La vía judicial se reactivó en el año 2010, tras la publicación de la Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos y la información que en ella se hizo pública, mediante el acceso que tuvo el equipo del historiador Álvaro Rico a 17 archivos estatales. Además, la Presidencia (de Mujica, entonces) determinó que el caso del maestro no estaba comprendido dentro de la ley de caducidad.
Cuenta Ariel: “Una vez que eso quedó desactivado, hablamos con Mirtha Guianze, la fiscal, y ella nos dijo: ‘Yo estoy sola’. ¿Qué tenemos que hacer?, le preguntamos. Ella nos empezó a indicar cosas que podíamos hacer. Como buen uruguayo promedio, que no sabe muy bien cómo funciona el sistema judicial, vimos que los fiscales no tienen un equipo de gente, están solos, no pueden interrogar. Tienen que citar frente al juez, con abogado de la defensa presente, no pueden hacer investigación. En Uruguay esa parte la hace la Policía, pero la nuestra no tiene una oficina como en la serie Cold Case que abra casos viejos. No tenés a nadie que investigue, tenés que hacerlo vos. Ese es el comienzo”.
A fines de 2011 el juez de la causa, Juan Carlos Fernández Lecchini, además de señalar que se trataba de un caso de lesa humanidad –por lo que es imprescriptible– sentó jurisprudencia al establecer que “los familiares y los denunciantes tienen derecho a estar en las audiencias, a coadyuvar con el Ministerio Público en la búsqueda de la verdad material, y en ese marco hacer preguntas a indagados y testigos” (Brecha, 7-X-11).
LAS PERSONAS. En 1977 Julio Castro estaba a pocos meses de cumplir los 70 años. Los relatos de los cercanos señalan que veía en su edad una fuente de inmunidad frente a la represión. En su trayectoria de vida confluía el maestro de Florida con el intelectual que escribía codo a codo junto a Carlos Quijano. Su fuerte relación con México, su actividad como consultor de organismos como la Unesco lo proyectaban fuera de los márgenes del Plata. ¿Por qué cae Julio Castro, que no tiene militancia partidaria? “Para mi viejo (el hijo del maestro, también llamado Julio Castro) una cosa muy importante, además de saber qué pasó, era saber por qué. Los encargados de la Comisión para la Paz, (Carlos) Ramela y (Gonzalo) Fernández, le comunicaron que el motivo de la detención de mi abuelo era que había colaborado en sacar gente del país y que manejaba información que también sacaba, vía Quijano, vía contactos en México. Cuando se hizo la conferencia de prensa se dio información genérica y se dijo que la información dada a los familiares sería después reconocida en forma oficial. Mi viejo había quedado tranquilo, Ramela incluso le había dado su teléfono para que hablara directamente con él. Se sintió bien tratado. El tema es que después empezaron a darle largas, y cuando finalmente salió el informe, lo que le habían dicho a mi padre sobre las causas no estaba incluido.”
Esa primera seña de malestar de la familia con los resultados de la investigación realizada por la Comisión para la Paz se redobló cuando, a fines de 2011, los restos hallados en el Batallón 14 de Toledo fueron identificados como los de Castro.
La comisión había “cerrado” el caso señalando que el cuerpo del maestro asesinado había sido desenterrado, cremado y sus cenizas esparcidas en el mar. Lo que, en los hechos, obturaba la posibilidad de continuar con la búsqueda de restos que no existían. “Creímos en la respuesta de la comisión. Tanto la creímos que cuando aparecieron los restos en el 14 nunca imaginamos que podrían ser los suyos.”
En cuanto al motivo de la detención, la hipótesis manejada había sido planteada en el artículo de Ernesto González Bermejo y Mónica Bottero publicado en el primer número de este semanario, en octubre de 1985. En él se aportan testimonios valiosos de quienes “participarían” de la salida de personas e informaciones vía México: el periodista Efraín Quesada (el último en conversar con Castro antes del secuestro), el periodista brasileño Flavio Tavares y el capitán de navío Óscar Lebel. El cuarto integrante involucrado era el agregado cultural de la embajada de México, Cuitláhuac Arroyo Parra.
Tavares estuvo detenido clandestinamente por el Servicio de Información y Defensa (Sid) hasta el 3 de agosto, para ser finalmente expulsado del país en enero de 1978. Días después el diario El País informaba de la detención de un agente de espionaje en Carrasco. Arroyo Parra estuvo una semana detenido en la embajada de México hasta que fue devuelto a su país, le quitaron la inmunidad diplomática y lo acusaron de traición. Diez días después, Julio Castro fue detenido cuando salía de la casa de Quesada. “Es Tavares quien, en la Casona de Millán, encapuchado, escucha a un detenido que estaba en muy mal estado, al lado de él, y que todas las evidencias hacían suponer que era mi abuelo. Por las fechas, por los chistes que le hacían los milicos diciendo ‘vos sos algo de Fidel Castro’, lo llamaban ‘el veterano’, ese tipo de cosas.”
