Suena a película de terror berreta o a otro delirante episodio de Futurama. Pero hay gente que se lo está tomando muy en serio. El neurocientífico italiano Sergio Canavero asegura que podrá hacer el primer transplante de cabeza: la idea es que una persona cuyos órganos, músculos o sistemas inmunológicos se hayan degenerado o consumido, pueda, mediante cirugía, trasplantar su cabeza a un cuerpo sano, cuyo donante haya quedado en estado vegetal, y así poder utilizarlo para extender su vida o simplemente para adquirir movilidad.
Canavero asegura que barnizará la espina dorsal con polietilenglicol, una suerte de “pegamento” que dice tener “el poder para literalmente fundir axones dañados”. Después, llevado el paciente a un coma inducido, los impulsos eléctricos ocasionarían un rebrote neuronal. Se colocaría la cabeza del paciente en un congelador para disminuir su necesidad de oxígeno y se coserían las venas y arterias al cuerpo del donante. Canavero piensa capacitar un personal de 150 médicos y auxiliares para llevar a cabo la operación en dos años.
Pero el proyecto no viene exento de duras críticas. Arthur Caplan, director de ética médica del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, describe al doctor Canavero como a un demente, y razones no le faltan. En un artículo publicado en Forbes señala: “Para poner una cabeza en el cuerpo de otra persona se requiere un cableado de la médula espinal. No sabemos cómo hacerlo. Si lo hiciéramos habría muchas menos personas paralizadas con lesiones en la médula. Tampoco, a pesar de las afirmaciones de Canavero en sentido contrario, está la medicina de cualquier sitio cerca de saber cómo utilizar las células madre o los factores de crecimiento para que esto suceda. (…) Se necesita verter enormes cantidades de inmunosupresión en el receptor para luchar contra el rechazo del nuevo organismo. Esto es un gran problema para los trasplantes de corazón y el hígado, con las drogas que dañan los órganos trasplantados y otras partes del cuerpo. Cáncer, infecciones y muerte prematura son el resultado de la naturaleza tóxica de los fármacos inmunosupresores”. Además, “el cerebro no va puesto en un balde, se integra con la química del cuerpo y su sistema nervioso. ¿Un cerebro integraría señales de nuevo, la percepción, la información de un cuerpo diferente con el que estaba familiarizado? Creo que el resultado más probable es la locura, o la discapacidad mental grave.”
Por su parte el doctor Hunt Batjer, presidente electo de la Asociación Americana de Neurocirujanos, ha dicho: “no le desearía esto a nadie y no permitiría a nadie que me lo hiciera, ya que hay muchas cosas peores que la muerte”.
Increíblemente, no faltan voluntarios para realizarse la operación, que cuentan además con los 10 millones de dólares necesarios para costearla. El programador ruso Valery Spiridonov, de 30 años, que sufre de atrofia muscular espinal, ha manifestado su voluntad de ser la primera persona en someterse a la operación. “Realmente no tengo muchas opciones. Si no intento esto, mi destino va a ser muy triste, cada año que pasa mi condición empeora.”