El músico Fabián Marquisio –quien concibió este proyecto junto a Estela Magnone y produjo el disco1– es padre de un niño con autismo. Como es natural en un hogar musical, hizo cancioncitas para su hijo y se fue dando cuenta de que podrían servir para compenetrarlo con actividades cotidianas básicas. Estas canciones están todas pensadas para ayudar a niños autistas (y a sus padres, docentes y terapeutas) en sus rutinas, su socialización, su afectividad. Son sencillas, animadas y pegadizas, una excelente manera de que el niño memorice textos que lo instruyen, y que además las conviertan (a las rutinas) en un elemento festivo, lúdico, positivo.
Cuando el disco se editó hace pocos meses, sin embargo, ocurrió algo inesperado: fue un éxito de ventas y alcanzó el Disco de Oro en pocas semanas. Porque no sólo funciona con niños autistas, sino que se reveló sumamente atractivo y útil también con niños cualesquiera. Para ellos es una alegría y para los grandes un alivio (y también alegría), ya que es una herramienta para alivianar lo que a veces puede ser un esfuerzo penoso (educar al niño a hacer caca y pichí por cuenta propia, que vaya animado a la escuela, que aprenda a compartir, que comprenda la importancia de tomar sus medicamentos, que guarde los juguetes luego de usarlos, que se lave los dientes, que se duerma a la hora que corresponde, etcétera).
La buena tradición uruguaya de canciones para niños se formó con artistas de izquierda que, luego de haber absorbido su Foucault o su Paulo Freire, levantaron un escudo contra la “educación” en cuanto institución tendiente a encuadrar a los niños en forma funcional en la sociedad capitalista-burguesa. Buena parte del repertorio de Canciones para No Dormir la Siesta consistía en mensajes dirigidos, con doble sentido, a los padres en el contexto del Canto Popular, y aparte de esa vía esquiva para la resistencia en tiempos de censura, la canción uruguaya para niños se viene concentrando en “liberar”, en el sentido de estimular la imaginación o, como mucho (tirando hacia “lo educativo”), fomentar aspectos de la identidad cultural. Así que este disco esencialmente educativo representa una desradicalización, pero una que no es necesariamente negativa, tan sólo sensata en el sentido de que un grado de “normalización” es necesario para una inserción social mínima.
El disco cumple su cometido en forma sobresaliente. Las canciones son todas de Marquisio o de Estela, dos compositores creativos, refinados y solventes. Aun un adulto vinculado a una música de carácter más artístico va a descubrir con placer en estos temas sencillos algunos giros armónicos o melódicos interesantes. En este caso, no se trata en absoluto de “canción artística”, por lo primario y funcional de los textos, y por la extrema brevedad (son 26 temas en menos de cuarenta minutos, lo que da un promedio de un minuto y medio por canción). Pero todas tienen frescura, solidez, onda. El programa del disco está organizado mayormente por etapas de la jornada, desde el despertar hasta el dormir, incluyendo la escuela, los juegos, el ocio, la higiene, la comida, el descanso, y algunas cosas excepcionales (playa, médico, fiestita de cumpleaños).
Además están muy bien realizadas. Magnone aparece sobre todo en su nueva faceta de acordeonista, y Marquisio toca varios instrumentos, ambos cantan. Este proyecto contó con la simpatía de todo el mundo, así que un montón de músicos importantes y famosos prestaron su colaboración cantando, tocando y a veces arreglando: los argentinos Sandra Mihanovich y Patricio Giménez, los uruguayos Claudio y Rossana Taddei, Samantha Navarro, Pinocho Routin, Tabaré Rivero, Martín Buscaglia, Eli-u Pena, Jorge Schellemberg, Larbanois-Carrero, Rada, Malena Muyala, Emiliano Brancciari, Alejandro Balbis, Fata Delgado, Christian Cary, Jorge Nasser, Pitufo Lombardo, Gustavo Ripa, Fernando Cabrera, Popo Romano y varios otros. Estela incluso logró la proeza de, discretamente (sin usar los nombres de los grupos) incluir en un par de surcos a dos de los memorables tríos vocales que integró (en “Cruzar la calle” está la segunda formación de Las Tres, en “Guardar los juguetes” la primera de Travesía). Para los memoriosos, un dato muy afectivo.
1. Villazul / Música para crecer, Bizarro, 6116-2, 2014.