Toda esta información se manejaba ya en 1985. También el relato de Julio César Barboza, el soldado que participó en la detención del maestro y que señaló que el encargado del operativo era el oficial principal Ricardo Zabala. “Asesorados por Guianze, empezamos a hacer la lista de los posibles oficiales que estaban funcionando en el Sid –continúa Ariel–. Utilizamos la ley de acceso para pedir los legajos ante el Ministerio de Defensa. Nos dijeron que no, fuimos a juicio, hicimos todo el proceso y los obtuvimos. Teníamos dos cajas de legajos para revisar. Nos dividimos las cajas con mi tía y nos pusimos a revisar los legajos. Los fines de semana, cuaderno en mano, marcando las fojas en las que parecía haber algún indicio. Con eso Guianze fue armando el caso.”
Fue recién en 2011, en la causa judicial mencionada al comienzo, que se interrogó a los ex integrantes del Sid José Baudean y Alberto Gómez, quienes “admitieron ante la justicia haber participado en 1977 de la denominada Operación Pecera, cuyo cometido era perseguir –según el testimonio– a un marino sospechado de pertenecer al Kgb (los servicios secretos de la Unión Soviética). El marino en cuestión era el entonces capitán Óscar Lebel y, según surge de la acumulación de elementos probatorios, la operación buscaba desarticular al grupo que a través de la embajada de México lograba hacer salir del país a perseguidos por la dictadura uruguaya” (Brecha, 17-VI-11).
Los testimonios de los militares interrogados en el juzgado señalaban al coronel retirado Juan Antonio Rodríguez Buratti como cabeza y responsable de la acción. Buratti, que estaba siendo juzgado por su responsabilidad en otros casos, se había suicidado en 2006 cuando fueron a detenerlo a su casa.
“Revisé el legajo de Rodríguez Buratti y no encontré nada, pero al revisar el de José Nino Gavazzo (éste sí preso desde 2006) encontramos tres o cuatro referencias sobre su asunción en el comando del Sid. Hasta una felicitación por la desarticulación, sin nombres, pero hablan de un periodista y un espía extranjero. No los nombran, pero están las evidencias.”
Zabala fue procesado por Fernández Lecchini. El fallo fue recurrido por la defensa y el tribunal de apelaciones invirtió los procesamientos: liberó a Zabala y cargó las responsabilidades sobre Gavazzo, ya preso. La fiscal María de los Ángeles Camiño elevó el caso a la Suprema Corte de Justicia. Su fallo se conoció a comienzos de este mes y ratificó este enroque, manteniendo a Zabala en libertad. Nuevamente el caso quedó detenido, a menos que nueva información pudiera ser aportada.
“Tras un nuevo pedido de acceso y un nuevo fallo a favor, tenemos nueva información del Ministerio de Defensa, que estamos estudiando”, apunta el nieto del maestro.
LA EVIDENCIA. Una de las tareas que la familia se propuso, ya con la causa reabierta, fue ubicar a Tavares, de quien se rumoreaba que había fallecido, para que diera su testimonio por primera vez frente a un juzgado. “Conseguí un mail a través de Óscar Destouet –encargado entonces de Derechos Humanos de la cancillería– y de Belela Herrera. Le escribí y al otro día tenía su respuesta. Había quedado muy afectado por todo. Dijo: ‘Estoy dispuesto, pero usted me tiene que dar garantías, porque yo fui expulsado de Uruguay, y quiero que se me reivindique’. Desde el gobierno dijeron que no habría problema en revertir una resolución.” El nieto relata que fue el equipo de Rico el que encontró esa resolución 15 días más tarde, en el acervo documental que les fue entregado. El actual ministro del Interior, Eduardo Bonomi, revirtió la resolución y Tavares accedió a volver a Uruguay.
Otra de las búsquedas terminó en la localización de una foto del maestro, tomada cerca de la fecha de su detención –los registros visuales no abundaban–, en el archivo de Chele, que está en poder de este semanario. Con la foto se logró que el soldado Barboza reconociera que era Castro a quien habían detenido, detalle que no formó parte de su primera declaración en 1985.
La tercera tarea fue seguir la pista de la camioneta del maestro, que desapareció con él. “Encontramos una multa que le habían puesto años después. Usaron la camioneta, alguien se la quedó. Empezamos a tirar de ese hilo. Conseguimos el número del cambio de chapa, pero perdimos la pista en el año 1989. No pudimos encontrar algún recibo donde apareciera el nombre del titular de la propiedad. Eso lo hicimos 40 años después del caso. En el 85 la camioneta andaba dando vueltas por Montevideo.”
