Tatuarse puede ser un acto de rebeldía, una manifestación artística, un homenaje, hasta una forma de comunicación. El capitán de la Policía Militar del estado de Bahía, Alden dos Santos, se dedica desde hace una década a la investigación y traducción de tatuajes dibujados en los cuerpos de prisioneros y delincuentes de Brasil y otros países, con el objetivo de conocer un poco más el entramado de la delincuencia.
Según el estudio –que ha recogido cerca de 50 mil casos–, se ha logrado identificar 36 dibujos asociados a delitos específicos. Entre los más populares están los payasos, que se asociarían a robos y muerte de policías, y personajes de cómics como el Demonio de Tasmania, el Correcaminos y Speedy González. El primero “ilustraría” la participación en robos hechos por bandas, y los otros dos se relacionarían con criminales que utilizan vehículos para transportar drogas.
Según Dos Santos, en declaraciones a la Bbc, entre los presos “existe un fuerte código de silencio. Los resultados surgieron más bien con la comparación de datos”. Fue así que seleccionaron un tatuaje específico, como el Joker, de Batman, relevaron quiénes tenían esa imagen en su cuerpo y, analizando sentencias, encontraron el patrón. El resultado indicó que esos reclusos habían participado en robos que culminaron con al menos un policía muerto. “Los portadores de este tatuaje muestran frialdad y desprecio por la propia vida –explica el responsable de la investigación–. La mayoría parece absorber las características de este personaje: insano, sarcástico, con una vida loca. Por lo general no se entregan fácilmente y se dedican a la violencia.”
No sólo se trata de personajes; otros símbolos gráficos podrían estar vinculados a delitos: un punto negro indicaría que son carteristas; dos puntos verticales, que cargan con una violación; tres puntos en forma de pirámide, que están relacionados con drogas.
En cuanto a la posible estigmatización que cae sobre aquellos que optan por tatuar su cuerpo, el oficial aclaró que la ciudadanía “nunca podrá ser abordada únicamente por los tatuajes que se describen en el estudio”. Aclaró que su objetivo “no es discriminar a personas tatuadas. Eso discriminaría al propio ser humano, ya que el tatuaje se ha utilizado durante mucho tiempo como una forma de expresión”. Pero alegó que “también sirven como una herramienta para facilitar el trabajo de reconocimiento de sospechosos”.
Actualmente Dos Santos comparte sus teorías en diferentes redes sociales, como Facebook y Youtube, y ante la pregunta de si la divulgación de esos patrones de tatuaje hace que los criminales dejen de tatuarse, el policía responde: “Sorprendentemente, en lugar de que los sospechosos dejen de usar la imagen que se asocia a la práctica de un delito, lo que percibimos es la lógica inversa: cuanto más tienen conciencia de que la policía conoce sus códigos, más frecuentemente usan las imágenes. Es una especie de reto”.