No importa lo que toquen (y no nos referimos a los instrumentos): en el fondo nadie se fija mucho en qué espectáculo presentan Les Luthiers. Al público le basta con verlos. Y es que el grupo fundado por Gerardo Masana en setiembre de 1967 se ha ganado el apoyo incondicional a fuerza de hacer reír a varias generaciones de fanáticos. Sin embargo, sus integrantes no ocultan que de un tiempo a esta parte sus espectáculos son, básicamente, antologías: “En los últimos años empezamos a aceptar que quizás vivamos de las antologías. No sé cuántos pocos años, pero vamos a ir agregando cosas nuevas con cuentagotas. Un espectáculo totalmente nuevo es demasiado”, dijo Carlos López Puccio al diario Clarín, cuando presentaron Viejos hazmerreíres al público argentino el año pasado. “Repertorio sobra”, acotó, entonces, Rabinovich.
Les Luthiers forman parte –junto a Quino y Fontanarrosa, en Argentina, o los británicos Monty Python– de un selecto grupo de humoristas que, sin importar cuántos años pasen, la gente puede citar de memoria varios pasajes de su obra y reírse como la primera vez.
Es indudable que lo más interesante de la carrera de Les Luthiers se encuentra en su producción de los años setenta, que culmina a comienzos de los ochenta con Mastropiero que nunca y Muchas gracias de nada, pero al público le da igual: en 2010 los espectáculos de Les Luthiers habían sido vistos por 8,4 millones de personas, y se calcula que cada año se suman unas 200 mil más al total.1
SUÉLTAME, PASADO. En el origen del grupo hay un programa de televisión uruguayo, una pelea, una separación, una muerte, un psicólogo y hasta un enfrentamiento con Nacha Guevara a punta de… vidrio.
La pelea y la ruptura fueron las del grupo I Musicisti, formado a partir del coro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. “Cuenta la leyenda que un día, a comienzos de 1963, Masana llegó al coro con un libreto y unas partituras bajo el brazo, una caja con pelucas y un sueño: poner en escena una opereta cómica llamada ‘Il figlio del pirata’.”2 La obra se presentó en el 5° Festival Argentino de Coros Universitarios en setiembre del 64 con un éxito tal que para el año siguiente Masana decidió componer una nueva, “escrita al estilo de La pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach”, para cuyo texto Masana adaptó el del prospecto de un laxante, llamado Modatón. La “Cantata Modatón” se transformó así en la semilla de Les Luthiers, no solamente porque allí nacieron los instrumentos informales del grupo, sino porque la “Cantata Modatón” iba firmada por Johann Sebastian Masana, que luego se volvería Mastropiero.
El programa de televisión uruguayo fue Telecataplum, que se exhibía en Argentina y que a fines de 1965 los invitó por primera vez, en lo que probablemente haya sido el descubrimiento del grupo para un público masivo.3
I Musicisti realizó su primer espectáculo, llamado ¿Música? Sí, claro, en el teatro Artes y Ciencias en 1966, y más tarde algunos de sus integrantes fueron invitados al Instituto Di Tella a participar de la obra Mens sana in corpore sano, dirigida por Norman Brisky y en la que actuaba su futura archinémesis Nacha Guevara. Será en el Di Tella que el todavía flamante grupo estrene más tarde I Musicisti y las óperas históricas, que durará 56 funciones en cartel, porque unos minutos antes de la función número 57 los integrantes del grupo se pelearon.
I Musicisti se separó por las razones que suelen dividir al mundo en dos mitades: quienes componían las obras y creaban la mayoría de los instrumentos creían que el reparto de los beneficios económicos no debía ser equitativo para todos los integrantes, sino que debían ganar más los que más aportaban. Así, Masana, Mundstock, Rabinovich y Maronna se pusieron su “contrachitarrone da gamba”, su “tubófono cromático”, su “yerbomatófono” y su “gom-hom” –y cuatro instrumentos más– debajo de los dos brazos y se fueron con la música a otra parte.
A los cuatro escindidos se sumará luego Carlos Núñez Cortés, que se había quedado un rato más en I Musicisti por distraído, pero que pronto se unirá a Les Luthiers.
