Cientos de fascistas italianos, alemanes y croatas fueron recibidos por el gobierno argentino de Juan Domingo Perón durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Un grupo de cerca de 180 de los altos jerarcas nazis cruzó el océano buscando invisibilizarse y evitar las posibles condenas y represalias por sus atrocidades.
Entre los inmigrantes más populares se encontraban Joseph Menguele, también conocido como “El ángel de la muerte”, un médico que se dedicaba a experimentar cruelmente con prisioneros y seleccionar a aquellos que debían morir en la cámara de gas, y Martin Bormann, militar líder de la Alemania nazi, jefe de la cancillería y secretario personal de Adolf Hitler.
La leyenda de la posible existencia de un escondite nazi en la selva de Misiones es casi tan vieja como la caída del Tercer Reich en 1945. Daniel Schavelzon, director de un equipo del Centro de Arqueología Urbana de la Universidad de Buenos Aires, junto con un grupo de profesionales, descubrieron a fines de marzo tres extrañas construcciones de piedra semiescondidas en pleno parque de Teyú Cuaré, en el departamento de San Ignacio, en la frontera entre Argentina y Paraguay.
A pesar del deterioro de las construcciones –debido al abandono y la invasión de espesa vegetación– se llegó a la conclusión de que los edificios corresponderían a una vivienda, un depósito y un puesto de vigilancia. En un principio pensaron que se trataba de una construcción hecha por jesuitas, pero una de las pruebas que constatarían su origen nazi sería el hallazgo de monedas alemanas de poco valor fechadas entre 1938 y 1941 –con el águila y la esvástica grabadas– y objetos como latas de comida, botellas y platos de porcelana con la inscripción Made in Germany (“Hecho en Alemania”).
Los arqueólogos aseguran que la arquitectura no es local ya que no se ha encontrado nada parecido en la región. Las estructuras se localizan en un lugar que si bien hoy es parte de un parque público, en 1940 era un territorio solitario y de difícil acceso. En declaraciones para IBTimes UK, Schavelzon aclaró que según lo hallado los edificios no habrían sido utilizados: “No hay camas, ni sillas, ni mesas, ni siquiera basura. Son construcciones hechas antes del fin de la guerra pero que no fue necesario utilizarlas”.
En la zona se rumorea que tales edificios fueron el escondite del mismísimo asistente de Hitler, debido a que durante años fue buscado en la zona por la proximidad con Paraguay. Incluso un vecino colocó un cartel en la fachada con la inscripción “Casa de Bormann”. Según el arqueólogo no hay ninguna certeza sobre ese dato, y considera que el lugareño se aprovechó de la situación para generar visitas turísticas.
El resultado de los análisis de los elementos encontrados podría tardar meses. Pero si se confirma su procedencia nazi, se abriría un nuevo capítulo de investigación para la región.