Los últimos sondeos ubican como ganador de la elección general en la capital al macrismo, con un 40 por ciento de los votos, el kirchnerismo segundo, con el 25, y tercero al ex ministro de Economía de Cristina Fernández Martín Lousteau, con un 17 por ciento. Todo apunta a una segunda vuelta. Lousteau va aliado con un sector del socialismo porteño anti K y fue quien rescató su candidatura de los restos de la coalición Unen, la misma que estalló en mil pedazos cuando Elisa Carrió saltó a los brazos de Macri y del nuevo caudillo radical Ernesto Sanz. Sergio Massa y su candidato, el ex negociador de la deuda en tiempos kirchneristas Guillermo Nielsen, ni siquiera tienen chances, según los encuestadores. Para sobrevivir a estas elecciones “primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias” (Paso), las diferentes listas necesitan obtener el 1,5 por ciento del padrón.
El macrismo protagoniza una interna entre la senadora Gabriela Miccheti y el jefe de gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, con un enfrentamiento guionado por el publicista de Macri, Jaime Durán Barba. Hábil para el marketing, Durán Barba montó un show en el que Macri apoya a Rodríguez Larreta en desmedro de Michetti, ambos pasean sus candidaturas por las pantallas de televisión y se alzan con una mayoría cómoda en las encuestas, por lo menos en esta previa.
Por el lado K, el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, se presenta señalado por el dedo presidencial y parece cosechar la preferencia por sobre sus contrincantes Gabriela Cerruti, Aníbal Ibarra (ex alcalde que ya venció a Macri), el banquero Carlos Heller y el ex radical Gustavo López. Pese a que todos suman para Recalde, por ahora no alcanza para ganarle al macrismo. La suma de apoyos cosechados por Recalde en las últimas horas de parte de todos los candidatos presidenciales K parece tener tranquilas las aguas del kirchnerismo en la ciudad, pero sin despegar de la baja intención de voto. Juegan a polarizar para forzar un balotaje y ver qué pasa. La definición será el 5 de julio y con segunda vuelta el 19 de ese mes. La jugada macrista apunta a asegurar la capital y desde allí apuntalar sus aspiraciones presidenciales. Tiene algunos puntos a favor: Recalde no entusiasma y por ahora es apenas un retoño de la generación vigorosa que aspira a parir el kirchnerismo. Tampoco en la Legislatura porteña el kirchnerismo se caracterizó por una marca personal a Macri. Con una política de denuncias sobre fondos oscuros y subejecución del presupuesto que se repite cíclicamente y en parte es verdadera, no demostró la diferencia suficiente para generar un proyecto en Capital Federal.
El lunes empezarán las negociaciones entre los candidatos menos votados. En caso de segunda vuelta, el macrismo espera cosechar los votos finales del Frente Renovador y de Martín Lousteau, pero nadie se iría con el kirchnerismo por izquierda, menos aun teniendo en cuenta que el trotskista Frente de Izquierda y los Trabajadores es la alternativa. Las críticas de un pacto entre el Pro y los K son moneda corriente y única del Fit para presentarse como fuerza antagónica.
El domingo pasado la oposición se alzó con un triunfo a lo Pirro en las provincias de Santa Fe y Mendoza, dos de los cinco distritos electorales más grandes del país, junto a la capital y las provincias de Buenos Aires y Córdoba. La primera lectura muestra a un kirchnerismo con una intención de voto superior al 40 por ciento en Mendoza y un 20 por ciento en Santa Fe, es decir que mantiene su caudal histórico de votos desde 2003 en cada distrito, lo cual es un logro para una fuerza política con 12 años en el poder. La segunda lectura indica la fuerte incidencia que la alianza abrochada entre la Unión Cívica Radical y el Pro de Mauricio Macri empezó a dar sus frutos.
Más complejo aun es para la oposición el caso de Santa Fe, donde el actor cómico Miguel del Sel superó sólo por 0,3 puntos al socialista Miguel Lifschitz, que obtuvo un 28,8 por ciento. Ambos fueron aliados con dos radicales, el Pro por su alianza reciente y el socialista por el Frente Progresista que conformaron hace una década, cuando el operador principal era el actual diputado y ex gobernador Hermes Binner. Con el radicalismo partido, el kirchnerismo mantiene el 20 por ciento histórico de votos con el candidato Omar Perotti, una copia del presidenciable Daniel Scioli, a quien apoya desde la provincia y de quien espera traccionar votos para vencer a Del Sel y Lifschitz juntos en las elecciones del 14 de junio.
No hay que olvidar que la puesta en escena de este domingo electoral es el resultado de un anhelo de Néstor Kirchner, enamorado del modelo político chileno pos Pinochet: una centroderecha y una centroizquierda marcadas y dispuestas a alternarse en el poder. La versión argentina incluye al kirchnerismo como fuerza progresista y al macrismo como la derecha en permanente competencia desde 2003. El Pro responde manu militari a los deseos y caprichos del empresario Macri, amigo del español José Aznar, el chileno Sebastián Piñera y el Nobel Mario Vargas Llosa. Chile logró la alternancia en la última década. ¿Será la hora de Macri en Argentina?