En 1971 Gerardo Masana muere de leucemia y el sacudón es tal que el grupo decide contratar a un psicólogo, que pasa a ser una pieza fundamental para la permanencia de Les Luthiers a través de los años. En 2007 Daniel Rabinovich decía: “Otra cosa muy importante que nos pasó fue que a raíz de la enfermedad de Gerardo, en el último año de su vida, sabiendo la inminencia de su final, buscamos ayuda terapéutica y la encontramos en Fernando Ulloa, un médico psicoanalista que nos dio una mano muy grande en el terror que teníamos todos de que con la muerte del Flaco se terminara Les Luthiers. Y también fue con él, en el trabajo sobre la enfermedad y muerte de Gerardo, que seguimos trabajando casi 20 años para poder pelear, como decimos nosotros, ‘con árbitro y protector para la cabeza y el sexo’, con un árbitro que impidiera que las peleas y las discusiones fueran con un cuchillo”.4
Y es que de filosos enfrentamientos sabían bastante: unos meses antes de la muerte de Masana, Les Luthiers habían tocado en un café-concert de Mar del Plata y Mundstock terminó en el hospital. Daniel Samper Pizano, en Les Luthiers de la L a la S, relata así aquel incidente: “Aquella noche el espectáculo del conjunto de música-humor había sido recibido con especial entusiasmo por los espectadores, que con sus aplausos exigieron dos bises. Nacha Guevara actuaba al final de la noche y esos pocos minutos de más que se tomaron Les Luthiers la irritaron profundamente. Al terminar la presentación de los músicos, Nacha tuvo, según refieren las crónicas policiales de la época, ‘palabras poco elegantes contra el conjunto humorístico’. Mundstock se sintió obligado a aclarar al público que Les Luthiers se limitaba a cumplir con su contrato, y que los bises eran parte de éste. (…) Expresada su aclaración, Marcos se retiró al bar a reponerse del disgusto con una copa consoladora. Hasta allí se acercó la actriz, que primero lo insultó y enseguida, como si se tratara de un tango o una ranchera, rompió un vaso y se lo arrojó a la cara, con el resultado de que el filo le asestó feroz cortada a Mundstock. El herido fue llevado de emergencia a un hospital, donde le limpiaron la herida –uno de cuyos tajos pasó muy cerca de la arteria carótida–, retiraron del destrozo las partículas de vidrio y le aplicaron seis puntos de sutura en el rostro. El agredido denunció a la agresora ante la justicia y el 15 de agosto de 1973 se produjo el fallo, que la condenaba en suspenso a dos meses de cárcel por lesiones personales y revelaba que su verdadero nombre era el de Clotilde Acosta”.
EL SECRETO DE MI ÉXITO. En el minucioso estudio realizado por Honrubia Martínez se incluye una encuesta en la que el 100 por ciento de los consultados responde que cree que Les Luthiers hacen música de calidad, el 98 por ciento dice hacer chistes del grupo en su vida diaria y el 92 por ciento canta sus obras a menudo. Y ese es, quizás, el secreto de la permanencia de Les Luthiers: haber logrado combinar una música con elementos cultos con un humor popular, basado frecuentemente en retruécanos, homofonías y dobles sentidos, entre muchos otros recursos. De hecho, el propio luthier Carlos Núñez Cortés emprendió la clasificación de tales recursos en su libro Los juegos de Mastropiero, que inspirado en el libro español Verbalia, de Màrius Serra, buscó –y encontró– ejemplos de la mayoría de ellos en la obra de Les Luthiers (dobles sentidos: “Ella toca el arpa y él la viola”; metátesis: “asomate a la vergüenza, cara de poca ventana, y echame un poco de sed que vengo muerto de agua”; lapsus linguae: “signos de puntería y faltas de horticultura”; perogrulladas: “media hora antes de morir, todavía estaba vivo”; retruécanos: “antes las chicas nos concedían sus gracias por pasión, ahora gracias si por compasión nos ceden el asiento”; falsos derivados: “la musa del queso, la muzzarella”; palíndromos: “se corta Sarita a tiras atroces”; calambures: “los científicos sostienen que una vez aislado, el virus morirá… de aburrimiento”, homofonías: “preparaste la escena/preparaste la cena”5).
Es indudable la habilidad de Les Luthiers para estos juegos de ingenio lingüístico, aunque pueda señalarse que, muchas veces, el referente superior no lo es tanto y que el humor se produce por referencias mucho menos cultas de lo que los fanáticos están dispuestos a reconocer (y que ilustra aquello que Borges decía respecto de las diferencias entre el humor inglés, francés y español6). Lo que no quita, por supuesto, lo que de bueno tiene que 9 millones de personas prefieran cantar, en su vida diaria, “Somos los incas, un pueblo incansable, nuestras riquezas son incalculables…” en lugar de, bueno, tantas “canciones incantables”.
1. Aproximación al estudio sobre el impacto social y mediático de Les Luthiers, Alfonso J Honrubia Martínez, Universidad de Salamanca, junio de 2011.
2. De “Los años del coro”, en la web oficial de Gerardo Masana.
3. Daniel Samper Pizano, Les Luthiers de la L a la S.
4. Entrevista con Emiliano Cotelo en En perspectiva, 23 de agosto de 2007.
5. Los ejemplos han sido tomados de www.jugamostodos.org
6. “El británico procede de la intuición de una verdad o, si no tememos a las palabras altisonantes, de una sabiduría. El ingenio francés suele ser verbal. El (…) español es una forma de retruécano (…); procede de azares fonéticos.”