Baltimore es una ciudad del estado de Maryland que hoy es noticia porque su alcaldesa, Stephanie Rawlings-Blake, ha anunciado un toque de queda que se empezó a aplicar a partir de las 22 horas locales del martes 28 y que se prolongará durante una semana entera. La causa: las violentas protestas desencadenadas en la ciudad tras la muerte de un joven negro que se encontraba bajo custodia policial.
El joven asesinado es Freddie Gray, de 25 años, quien sufrió un golpe en la espalda cuando la policía de Baltimore lo detuvo el domingo 12, presuntamente por “mirar mal” a un teniente y salir corriendo. Una semana después, el domingo 19, Gray fallecía en el hospital debido a la herida. Según informó la familia de Gray a TeleSur, “el 80 por ciento de su columna vertebral estaba partida a la altura del cuello”.
El funeral del joven, al que asistieron miles de personas y que transcurrió de forma pacífica el pasado sábado, se convirtió en un nuevo capítulo de protestas contra los prejuicios y abusos que sufre la población negra por parte de la policía de Estados Unidos. Las autoridades, quizá intuyendo la oleada de protestas, decidieron suspender a seis policías de Baltimore mientras se investigan las circunstancias de la detención y muerte de Gray. Sin embargo, la medida no consiguió evitar que la protesta culminara con episodios de violencia que dejaron 35 detenidos y varios agentes lesionados.
El pasado diciembre miles de personas manifestaron pacíficamente en Washington contra la violencia policial y un sistema judicial que castiga a la minoría negra. La marcha hacia el Capitolio, que fue acompañada por decenas de manifestaciones pacíficas en otras ciudades, congregó a los familiares de Eric Garner, Michael Brown, Tamir Rice, Akai Gurley y Trayvon Martin, las últimas víctimas mortales de la violencia policial estadounidense. La respuesta del presidente Barack Obama a las protestas fue la creación de una comisión de expertos para mejorar la confianza entre la población afroamericana y la policía, y reducir las muertes por disparos de agentes.
En marzo, esta comisión difundía un informe preliminar con recomendaciones que abogaban por “una policía más cercana a la comunidad, que esté más supervisada, y sea más preventiva y menos violenta”, dejando muy claro que su aplicación dependería del gobierno federal y su capacidad de influir en los cuerpos policiales de los estados.
Un mes después, la muerte de Gray en Baltimore evidencia lo mucho que queda por hacer. Considerando la escalada de violencia vivida en las calles de la ciudad tras las protestas del lunes, no parece que dicho informe haya despertado demasiadas esperanzas en una ciudad donde más del 60 por ciento de la población es afroamericana. Y es que tal vez redactar un informe de recomendaciones o generar iniciativas como My Brother’s Keeper, plataforma para impulsar el avance de jóvenes afroamericanos, no sean medidas suficientes para un país cuya policía ha matado a más de 2.500 personas desde 2011.
(Tomado de Diagonalperiodico.es, por convenio.)