Se trata de Los artistonautas, una producción de Tnu realizada por Chucho Animación, con el apoyo del Museo Nacional de Artes Visuales (Mnav). Es el proyecto que resultó ganador entre los 25 presentados a la convocatoria pública que Tnu y el Mnav dirigieron a realizadores independientes. La serie animada ganadora consta de nueve capítulos, cada uno de ellos dedicado a indagar en una obra específica dentro del repertorio de un pintor o pintora uruguaya. Los elegidos son Barradas, Torres García, Blanes, Cuneo, Sáez, Figari, De Arzadun, Espínola Gómez y Petrona Viera.
Sabrina y Felipe, dos niños de 8 o 9 años, amigos y vecinos de un barrio suburbano, se juntan a jugar en el galpón del segundo y, guiados por un libro de arte uruguayo al que hacen funcionar como un Gps, se transportan en el tiempo en su nave para visitar a los artistas referidos, enfrentarlos y hacerles preguntas sobre la obra elegida, a partir de inquietudes típicamente infantiles. Toca a los pintores, que acuden personalmente a la cita, ser claros sin dejar de ser complejos y acordar una síntesis sobre la obra consultada y la teoría estética que la ampara, los distintos períodos de su obra, pero también dar cuenta de sus vidas e ingeniárselas para asimilar la dispersión y la curiosidad de niños a los que también les inquieta Luis Suárez o Messi, como sucede para el caso de la Barcelona de Barradas. Este último, que inicia la serie, habla por la voz de César Troncoso. Ya en el segundo capítulo, Gonzalo Eyherabide acepta el desafío de hablar como Torres García. En apenas unos minutos de conversación –acompañados en cada caso por un correlato de animación que busca ser didáctica–, tanto Barradas como Torres se acercan a los niños como pares, y en lenguaje coloquial arriman pistas que buscan alentar una posterior profundización sobre “La catalana” o “Arte universal”, de Barradas y Torres, respectivamente, dos entre las nueve obras que contempla la serie.
¿Pero cómo hacer para que esas pistas no redunden en tres o cuatro ideas estereotípicas que terminen por desfigurar la complejidad del autor o de la obra abordada? (Tal el caso, por ejemplo, que acostumbra la industria editorial cuando desnutre obras presupuestas como demasiado largas o complejas para mantener la concentración de los niños.) “No es algo que nos hayamos planteado formalmente, no tuvimos una charla diciendo ‘no caigamos en esto’ o ‘hagámoslo de tal forma’ –cuenta a Brecha Juan Carve, director y coguionista del proyecto junto a Valentina Echeverría–, pero todos más o menos tenemos una sensibilidad común y en lo que hacemos siempre tratamos de evitar ir por el lugar obvio, el fácil. En este caso el desafío era trasmitir el contenido de esa obra de cada pintor, y al tener bastante libertad para inventar rasgos sobre la personalidad (siempre nos basamos en la información histórica, pero dado que no hay registros de video o audio de la mayoría de ellos, había cierto rango para enriquecer a los personajes según nos pareciera mejor para el capítulo y la obra), lo único que nos planteamos era que el programa en su totalidad tuviera sensibilidad y que se acercara a los niños de una manera honesta y linda.”
En cuanto al asesoramiento para la creación de los perfiles de los pintores como del conjunto de ideas a resaltar de sus obras, contaron con el apoyo de María Eugenia Grau, coordinadora del Área Educativa del Mnav, y “la dinámica consistió en escribir un boceto de guión con lo que habíamos investigado por nuestra cuenta y después reunirnos con ella en el museo. Ahí nos hacían correcciones y sobre todo nos pasaban datos y piques de las obras, el entorno del pintor, su personalidad, etcétera. Era todo un tema el de construir a cada pintor (su voz, forma de ser…), porque son pintores que murieron y, como decía, de los que prácticamente no hay registros de video o audio”.