El nieto cuenta que así como la decisión de reabrir la causa penal tuvo un componente de relevo generacional en su familia, esta perspectiva también lo tiene: “Durante mucho tiempo la discusión se dio en el Parlamento y no en los juzgados. En el Parlamento los temas se resuelven políticamente. Es una respuesta políticamente aceptable dar vuelta la página, taparlo, hundirlo. Judicialmente no, o es más difícil. Nunca nos pusimos en serio a fortalecer esa pata, a juntar información más allá de la que provenía de la interna de los grupos políticos. Todo lo que se hizo en el Parlamento es papel mojado, mientras que lo judicial se retoma. Lo digo autocríticamente, porque nunca lo había pensado por ese lado. Es obvio que es un tema político, pero además de la reivindicación política está el crimen. De hecho, lo que da vuelta la sensibilidad nacional en el caso de mi abuelo es el costado del crimen. He escuchado a gente decir que cambiaba de opinión sobre la necesidad de ‘dar vuelta la página’ frente a la afirmación del forense de que lo reventaron con un balazo a tres centímetros de la cabeza. Se acabó, no es ‘yo opino’. Hay evidencia científica, criminal, forense. Fin de la discusión. Políticamente todo es discutible, todo lo tenés que pesar: es el mundo de los Sanguinetti, de los Gonzalo Aguirre. Yo fui parte de ese proceso. Creo que ese fue un error, y a veces persiste. Cuando conseguís la evidencia judicial tiene un peso que no lo tiene otra cosa. Cancela la discusión, y eso me parece que es parte del asunto”.
[notice]Artes plásticas, cine, música, teatro
Contra el silencio
Mayo será (está siendo) un mes sembrado de actividades artísticas que conmemoran los 20 años de la Marcha del Silencio.
Con la exposición Poéticas del silencio, abierta el 21 de abril en el Subte Municipal, comenzó una serie de muestras, conciertos y exhibiciones que se extenderán a lo largo de este mes y que culminarán el 29 de mayo a las 19 horas, también en el Subte, con la mesa redonda “Arte y memoria”.
“Poéticas del silencio es una muestra que plantea hacer un homenaje a una acción política no partidaria: la marcha por los desaparecidos. Intenta construir mediante un grupo de obras la noción de un problema que aún se encuentra sin resolver. Cuestiones como memoria, pérdida, melancolía, impotencia, o hasta bronca e indignación, son sólo algunos de los conceptos que hoy se encuentran presentes aquí y también en el ritual que se repite desde hace 20 años. Las huellas afectivas que activan la memoria son aquellas que los artistas intentan recuperar mediante sensaciones, indicios y sentimientos en un discurso intelectualmente amplificador, potencialmente esclarecedor y humanamente comprometido.” Los artistas que integran la muestra son Federico Arnaud, Raquel Bessio, Oscar Bonilla, Luis Camnitzer, Pablo Conde, Rubens Fernández Tururi, Anhelo Hernández, Alma Kolp, Raquel Lejtreger, Dumas Oroño, María Estela Peri, Martha Passeggi, Mario Sagradini, Rafael Sanz, Jorge Soto, Juan Ángel Urruzola y Ernesto Vila, con la curaduría de Annabella Balduvino, Elbio Ferrario y Rulfo.
Por otra parte, todos los lunes de mayo se está exhibiendo en la Sala Zitarrosa la “Muestra de cine documental 20 aniversario de la Marcha del Silencio”. Ya se han proyectado en este marco los filmes El cultivo de la flor invisible, de Juan Álvarez Neme, y DF, destino final, de Mateo Gutiérrez. El lunes 18 a las 20 horas se exhibirá El círculo, de José Pedro Charlo y Aldo Garay, y el 25 de mayo, a la misma hora, Las manos en la tierra, de Virginia Martínez.
La muestra se replica en el interior del país los días jueves en Florida (sala de Cine Nuevo) y Artigas (Auditorio Municipal); los miércoles en Fray Bentos (sala de Cine Visión) y los viernes en Castillos (Complejo Cultural 2 de Mayo).
Además, hoy, 15 de mayo a las 18.30, habrá un recital en la Plaza Seregni organizado por la Feuu. Denominado Toque contra la impunidad, en el recital participan La cachi, Damián Lescano, Orquesta Subtropical y Milongas Extremas.
La semana próxima se inaugura en la fotogalería a cielo abierto del Parque Rodó la muestra Imágenes del silencio, 20 años de marchas con fotografías de 38 autores. La muestra, que se inaugura el martes 19 a las 12:30 además, podrá visitarse hasta el mes de julio.
El mismo martes 19 de mayo, a las 20 horas, en el teatro Florencio Sánchez, del Cerro, podrá verse Testimonios en escena, una obra realizada por ex presas políticas, exiliadas e hijas de ex presas políticas.
Todas las actividades son con entrada gratuita.
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