
En 1989 Varela saca su primer disco, Jalisko Park. En la década siguiente se hacen frecuentes las grabaciones (Carlos Varela en vivo, 1991; Monedas al aire, 1992; Como los peces, 1995) y las presentaciones en el exterior junto a ya consagrados como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Joaquín Sabina. Con Nubes (2000), Varela alcanza relevancia internacional cuando el cineasta Tony Scott escoge el tema “Una palabra” para acompañar la escena final de Man on fire, aunque ya Alejandro González Iñárritu la había utilizado en su corto The Hire: Powder Keg.
Prolífico creador (18 discos no parecen pocos, más si se realizan de forma independiente), Alejandro Filio deviene referente imprescindible de lo que se denominó en algún momento canto nuevo mexicano. Desde su etapa de formación, entre el aire de peñas y bares del DF, o incluso en las ediciones del desaparecido festival de la Oti, logra una poética singular, ajena a exigencias del mercado y a trampas de seudocultura. Luego de títulos como Hay luz debajo (1988), En esta inmensidad (1993) y Caín (1994), Filio agrupa a una verdadera constelación de luminarias en Un secreto a voces (1998), grabado entre España, México, Cuba y Argentina. Luis Eduardo Aute, Silvio Rodríguez, León Gieco, Pedro Guerra y Tania Libertad son algunos de los que figuran en esta joya de la canción hispanoamericana donde sobresalen piezas como “Habrá que creer”, “Hermano lobo” y “Brazos de sol”. Con Se trata de sentir el trovador deja por primera vez a un lado el rol de productor, que delega en su hermano David Filio, para enfocarse plenamente en la composición e interpretación de los temas.
Para la presentación en la Zitarrosa ambos trovadores se harán acompañar de talentosos músicos. Al piano estará Aldo López-Gavilán y en el bajo Julio César González, destacados exponentes del panorama jazzístico cubano
1. Martes, 11 de noviembre.