Y así es cómo se hacen los bebés - Semanario Brecha

Y así es cómo se hacen los bebés

Los niños son el rocanrol de las preguntas incómodas. Sólo hace falta pasar desapercibido en un par de clases de educación sexual para volver con una libreta llena de apuntes. Y de paso, un vistazo a los manuales de sexualidad que se usan hoy en las escuelas, justo en la semana en que se frenó “el libro prohibido” de Ovejas Negras.

Niña del East End (Londres) bailando el Lambeth Walk, 1939 / Foto: Bill Brandt

“Y vos maestra, ¿cómo te masturbás?” preguntan los niños, sin anestesia. La maestra se apoya por un segundo sobre el pizarrón a sus espaldas y toma fuerza para responder. Al parecer no es una duda sólo de ese niño tan curioso y conversador que siempre levanta la mano en la clase, sino que es la inquietud de varios niños que se han reunido antes en el recreo y han designado a un valiente portavoz. Y ahí mismo la maestra comienza una larga explicación que pasa por las definiciones de autosatisfacción, las relaciones sexuales, el placer y “algo parecido a lo que provoca comer chocolate”.

Las clases –semanales, de una hora– con 30 niños y la maestra Alda se vuelven catárticas en la escuela Brasil. De hecho, los mismos padres esquivan el viaje y le piden a sus hijos que trasladen sus dudas a la tallerista de educación sexual, que ya está canchera luego de 15 años trabajando en la misma escuela. “Tuve que prepararme muy bien, tomar varios cursos y luchar con mis propios prejuicios”, advierte Alda.

Entre mochilas recién estrenadas y túnicas aún de un blanco impecable, estos niños de sexto año comienzan una de las unidades de nombre pomposo: “La construcción de la sexualidad en el marco del proyecto de vida personal” (véase recuadro). Alda explota su creatividad y les propone un ejercicio en el patio que implica vendarse los ojos y mantenerse alejados del resto de sus compañeros. Sin saber cómo actúan los demás, deberán avanzar un paso si la pregunta que les hace la maestra merece un sí, o quedarse en el lugar si la respuesta es un no. Algo así como el juego de los miedos.

Y comienza: “Que dé un paso adelante el que tiene miedo a estar solo; a la oscuridad; a las películas de terror; al rechazo de los demás; a que sus padres se separen; a los cambios corporales…”. Todos quedan en lugares dispares.

Luego, sentados en ronda en el piso, la puesta en común: hablan de las presiones sociales, del miedo a ser juzgados o al ridículo –“tengo miedo de que a los demás no les guste mi ropa” o “me re importa lo que los demás dicen de mí”–, a las burlas y a los insultos. Miedo a que todos los días pase algo distinto en el cuerpo, a los granitos, al vello nuevo allí donde antes no había.

El miedo a no ser nadie y a la muerte surge en la conversación. También el embarazo adolescente no deseado o a ser padres “cuando no hay un presupuesto adecuado” (sic). Se llevan de deberes pensar en los miedos de cada uno.

Luego en el otro grupo de sexto año, con otros 30 niños pero la misma tallerista, aprenden el significado de una nueva palabra: “empatía” significa ponerse en el lugar del otro. Pero también hablan de los mitos vinculados a la sexualidad: que la mujer es pasiva, que siempre espera a que el hombre la invite, que los hombres no lloran (es mentira, a menos que se les sequen los lagrimales, bromea la maestra), que los hombres que lloran son gays, que la sensibilidad no se relaciona con la hombría, que la mujer voluptuosa es la más linda o que el hombre “masculino” es el mejor. Puros mitos, acuerdan entre todos.

Más tarde, en el revuelo del salón, la maestra le corrige a uno de los niños vulva por vagina. Y para diferenciar que una es externa y la otra interna, dibuja –a duras penas– parte de la silueta de una mujer en el pizarrón, mientras un niño dice bajito desde el fondo que “ese dibujo parece un diente”.

