Golpismo precoz. La avanzada desestabilizadora contra Dilma Rousseff iniciada hace dos meses, cuando tomó posesión del cargo por segunda vez, se redobló en las últimas semanas con el pedido de impeachment respaldado disimuladamente por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y la “hostilidad permanente de Globo y los demás grandes grupos de comunicación, que hacen un tratamiento dudoso de los casos de corrupción en Petrobras”, resume el investigador Venício Lima, de la Universidad de Brasilia.
Ante el asedio mediático, la presidenta resolvió, aconsejada por Luiz Inácio Lula da Silva, romper el silencio, y a partir del Carnaval ha hecho más declaraciones a la prensa que en los primeros 50 días de su gestión, la cuarta consecutiva del Partido de los Trabajadores (PT). Dilma salió del mutismo acusando al socialdemócrata neoliberalizado Fernando Henrique Cardoso (presidente entre 1995 y 2003) de haber estado omiso ante presuntos sobornos millonarios en Petrobras en los noventa, de acuerdo con la confesión de un ex gerente de la empresa estatal.
En el entorno presidencial opinan que fue un acierto asumir la iniciativa para revertir la agenda catastrofista que puso al gobierno entre las cuerdas, según publicó Folha de São Paulo el domingo, cuando varios diarios escribieron sobre los planes opositores de corto plazo.
Junto a la amplificación del caso Petrobras en el Congreso, donde prevalecen las fuerzas conservadoras, fue convocada una marcha para el 15 de marzo bajo la consigna “Fuera Dilma” (lema coreado este fin de semana en el paro de camioneros durante el cual murió un manifestante), en la que participarán grupos de la sociedad civil antipetista, y posiblemente políticos que reivindican, con mayor o menor desfachatez, el procesamiento de la mandataria y la privatización de Petrobras a caballo del escándalo narrado de forma “maniquea por la prensa”.
“Es un hecho que hubo desvíos de dinero, sobornos e irregularidades, nadie negaría una cosa tan evidente”, plantea Venício Lima. Y agrega: “También es evidente que en ese esquema oscuro hubo muchos políticos que no pertenecen al PT, pero curiosamente esos políticos no son citados en los titulares sensacionalistas sobre el así llamado ‘Petrolão’”.
“Esto nos está demostrando que la intención de la prensa, más que denunciar la corrupción, es utilizarla como excusa para desgastar un mandato presidencial que tiene fecha de conclusión el 31 de diciembre de 2018”, sostiene Lima.
“Los editoriales de O Globo contra la política petrolera de corte nacionalista seguida por Dilma son tomados casi como una guía de acción por el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (Psdb) y su ex candidato presidencial Aécio Neves (apadrinado por Fernando Henrique Cardoso), que en el Senado fundamentó el impeachment, sin mencionarlo, diciendo que detrás de la reelección de Rousseff había una asociación ilícita.”
Derrotado por estrecho margen en los comicios del 26 de octubre, Neves parece haber adoptado el estilo de su amiga venezolana María Corina Machado (le rindió homenaje el año pasado en Brasilia), contra quien pesan varios cargos por participar en conspiraciones contra Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
El ex candidato del Psdb es uno de los fogoneros de la marcha contra Dilma dentro de dos semanas, aunque todavía no confirmó su presencia ante el riesgo de chamuscarse junto a activistas habituados a reivindicar el retorno de los militares.
“El país está mal y la situación empeora con el aumento de la gasolina, el descrédito internacional (del gobierno), la inflación, la precariedad de la seguridad, todo lo cual genera una fuerte indignación”, escribió el lunes Neves, siempre sintonizado con la línea que baja desde Globo.
El diario de ese multimedios publicó este lunes un artículo no menos sedicioso, donde se lee que Luiz Inácio Lula da Silva “se está volviendo una fuerte amenaza a la democracia”.
LULA 2018. Según Venício Lima, los adversarios de Dilma y el PT no se limitan a sabotear la actual administración levantando la bandera de un, todavía incierto, golpe blanco que requiera de una mayoría especial en el Legislativo.
También “están deconstruyendo la imagen de Lula para neutralizar su alta influencia en la opinión pública y, tal vez, para ponerle piedras en el camino a una eventual candidatura en 2018, donde se perfila como un postulante con serias chances”.
“Desde la prensa nunca dejaron de golpear a Lula, pero en las últimas semanas ha salido todo tipo de noticias inconsistentes contra él, hasta publicaron que padece cáncer de páncreas, esto fue en el portal Uol, de la misma empresa que edita Folha. Lo del cáncer es el súmmum, es una mentira fácilmente comprobable, ya que si alguien sufre de esa dolencia en el páncreas no sobrevive por mucho tiempo.”
“Después de esa noticia extraña de Uol, el diario Valor Económico especuló sobre las relaciones de Lula con el Juego del Bicho (una suerte de quiniela clandestina), sin aportar ninguna prueba seria”, recopila el profesor Lima, autor de ensayos y libros sobre poder, medios y democracia.
El cuadro de aislamiento político y comunicacional que hoy afecta a la presidenta presenta algunas semejanzas con lo ocurrido en 2006, luego del escándalo del mensalão, causante de la mayor crisis del primer gobierno de Lula.
Sitiado por las falsedades de la cadena Globo, el entonces presidente resolvió dejar su despacho en Brasilia y recorrer el país para comunicarse directamente con el público. Fue acusado de chavista, por su estilo directo y la capacidad de cautivar a los vecinos de la favela Rocinha, en Rio, y a los trabajadores de la Mercedes Benz en San Pablo, pero las críticas no revirtieron su decisión de hablar cara a cara con los electores, que finalmente lo reeligieron con cerca del 60 por ciento de los sufragios.
Aquella proeza política de Lula, a la vez que comunicacional (hasta rechazó participar en un debate organizado por Globo), fue desmontada teóricamente por Venício Lima en el libro Los medios y las elecciones de 2006. “Lula ya demostró con su reelección que los medios no son imbatibles a pesar del gran poder que detentan. Creo que si ahora él decide entrar de lleno en escena será un actor temible para la oposición y un respaldo inestimable para Dilma. Por otra parte, la sociedad brasileña ya no es tan manipulable como antes, el país cambió gracias a las políticas sociales, y millones de personas que antes eran excluidas ahora frecuentan Internet, donde pueden acceder a discursos alternativos.”
La semana pasada, Lula, pieza clave en las dos victorias de Rousseff en 2010 y 2014, fue el principal orador durante un acto de respaldo a Petrobras organizado por la Central Única de Trabajadores en Rio de Janeiro. “Defender a Petrobras es defender a Brasil, es defender a los trabajadores, es defender a la democracia”, argumentó el ex jefe de los metalúrgicos de San Pablo durante la dictadura militar. Lula cerró su intervención denostando a la prensa por “criminalizar” al gobierno, a Petrobras y al PT, tras lo cual avisó: “Lo que yo quiero es paz y democracia, pero si ellos quieren guerra, yo también sé luchar”. Sindicalistas, campesinos sin tierra e intelectuales lo ovacionaron de pie.