Castellammare di Stabia es una ciudad costera de la zona de Nápoles, al sur de Italia. De poco más de 65 mil habitantes, una comunidad al pie de la montaña, de construcciones antiguas, castillos medievales y playas, zona fértil en aguas minerales que dan lugar a amplias piscinas de aguas termales. Ahora bien, últimamente los pobladores se han visto alarmados por una serie de actos vandálicos: profanaciones de tumbas, cruces invertidas colocadas en sitios sagrados, robos en iglesias, estatuas de vírgenes que son arrojadas por los alcantilados. Según informa The Independent, los fieles de la ciudad atribuyen estos incidentes a un demonio, lo cual también habría propiciado otros insucesos recientes, como el cierre de empresas, el creciente desempleo y la contaminación.
Es por eso que un grupo de creyentes ha decidido tomar el toro por las astas y recurrir a un profesional para que acabe de una buena vez con la decadencia social y moral y esa nube de oscuridad que se cierne sobre el pueblo y su gente. Así, contrataron los servicios de un sacerdote italiano experto en posesiones demoníacas, que con el objetivo de santificar y purificar la ciudad entera y las zonas circundantes, llevó a cabo desde un helicóptero un exorcismo general sobre toda la villa italiana. “Si Satán existe, ha tomado el control de Castellammare di Stabia. No queda ya nada más que probar que el exorcismo”, rezaba un comunicado del grupo de oración de la ciudad.
The Independent observa pertinentemente que es probable que los problemas de vandalismo obedezcan al crimen organizado más que a intervenciones satánicas. Los resultados del exorcismo, ocurrido el 9 de julio, aún no han podido comprobarse.
El periodista Peter Standford advierte que la diócesis romana ha duplicado el número de curas-exorcistas, Milán ha subido su equipo de cinco a 12, e incluso en la Gran Bretaña secular los obispos que han ignorado la regla de la Iglesia de tener un exorcista están correteando para cubrir las vacantes. Standford argumenta que este aumento se debe a los discursos públicos del mismo papa Francisco, en los que constantemente nombra al demonio, figura que en el catolicismo moderno es deliberadamente y convenientemente omitida. Así, Francisco dijo a una delegación de mexicanos que las guerras de drogas en su país se produjeron por la influencia del diablo, culpó a Satanás de los conflictos en Oriente Medio, y cuando precisamente fue llamada su atención por sus discursos respecto al “innombrable”, advirtió a sus interlocutores que tuvieran cuidado, “porque el diablo está presente”.
Pero a no temer, afortunadamente también existen los exorcistas.