Ya en 1907 Freud escribía: “Pienso que no existe fundamento alguno para rehusar a los niños el esclarecimiento que pide su apetito de saber… Cuando no reciben los esclarecimientos en demanda de los cuales han acudido a sus mayores, se siguen martirizando en secreto con el problema y arriban a soluciones donde lo correcto se mezcla de la manera más asombrosa con inexactitudes grotescas, o se cuchichean cosas que a raíz de la conciencia de culpa del investigador, imprimen a la vida sexual el sello de lo cruel y lo asqueroso”, advertía muy clarito el genio austríaco. Y agregaba: “La curiosidad del niño nunca alcanzará un alto grado si en cada estadio del aprendizaje halla la satisfacción correspondiente… Un esclarecimiento así sobre la vida sexual (…) en el cual la escuela tome la iniciativa, paréceme el único que da razón del desarrollo del niño”.1

Continúa la clase.
—Casi todos los varones dicen que no nos tienen que gustar los de One Direction porque son gay –dice una niña.
—Pero eso no es un problema, es una orientación sexual y se nace con esa orientación –les explica la maestra.
—Yo no estoy de acuerdo, Alda, porque se hace también –interrumpe uno de los chicos.
—Me gusta que discrepes –le contesta la maestra–. De deberes: pensar si gay “se nace” o “se hace”.

BIBLIAS DE LA SEXUALIDAD. El año pasado más de 50 mil hogares recibieron el manual «Está bueno conversar. Educación sexual para familias».2 Es uno de los varios materiales bibliográficos editados –y por lo tanto recomendados– por Primaria (que se suma al clásico «¿Qué me está pasando?», de Mayle y Robins3) y parte de la premisa de que abordar el tema de la sexualidad no significa sólo hablar de sexo o de relaciones sexuales, sino que se presenta como una excelente oportunidad para conversar en casa o en el aula acerca de cómo se sienten los jóvenes, qué les pasa, cómo cambian su cuerpo y sus emociones.

Y con el reparto de este material algunos pusieron el grito en el cielo, literalmente: el año pasado Jaime Fuentes, el obispo de Minas y responsable de la Comisión Pastoral para la Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Uruguaya, publicaba en su blog personal que este folleto “muestra la hilacha” de la “ideología de género”, y describía así uno de sus pasajes: “Dos chicas, con aspecto de ‘loquitas’, se están pintando para ir a bailar. Una le pregunta a la otra: ¿Llevo preservativos? Naturalmente. Más aun, lo mejor es ‘llevar’ y usar preservativos”.

El autor de «Todo por medio de María», entre otros libros religiosos, denunciaba que “es evidente que, bajo la apariencia de educación sexual para las familias, está la infausta ideología de género, cuya pretensión es cambiar la concepción judeo-cristiana de la familia y la sexualidad”.

Otro de los materiales de lectura sugeridos por Primaria es el librillo «Es parte de la vida. Material de apoyo sobre educación sexual y discapacidad para compartir en familia».4

Allí básicamente se aclara que esos niños y adolescentes con discapacidades son personas sexuadas como todas y tienen necesidades de amor, ternura y placer, pero muchas veces la mayor barrera a la hora de expresarlas es la mirada ajena.

De ese libro se escapan algunas frases geniales como “El preservativo es cuadrado y se vende en la farmacia”, “Hacer el amor es tener hijos con el novio en la cama”, “Homosexual es cuando se besan dos hombres”.
Y hablando de familias, no nos podemos olvidar de la presencia en las escuelas de la Familia Corchete, una serie de muñecos de tela sexuados, con una imagen amable, para que los niños puedan manipularlos. Así la abuela, los niños, el bebé, el hijo adolescente y los papás cuentan con broches de enganches en zonas clave (genitales, pezones, boca). Los varones tienen pene y las mujeres vulva, y hasta vienen con vello en el pubis y axilas.

EL LIBRO NEGRO. Esta semana se supo que la polémica «Educación y diversidad sexual. Guía didáctica» elaborada por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), con contenidos redactados por el colectivo Ovejas Negras, finalmente no se distribuirá en los centros educativos. Fue frenada por resolución del Codicen, y técnicos de la Anep redactarán un nuevo manual sobre el punto.

