Las empresas multinacionales suelen llevar la gastronomía al extremo, aprovechando las extrañas costumbres alimentarias de cada país y tratando de llamar la atención respecto de la competencia, desdeñando los parámetros básicos de una alimentación saludable. Algunos de los paladares más excéntricos se encuentran en Japón, donde tiende a cambiarse radicalmente la apariencia de los alimentos. En el caso de la industria de la comida rápida, McDonald’s rompió los esquemas introduciendo las hamburguesas temáticas de Halloween, cuyos panes son de color negro. Luego Burger King redobló la apuesta coloreándolos en tonos rojos y saborizándolos con mucho picante.
Hace unos días la cadena Kentucky Fried Chicken, más conocida por sus siglas Kfc y popular por sus pollos fritos, lanzó en China un menú de verano que consiste en hamburguesas de tocino picante Diamante Negro y las hamburguesas con queso Rose, cuyos panes son de color negro y rosa respectivamente. El público chino –que ya no se impresiona con nada– prestó atención a esta nueva oferta y se manifestó en las redes sociales, pero no respecto de su sabor, sino marcando la diferencia de aspecto entre las imágenes publicitarias y el plato real. Distintos sitios de Internet aseguran que la elección de tonalidades se debe a una movida de marketing relacionada con Puella Magi Madoka Magica, un animé japonés de gran popularidad en China, cuyos personajes se identifican con el rosa y el negro.
Algunas ofertas son para verdaderos temerarios gastronómicos, aquellos que prefieren no saber lo que llevan al estómago. Burger King de Corea del Sur ofrece un grasiento sándwiche compuesto por carne de ternera acompañada de tocino, cuyo pan es sustituido por pollo frito. Una bomba imposible para cardíacos.
La comida chatarra suele equilibrar eficientemente sal, lípidos y glúcidos, que al ser digeridos estimulan nuestro cerebro liberando dopamina, lo que a su vez nos lleva a desear cada vez más su consumo. Por supuesto carece de vitaminas y nutrientes, por lo que es motivo de enfermedades a mediano y largo plazo.
La prevalencia mundial de la obesidad se ha multiplicado por dos. La Organización Mundial de la Salud (Oms) en sus últimas estadísticas informa que más de 1.900 millones de adultos tienen sobrepeso, de los cuales más de 600 millones son obesos. En general, en 2014 alrededor del 13 por ciento de la población adulta mundial padecía esta condición. De acuerdo al informe Estadísticas Sanitarias Mundiales, de la Oms, 30,7 por ciento de la población venezolana padece de obesidad, en Gutemala le siguen la de Chile con 29,05 por ciento y Uruguay con 23,35 por ciento.
Nuestro país no escapa de estas nuevas modas en las que la persona debe enfrentarse, como en un duelo de valientes, a un plato de chatarra. Si bien venimos de la tradición del chivito, que de por sí ya es bastante pesado, cada día son más abundantes y variadas las propuestas de locales de comidas que compiten por ofrecer desde la opción más saludable, vegetariana, gourmet, hasta la más explosiva posible con doble ración de lo más suculento… y grasa, mucha grasa.
Tal es el caso de Ratatouille, un restaurante ubicado en el barrio Cordón, que bajo su eslogan “Hamburguesa de película” ofrece una importante variedad inspirada en filmes de Hollywood. Pero hay una que desentona con la temática al no tener nombre de película: la “Asesina del sabor”, cuyos ingredientes –carne, queso, panceta, cebolla, huevo frito, tomate, lechuga y pepino– pueden pedirse hasta en su versión cuadruplicada. ¿No será mucho?