El revuelo comenzó el año pasado cuando el último día de octubre el material se presentó públicamente y de hecho se repartió entre algunos docentes. Los contenidos fueron consensuados y avalados por la dirección de Derechos Humanos de la Anep, la Comisión de Educación Sexual y la Red Nacional de Género también de la Anep, por el Programa de Educación Sexual (Pes) del Codicen y por el Instituto de Formación en Servicio del Ceip. Además, dentro del Mides fue chequeada por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), por el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) y por el Instituto de Salud de la Facultad de Psicología (Udelar).

“Ninguna otra guía de la Anep fue tan evaluada (…) como ésta”, señala el colectivo Ovejas Negras en un comunicado difundido el lunes pasado. Sin embargo, “para el Codicen, la totalidad de los especialistas consultados que trabajan en dependencias de la Anep, en la Udelar y en organismos internacionales se equivocaron”, dice el comunicado.

A fin de año, el arzobispo de Montevideo Daniel Sturla criticó duramente los contenidos de lo que llamó “la guía de la uniformidad mental”: “Vivimos en una sociedad laica y plural; no impongamos una ideología. La Constitución señala que son los padres los responsables de la educación y no el Estado”, dijo a la prensa.

Por eso desde Ovejas Negras consideran que estas críticas hicieron mella: “A no engañarnos. La resolución del Codicen está directamente vinculada a las presiones ejercidas por la Iglesia Católica. Ésta busca insistentemente el no reconocimiento de los diferentes modelos de familia que el régimen legal vigente protege, así como el financiamiento estatal de sus colegios privados debido a los graves problemas económicos que enfrenta ante la magra cantidad de fieles y donaciones”, denuncia. Y agrega: “Sus metas, disfrazadas bajo la acusación de que la guía era ‘fundamentalista’ y ‘violaba la laicidad’, encontraron un aliado en la perspectiva conservadora de las autoridades educativas”.

En cuanto a contenidos, la guía sugiere desde la necesidad de crear baños mixtos en las escuelas, definiciones adecuadas de términos como homosexual y transexual, hasta las herramientas para tratar con los alumnos que tengan inquietudes sobre su orientación personal. Ilustra, entre otras cosas, sobre la definición de “intersexual” (la “i” en LGBTI, esa sigla que cada vez agrega más letras): “Persona que nace con características biológicas de ambos sexos y que por sus características cromosómicas, gonadales y/o genitales desafía los criterios binarios de clasificación médico-jurídicos macho y hembra”.

Y en uno de sus puntos más polémicos, llama a los docentes a “salir del armario” siempre que así lo deseen, valorando esto como un proceso fundamental para la autoaceptación, la salud mental y la construcción de redes sociales sólidas. Al mismo tiempo, ayuda a desmitificar algunos fantasmas y conceptos erróneos que todavía persisten entre padres y docentes (inolvidable aquel derrape de la directora de la Utu de San Carlos hace cuatro años atrás: “La homosexualidad es una enfermedad, que en el caso de mi hijo, el sistema educativo no pudo evitar”) e incluso en los propios niños.

SE NACE, SE HACE. Una semana después los alumnos de Alda han terminado de ver el video «La vida de Juan»5 y la discusión continúa entre los niños y la maestra: “Hay travestis que se hacen operaciones y se sacan sus órganos sexuales y se ponen unos artificiales”, dice fuerte uno de los chicos, mientras mira a su compañerita de al lado como para que le festeje lo acertado del comentario.
—Se operan para cambiar de sexo –le responde la maestra–. Los travestis sólo se visten de mujer.
—¡Se transforman como Ben 10! –bromea uno de los chicos.
—Se ponen hormonas –suma otro.
—La persona no se siente bien en ese cuerpo, pasa por esa transformación porque siente que nació en un cuerpo equivocado, pero son operaciones de alto riesgo y muy dolorosas, ¡imaginen cómo se sentirá esa persona para querer atravesar por todo eso con tal de cambiar de sexo! –llama a la reflexión la maestra, mientras pide silencio a la ronda.
—Depende de cómo te críes –dice una de las niñas volviendo a los deberes y a la homosexualidad.
—En mi edificio hay dos lesbianas que adoptaron a dos niños, entonces me parece que esos niños van a ser gays porque les falta el padre para poder imitar –dice el mismo niño, y vuelve a mirar a su compañerita de al lado buscando aprobación.
—¿Pero entonces de una pareja gay surge un hijo gay? ¿Pero qué pasa en las familias monoparentales? Y en las familias heterosexuales de mamá y papá donde el hijo es gay, ¿cómo se explicaría?”, lo desafía a pensar la maestra.
—Creo que somos otra persona, independiente de nuestros padres… –sale al cruce otra de las nenas.
Suena el timbre. De deberes para la semana que viene: pensar en los prejuicios y estereotipos.

 

1. Cita del librillo Vestidos en el aula. Guía educativa sobre la diversidad afectivo-sexual , Paribanú Freitas, Yamandú Lasa, Mercedes Martín. Llamale H, 2011. Complementa el set educativo el mediometraje documental Vestidos en el aula. Visiones sobre lo afectivo-sexual en la educación uruguaya (LLamale H, Tucu Tucu, 2011).
2. Elaborado por el Pes con el apoyo del Unfpa, Montevideo, 2014.
3. P Mayle y A Robins, Buenos Aires, 1984.
4. Elaborado por el Pes, el Instituto Interamericano sobre Discapacidad y Desarrollo Inclusivo, Unfpa y Unicef, Montevideo, 2011.
5. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=EbT-kpKyHZk

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Como “Pes” en el agua

 

Diego Rossi, el coordinador del Programa de Educación Sexual (Pes) –que funciona dentro de la Anep desde 2009–, explicó a Brecha los criterios que llevan a promover algunos materiales de lectura en las escuelas y a desestimar otros: “Todos los materiales educativos de apoyo curricular para los niños que apunten a la promoción de los derechos humanos, a la equidad entre las personas y al respeto de la diversidad son tomados en cuenta”, dijo.
Luego está también la libertad de poder elegir los recursos que cada uno usa para su formación docente, lo que se debe cuidar después es cómo se vuelca eso a los niños: “Tal vez tú o yo hemos leído el Manifiesto comunista, o Mi lucha de Hitler, pero a ninguno de los dos se nos ocurre usar esos libros en el aula tal y como están, y en el caso del segundo, va directamente en contra los derechos humanos. Ese es el límite, lo ético y legal”, ejemplificó.

 

En cuanto a las presiones religiosas sobre la definición de los contenidos educativos y la supuesta violación a la laicidad, Rossi aclaró que es un deber del Estado y del sistema educativo que los niños reciban educación sexual, como un derecho humano, respetando la creencia del otro, “no quiero con la educación sexual ir en contra de lo que una familia defiende, cree y vive, porque no es el rol del sistema educativo”, dijo.

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En el programa

 

Según lo establece el último Programa de Educación Inicial y Primaria (2008), durante sus clases de biología, en quinto grado, los niños comienzan a aprender sobre el cuerpo de la mujer y el hombre, la diferencia entre sus aparatos genitales, la fecundación, la gestación del embrión humano y el parto. En simultáneo (pero en clases separadas), en las cátedras construcción de ciudadanía, ética o derecho trabajan sobre “la identidad de género y la orientación sexual”, “los medios de comunicación en la promoción de modelos de orientación sexual, “la opción sexual: la tensión entre lo natural y lo cultural”.

 

Ya en sexto, acumulan lo aprendido en el año anterior con los conceptos de sexualidad y proyecto de vida personal, derechos sexuales y reproductivos, el derecho a la manifestación de la orientación sexual y la responsabilidad en la maternidad y paternidad. En la escuela Brasil tienen un taller específico sobre educación sexual por tratarse de una escuela especial de horario extendido, pero en el resto de las escuelas de horario común estos contenidos son incorporados junto con las demás asignaturas en la planificación diaria.

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